Don José de Salamanca y Mayol (1811-1883), había nacido en Málaga en el seno de una familia modesta. Formado como abogado en Granada, pronto se inició en la actividad especulativa, convirtiéndose en uno de los banqueros más importantes de su tiempo.

Retrato de don José de Salamanca. Foto: Real Academia de la Historia.

     En 1835 fue nombrado primer juez de instrucción en Vera (Almería), y contrajo matrimonio con Petronila Livermore Salas, hija de un comerciante británico establecido en Málaga, y un año más tarde se trasladaban a vivir a Madrid, siendo elegido diputado para las Cortes Constituyentes. En Madrid se dedicará a los negocios, rechazando el cargo de juez de instrucción que recibió en 1836, tomando pronto relevancia en el mundo financiero. Consiguió la contrata de la renta estancada de la sal en 1841y en 1844 ganó 30 millones de reales en la Bolsa de Madrid a través de operaciones a futuros. Esa bonanza económica le hizo que aprovechara la ocasión para comenzar a adquirir obras de arte a través de las subastas que se realizaban en París o en Inglaterra, y sirviéndose también de los servicios de asesoramiento y de las obras que le ofrecía José de Madrazo[1]. En 1845 realizará su primera gran compra de obras documentada, adquiriendo 71 obras a la duquesa viuda de San Fernando de Quiroga[2], por valor de un millón de reales de vellón[3]. Sin embargo, a mediados del siglo XIX no resultaba ya tan fácil encontrar obras de la escuela española de pintura de primera clase, sobre todo de la escuela sevillana: Zurbarán, Murillo, Valdés Leal, etc. En abril de 1847 consiguió que el deán López Cepero le remitiera 15 obras de gran calidad entre las que se encontraba un Ángel Rafael de Zurbarán firmado, un San Antonio y un Nacimiento de Murillo, y una Calle de la Amargura firmada por Francisco Pacheco[4], pero en el último momento el trato se frustró ya que don José empezó a atravesar dificultades financieras derivadas de su participación en la construcción del ferrocarril Madrid-Aranjuez y de sus operaciones bancarias. Por ello en 1848 ofrecerá a la reina Isabel II su colección compuesta por 258 cuadros valorados en 3.355.800 reales, si bien se cree que estaba compuesta por 408 originales[5]. Isabel II adquirió un total de 247 pinturas a cambio de 2.802 acciones del ferrocarril Madrid-Aranjuez[6]. Entre las obras más destacadas adquiridas en ese momento por la reina estaba el retrato de Don Juan José de Austria a caballo de Ribera. Este había pertenecido a la colección real y había salido tras el incendio del Alcázar de 1734 de forma irregular[7]. O el Caballo blanco de Velázquez que figuraba en el inventario de bienes que este dejó a su muerte en agosto de 1660 en su estudio de la Casa del Tesoro, junto a otras dos representaciones de caballos, uno «castaño» y otro «rucio» (Madrid, Galería de las Colecciones Reales, imagen de portada).

José de Ribera, Juan José de Austria a caballo, 1648. Óleo sobre lienzo, 309 x 245 cm. Madrid, Galería de las Colecciones Reales.

     Pese a la venta de gran parte de su colección a la reina la situación financiera de Salamanca era muy precaria y en 1849 tuvo que volver a residir en su primera casa en Madrid y desde allí comenzó a rehacer poco a poco de nuevo su colección. Aunque en la Revolución de 1854 se cree que la mayor parte de las obras que tenía en su residencia madrileña de la calle Cedaceros perecieron en un incendio[8]. Sin embargo, entre 1856 y 1864, su buena fortuna nuevamente en los negocios hizo que su colección alcanzase su etapa de mayor esplendor. Para la decoración de su recién construido palacio del paseo de Recoletos don José se hizo con algunas colecciones de relevancia de la época. Así en 1656 adquirió 11 cuadros a los duques de Híjar, 15 a la condesa de Chinchón y los cinco cuadros de la serie del Hijo pródigo de Murillo a Federico de Madrazo; y en 1859 compraba a la infanta Luisa Fernanda el palacio de Vista Alegre, con todos los muebles y efectos que se encontraban en su interior, por un importe de 640.000 reales[9]. Pero su adquisición más relevante fue la colección de don José de Madrazo en 1861 la cual fue dispuesta casi en su totalidad en Vista Alegre (sobre la colección de José de Madrazo véase aquí).

     Pese a obtener en 1863 por Real decreto de 9 de octubre el título de marqués de Salamanca y tan sólo un año después el de conde de los Llanos, con lo que obtuvo la Grandeza de España, esto no hizo mejorar su fortuna en los negocios y poco después comenzaron nuevamente sus dificultades económicas debido al fracaso en la construcción del barrio en Madrid que lleva su nombre. A sus pesares se sumó la muerte de su esposa en 1866 momento en el que al hacer inventario de los bienes de la pareja se detallaban 929 obras, 696 eran las adquiridas a Madrazo, que se conservaban íntegramente, y 233 habían sido compradas a diversos propietarios. En 1867, agobiado por las deudas se vio obligado a vender en su palacio parisino 237 de las obras que componían su colección[10]. Entre las piezas subastadas figuraban en el catálogo un total de 17 piezas adjudicadas a Velázquez, entre ellas dos paisajes que se decían vistas del Buen Retiro. Sin embargo, se ha podido demostrar que estos formaron parte de la galería de paisajes del Palacio Real de Aranjuez y que fueron realizados por Benito Manuel de Agüero[11].

