Hoy se cumplen 275 años del nacimiento de Francisco de Goya en Fuendetodos, el miércoles 30 de marzo de 1746. Con ese motivo queremos recordar en Investigart la exposición que, hace ya 75 años, se organizó en el Palacio Real de Madrid –en el «Palacio de Oriente»– conmemorando el segundo centenario del natalicio del pintor.

     En efecto, en junio de 1946 se abrió en la planta baja del palacio una muestra en la que se exhibieron 308 obras relacionadas con Goya, que fueron instaladas en las cuatro primeras salas del Cuarto de Génova, los llamados Salones de Génova que hoy día se emplean en toda su extensión para las exposiciones temporales.

     El comisario fue uno de los grandes historiadores del arte españoles, Don Enrique Lafuente Ferrari, como director del Servicio del Tesoro Artístico del Patrimonio Nacional, en colaboración con la Biblioteca y el Archivo de Palacio. Del evento quedó el catálogo impreso[1] y ocho interesantes fotografías de las salas realizadas por Vicente Moreno y conservadas en el Instituto del Patrimonio Cultural de España (IPCE) que permiten hacerse una idea cabal de esa exposición[2].

     Con todo, no fue el único esfuerzo del Consejo de Administración del Patrimonio Nacional en la conmemoración del nacimiento de Goya, ni siquiera el principal desde la perspectiva de hoy. En 1946 se editó, además del catálogo de la exposición, el fundamental estudio de Valentín de Sambricio, Tapices de Goya, con el fasto tipográfico que merecía tal obra, que sigue siendo y será un elemento esencial para el conocimiento del trabajo del pintor en Madrid como autor de cartones, modelos o «exemplares» para los liceros de la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara[3].

     La exposición del «Palacio de Oriente», realizada con fondos propios, destacó por la importante presencia de uno de los principales activos de las Colecciones Reales, sus tapices, en especial en la primera y última salas, y también por la cuidada selección de pintura, varias de ellas sobresalientes –siete de Goya– y todas interesantes. Se aprovecharon con inteligencia los peculiares fondos pictóricos patrimoniales, dando especial protagonismo a las abundantes escenas populares de Michel-Ange Houasse, y a la exquisita serie de pasteles de Lorenzo Tiepolo, tan a tono y, sin embargo, tan distante del «majismo» de los tapices realizados por cartones de Goya.

Francisco de Goya, La caza del jabalí, cartón y tapiz de la Real Fábrica de Santa Bárbara. Fuente: © Patrimonio Nacional

Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara (por cartón de Goya), El juego de pelota a pala. Fuente: © Patrimonio Nacional

Michel-Ange Houasse, Vista de Madrid y Niños jugando al filderecho. Fuente: © Patrimonio Nacional

Lorenzo Tiepolo, Tipos populares, pasteles. Fuente: © Patrimonio Nacional

     Junto a ello, apunta el catálogo, se optó por integrar «un notable lote de documentos del Archivo de Palacio relacionados con Goya, así como exhibir grabados, libros y encuadernaciones de su época, y presentar estas selectas colecciones en un marco adecuado de instalación palacial con muebles, alfombras, porcelanas y otras piezas de las artes industriales», por las que Lafuente Ferrari tuvo siempre una especial sensibilidad, como «venerables reliquias» del pasado que debían preservarse.

     Sin embargo, el aficionado de hoy quedará sorprendido al ver en los suelos alfombras del siglo XIX, como esta de la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara que, firmada por Gabino Stuyck en 1827, por fuerza debía pisar el poco público que tras una guerra civil y otra mundial se entretenía con tales cosas.

Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara, Alfombra de pasillo. Fuente: © Patrimonio Nacional

     En esos espacios palatinos, con sus grandes puertas y ventanas, sus bóvedas y lámparas, los tapices lucían bien y, en general, todas las obras que allí figuraron. En muchos casos los paños de lana y seda quedaban aceptablemente adaptados a los tramos de pared y también a las sobrepuertas, buscando el efecto de origen, aunque varios parecen estar doblados para ajustar su encaje y otros colgaban a modo de cortinas, llegando a apoyar en el pavimento de mármoles.