Benito Manuel de Agüero, Vista del Jardín del Caballo en el Buen Retiro, ca. 1660. Philadelphia, colección particular.

Benito Manuel de Agüero: Vista de los Jardines del Palacio de El Pardo, ca. 1660. Philadelphia, colección particular.

     La venta la hizo coincidir con la Exposición Universal de París y fue incluso visitada por el emperador Napoleón III. Esta supuso un enorme éxito de ventas, logrando 100.000 francos más de los que en principio estaba tasada. La publicidad que se le hizo a la subasta a través de la prensa parisina fue inmensa: «La France primero y La Presse después nos han transmitido una noticia que indudablemente ha de contristar a cuantos se interesan por el esplendor de las artes españolas y por el desarrollo de la cultura nacional. Los periódicos franceses que hemos citado nos anuncian la próxima venta de la magnífica galería de pinturas que, en su palacio de Recoletos, posee el marqués de Salamanca»[12].

     A pesar de conseguir más de 1.500.000 de francos con esa primera venta parisina, en 1868, tuvo que deshacerse de su colección completa de arqueología, que vendió al Estado para el Museo Arqueológico por 200.000 pesetas[13], y un año más tarde tuvo que liquidar su colección de estampas que se adjudicaron en subasta en Sotheby’s Londres.

     En 1875, nuevamente tuvo que vender parte de su colección pictórica, sacando a través del parisino Hotel Drouot 105 pinturas, de las cuales 44 eran españolas[14]. En esta subasta salieron obras muy apreciadas por el marqués tal y como nos relata Hernández Girbal al hablar del Apolo y Marsias de Ribera: «Salamanca lo contempló desde su rincón con cierto pesar. Largos años lo había tenido a diario presente en su gabinete. La serena e impasible actitud de Apolo degollando a Marsyas, en contraste con la de éste, que se retuerce en un terrible gesto de dolor, le eran familiares. En muchas ocasiones se había detenido largo rato ante él admirando embelesado, en un puro goce estético, el arte del pintor. No cabía mayor realismo ni más belleza de expresión. Durante unos segundos, entregado a estos recuerdos, no escuchó las ofertas que de la obra se hacían. Sólo se daba cuenta de que dentro de poco no volvería a verla más, de que la perdería, y dominado por un irrefrenable impulso, sin poder contenerse gritó como la otra vez: – ¡No siga, por favor! ¡Retiro el cuadro!».

 

José de Ribera, Apolo y Marsias, 1637. Óleo sobre lienzo, 202 x 255 cm. Bruselas, Royal Museum of Fine Arts of Belgium.

     Pese a la venta de sus colecciones el marqués de Salamanca no consiguió evitar que su palacio de Recoletos pasase a ser propiedad del Banco Hipotecario en 1876, que tuviera que deshacerse de parte de su mobiliario en 1881 o que su colección de bustos y estatuas fuera vendida al Estado. No obstante, el patrimonio dejado a su muerte en enero de 1883 era todavía muy abundante tal y como demuestran los inventarios testamentarios realizados. En éstos, llevados a cabo de forma individual en cada una de sus residencias se contabilizan todavía 817 pinturas entre las diferentes casas de la posesión de Vista Alegre, 113 en Aranjuez y 59 en la finca de Los Llanos (Albacete)[15]. Como vemos la casa de Vista Alegre en la que falleció el marqués contaba con una importante colección de pintura y es que como se dijo en una de sus necrológicas:

«Vista Alegre fue su lujo; compró la quinta a una reina, la pagó con millones; la embelleció con joyas artísticas; dejó a todos sus amigos que disfrutasen de ella, y ha muerto allí repentinamente antes de que las riquezas desapareciesen. El viento de la desgracia, que venía hace tiempo arrancando girones de su fortuna, le ha hecho sucumbir por fin […]»[16].

     El peritaje y valoración de las pinturas fue realizada por el pintor y restaurador del Museo del Prado Salvador Martínez Cubells. Entre las de mayor valoración destacaron la obra Entrevista de Francisco I con doña Leonor, de Antonio Gisbert que fue tasada en 20.000 pesetas o la Inmaculada Concepción de Zurbarán en 3.500 pesetas.

Francisco Zurbarán, Inmaculada Concepción, 1640. Óleo sobre lienzo, 201 x 145 cm. Madrid, Museo Cerralbo.

     Tras el inventario de todo, la junta testamentaria, procedió en mayo de 1883 a realizar almoneda de las piezas que habían pertenecido a las diferentes posesiones. El diario La Iberia informaba el 11 de mayo de 1883 que «La junta testamentaria del difunto señor marqués de Salamanca, ha tenido la galantería de remitirnos un atento B.L.M., y además una tarjeta para visitar la Exposición de objetos de arte que existen en la posesión de Vista-Alegre, que como es sabido, era el sitio de recreo predilecto del inolvidable marqués de Salamanca. Agradecemos de todas veras la invitación y aprovecharemos con verdadero placer la ocasión de visitar nuevamente las preciosidades artísticas que consiguió reunir el opulento marqués».

     Según nos informa Poleró se hizo «almoneda pública los muebles lujosos que adornaban sus ricos y extensos salones, repartiéndose el resto de la selecta colección de pinturas entre varios aficionados»[17]. Algunas de esas personas que consiguieron hacerse con diferentes obras fueron entre otros el marqués de Cerralbo, que adquirió 50 pinturas, la señora de Nájera, el marqués del Pazo de la Merced, el marqués de San Carlos o los duques de Fernán Núñez, tal y como relataron algunas crónicas de la época:

«¡Qué aspecto presentan en estos días los artísticos salones del Palacio de Vista-Alegre! Parece que ha entrado allí el genio del desorden dejando en el elegante-mobiliario del difunto marqués grandes huecos. Todo ha ido desapareciendo; los capitalistas y los grandes han acudido a la almoneda y se han disputado los objetos, como si todos quisiera llevar a su morada algún recuerdo de aquel hombre extraordinario que inició en España los adelantos de la vida moderna […] El busto de la emperatriz Eugenia lo ha comprado su sobrino el duque de Tamames. La vajilla de Sèvres, compuesta de aquellos magníficos platos con las armas de los Orleans, y de aquellos centros que adornaron la mesa del rey ciudadano, han pasado a un particular […] Lo que más queda son tapices y cuadros antiguos y algunas estatuas de Canova, que anda en tratos el Gobierno para adquirirlas […] El Sr. Anglada ha adquirido allí una estatua preciosa; los cristales de Venecia procedentes del palacio de Aranjuez, los muebles tallados de los Llanos, han sido vendidos con gran aceptación. El banquero Sr. Jimenez, el marqués del Pazo de la Merced, la señora de Nájera, han sido de los que más han adquirido […] Ya queda muy poco y pronto los salones de Vista-Alegre estarán completamente desiertos, desapareciendo los últimos restos del lujoso mobiliario del que en las ruinas de su opulencia tenía todavía una fortuna»[18].

     Tras la venta la increíble colección del Marqués de Salamanca quedó dispersada por completo.

NOTAS AL TEXTO

[1] Eva María Ramos Frendo, «El marqués de Salamanca, un apasionado coleccionista», Conferencia pronunciada en la Universidad de Málaga el 14 de diciembre de 2012. Disponible en: https://riuma.uma.es/xmlui/handle/10630/5169 , p. 4.

[2] Pedro J. Martínez Plaza, El coleccionismo de pintura en Madrid durante el siglo XIX, Madrid, 2018, p. 322.

[3] Sophie Domínguez-Fuentes, «Pinturas que poseyó el infante Don Luis en la colección del Patrimonio Nacional (1848-1850)», Goya, 304 (2005), p. 48.

[4] Martínez Plaza, Op. Cit., p. 322.

[5] Ibidem.

[6] Ramos Frendo, Op. Cit., p. 5 (está afirma que sólo se adquirieron 60 cuadros) y Martínez Plaza, Op. Cit., p. 322.

[7] El retrato en las Colecciones Reales de Patrimonio Nacional. De Juan de Flandes a Antonio López, Carmen García-Frías y Javier Jordán de Urríes (eds.), Madrid, 2014, pp. 212-217, cat. 29.

[8] Martínez Plaza, Op. Cit., p. 323.

[9] Antonio Matilla Tascón, «La Real Posesión de vista Alegre, residencia de la Reina Doña María Cristina y el Duque de Riánsares», Anales del Instituto de Estudios Madrileños, 19 (1982), pp. 283-348.

[10] Catalogue des Tableaux Anciens des Écoles Espagnole, Italienne, Flamande & Hollandaise composant la Galerie de M. Le Mis de Salamanca, 3 a 6 de junio de 1867, en son Hôtel á Paris rue de la Victoire 50.

[11] Richard L. Kagan and Marianna S. Simpson, «Two Seventeenth-Century Garden Views from the Royal Palace of Aranjuez», Boletín del Museo del Prado, 36 (2018), pp. 110-117.

[12] «El Museo Salamanca», Revista de Bellas Artes, 07/04/1867, p. 214.

[13] Pilar Martín Nieto, «Historia de las adquisiciones de algunas colecciones del Museo Arqueológico Nacional», Boletín de la ANABAD, 3-4 (1993), pp. 65-78.

[14]Collection Salamanca, Tableaux Anciens, 25 y 26 de enero de 1875. Vente Hotel Druout.

[15] Todos ellos se encuentran en el Archivo Histórico de Protocolos de Madrid.

[16] El Día, 22/01/1883.

[17] Vicente Poleró, Tratado de la pintura en general […], Madrid, 1886, p. 217, nota 2.

[18] El Día, 24/06/1883, nº 1117.

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