Sala I. IPCE, Archivo Moreno, inv. 40733_B y 40732_B

     En la Sala I se exhibían las primeras realizaciones de Goya para la corte de Carlos III, a través de diversos tapices tejidos según sus cartones. Los había procedentes del primer encargo, el comedor de los príncipes de Asturias en el palacio del Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial; también del segundo, el comedor de Carlos Antonio de Borbón y María Luisa de Parma en el Palacio Real de El Pardo, y de los siguientes. En esa primera sala destacaba el popular de La gallina ciega y otros tapices resultaban en extremo interesantes al haberse perdido el cartón o bien ser de muy difícil acceso.

Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara (por cartón de Goya), La gallina ciega. Fuente: © Patrimonio Nacional

     En las consolas fernandinas de los testeros, flanqueados por candelabros, quedaban representados los principales mecenas de Goya en los bustos de Carlos IV y María Luisa de Parma, por Juan Adán, concluidos en 1797 y 1799, respectivamente (aquí). Resulta simpático ver en medio de la sala una mesa velador con su centro, todo francés y en bronce dorado, con adorno de flores, que contribuirían a dar ambiente de época.

Juan Adán, Carlos IV y María Luisa de Parma. Fuente: © Patrimonio Nacional

     También daban apariencia de veracidad a esas decoraciones las pantallas frente a las tres chimeneas del recorrido; dos son obra de Pablo Palencia, por diseño de Isidro Velázquez, y pertenecen a la Real Casa del Labrador. Del mismo diseñador y del mismo ebanista son las banquetas con brazos de fasces romanas, también procedentes de Aranjuez. Rompen el encanto los dos expositores de la pared norte, que ahora resultan «viejunos», y al parecer servían para mostrar encuadernaciones y documentos.

Pablo Palencia (por diseños de Isidro Velázquez), Pantallas de chimenea. Fuente: © Patrimonio Nacional

Sala II. IPCE, Archivo Moreno, inv. 40734_B y 40728_B

     En la Sala II, la más grande y la principal de la exposición, colgaban las dos parejas de retratos reales de Francisco de Goya, de Carlos IV de cazador y María Luisa de Parma con matilla, y de Carlos IV en uniforme de coronel de las Guardias de Corps y María Luisa de Parma en traje de corte, y entre las ventanas la copia de este último por Vicente López, reducida a medio cuerpo, obra ya de hacia 1825.

Francisco de Goya, parejas de retratos de Carlos IV y María Luisa de Parma. Fuente: © Patrimonio Nacional

Fototipia de Hauser y Menet, Palacio Nacional. Madrid. Antecámara de Carlos III

     Junto a esos imponentes cuadros de Goya, que se bajaron de la Antecámara de Carlos III en donde colgaban juntos desde la Segunda República, estaba la efigie de la infanta doña Carlota Joaquina de Borbón, hija mayor de la pareja, por Mariano Salvador Maella, flanqueada por los retratos de un par de sobrinas de Carlos III, las infantas María Ana Carlota y María Josefa, que forman parte de una amplia serie de los hijos de los duques de Saboya pintada por Giuseppe Duprà, y tienen sus réplicas en el Palacio Real de Turín, en el Castello Reale de Racconigi y en la Palazzina di caccia de Stupinigi. De 1759 y 1762, respectivamente, resultaban demasiado tempranos para Goya y tampoco se advierte relación con su obra. En la pared de enfrente, entre las ventanas, acompañando la copia de Goya por López, estaban un retrato de dama, en busto, por Antonio Rafael Mengs, procedente de la colección del marqués de Salamanca, y otro del infante don Antonio Pascual de Borbón, al pastel, por V. López.

     En el centro, sobre una mesa velador, estaba situado el retrato de Carlos IV a caballo, por Jean-Jacques Feuchère, que siempre nos ha parecido no guarda una buena relación en las proporciones de hombre y equino. Y debían de ser muy entretenidas las mesas vitrinas a sus lados, sin atendemos a la profusión de libros y grabados registrados en el catálogo.

Jean-Jacques Feuchère, Carlos IV a caballo. Fuente: © Patrimonio Nacional

Sala III. IPCE, Archivo Moreno, inv. 40730_B y 40731_B

     También primaba la pintura en la alargada Sala III, en sus paredes mayores. En una estaban La Magdalena penitente pintada por Mengs para Isabel Farnesio, acompañada por un par de vistas de Cartagena por Manuel de la Cruz, cuadros todos ellos del Palacio Real de Aranjuez, y en la otra un delicado retrato de una infanta niña que contrastaba con los dos poderosos goyas de la Fabricación de balas y la Fabricación de pólvora, ahora en La Zarzuela y en aquel tiempo en la Casa de campo del Príncipe en El Escorial. Tal disposición recuerda un grabado satírico de Hogarth que muestra una decoración «a la moda», donde se ven juntas pinturas incompatibles: un Juicio de Paris flanqueado por dos gallos de pelea, en fin, como a un Cristo dos pistolas.

Antonio Rafael Mengs, Santa María Magdalena penitente, flanqueada por dos vistas de Cartagena de Manuel de la Cruz. Fuente: © Patrimonio Nacional

Taller de Giuseppe Bonito, Infanta doña María Josefa de Borbón, y Francisco de Goya, Fabricación de balas y Fabricación de pólvora. Fuente: © Patrimonio Nacional

Gérard Jean Baptiste Scotin II (según William Hogarth), detalle de la lámina 2 de la serie A Rake’s Progress (La carrera del libertino). Fuente: britishmuseum.org

     Llama la atención que se escogiera para la muestra ese retrato de la infanta doña María Josefa de Borbón –entonces creída su hermana María Luisa–, del taller de Giuseppe Bonito, cuando en las colecciones de Patrimonio Nacional se conserva un bello original de la misma hija de Carlos VII de Nápoles y María Amalia de Sajonia, con una crátera marmórea al fondo. Ese cuadro forma parte de una importante serie, ahora por desgracia descabalada (aquí), con un infante don Gabriel «distraído» en el Musée des Beaux-Arts Denys-Puech, de Rodez (Francia), y los dos retratos perdidos en el asalto e incendio de la Embajada de España en Lisboa, que se conocen a través de fotografías y también por réplicas o más bien copias: una del infante don Antonio Pascual subastada en París en 2013 y otra de la infanta doña María Luisa con un perrito, de la antigua colección Errazu (IPCE, Archivo Ruiz Vernacci, inv. VN-26323).

     En el testero, tras una ligera consola procedente de la Real Casa del Labrador, colgaba una alfombra tapiz semejante a la pintura del techo del despacho del palacio madrileño de Manuel Godoy, cuyo diseño se debe a Juan de Mata Duque (aquí), que pudo ingresar en las Colecciones Reales con la enajenación de los bienes del favorito, al igual que los bustos de Carlos IV y María Luisa de Parma, por Juan Adán.

Juan de Mata Duque, Techo del despacho de Manuel Godoy, y Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara, Alfombra tapiz. Fuente: ipce.culturaydeporte.gob.es

     Dejando a la derecha un espantoso cubre radiador, a los lados de la puerta del fondo se veían un par de pequeños retratos de Fernando VII y María Cristina de Borbón, por Francisco Lacoma, junto a la Academia de dibujo, de Houasse, y La naranjera, de Luis Paret, «de Goya coetáneo y dispar», como escribiera María Luisa Caturla.

Sala IV. IPCE, Archivo Moreno, inv. 40729_B y 40735_B

     La exposición finalizaba en la Sala IV, donde continuaban los pasteles de Lorenzo Tiepolo y los tapices de Goya, y en el centro una mesa velador con tritones haciendo de patas como telamones, en talla dorada realizada por Baltasar Angelot y Andrés del Peral para el Palacio Real de El Pardo, que tenía encima su adorno floral. Es bien sabido que la naturaleza estaba presente en el ornato de las casas de campo de Carlos IV y de sus palacios, y en la exposición esos adornos servían de delicado complemento.

     Se despedía al visitante con la alegría de El columpio y con el tapiz de Cazador con sus perros, cuyo protagonista parece dirigirse satisfecho a tomar la salida.

Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara (por cartones de Goya), El columpio y Cazador con sus perros. Fuente: © Patrimonio Nacional

NOTAS DEL TEXTO

[1] Enrique Lafuente Ferrari (dir.), Catálogo de la exposición conmemorativa del centenario de Goya [cat. exp., Madrid, Palacio de Oriente, junio de 1946], Madrid, Patrimonio Nacional, 1946.

[2] También se hicieron fotografías de diversas obras expuestas: IPCE, Archivo Moreno, inv. 40466_B- 40467_B, 40640_B, 40736_B-40743_B, 40746_B-40789_B, 40791_B-40793_B y 40797_B.

[3] Valentín de Sambricio, Tapices de Goya, advertencia preliminar de D. Narciso José de Liñán y Heredia, conde de Doña Marina, Madrid, Patrimonio Nacional, Archivo General de Palacio, 1946. Se tiraron 1.100 ejemplares en papel de hilo.

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