Como no sólo de arte vive el hombre… hoy en el blog queremos acercaros a un museo diferente, el Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid. Un lugar ideal para pasar una jornada en familia y disfrutar no solo de sus colecciones, que van a sorprenderos, sino también de este singular edificio del siglo XIX.

Vista exterior del Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid.

Vista exterior del Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid.

     El actual Museo Nacional de Ciencias Naturales es heredero del Real Gabinete de Historia Natural, creado por el Rey Carlos III en 1771, y que en 1815 cambió su nombre por el de Real Museo. Este gabinete respondía a la inclinación del rey hacia el cultivo del estudio de la naturaleza. La colección fundacional corrió a cargo del naturalista español Pedro Franco Dávila, quien además fue su primer director. Su ubicación original fue en la calle de Alcalá, en el Palacio de Goyeneche, en el que ya existía lo que hoy es la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. El gabinete pasó a ocupar el segundo piso de este edificio, pero como este espacio pronto resultó insuficiente, Carlos III encargó a Juan de Villanueva la construcción de un nuevo edificio ubicado en el Salón del Prado. Con esta finalidad Villanueva proyectó el actual edificio del Museo del Prado, aunque finalmente nunca llegaría a ocuparse con esta colección.

Vista del Palacio Goyeneche, actual Academia de Bellas Artes de San Fernando.

Vista del Palacio Goyeneche, actual Academia de Bellas Artes de San Fernando.

Fernando Brambilla: Vista del Real Museo de Pintura. Madrid, Patrimonio Nacional.

Fernando Brambilla: Vista del Real Museo de Pintura. Madrid, Patrimonio Nacional.

     El actual Museo de Ciencias Naturales de Madrid se crearía por fin el 1 de octubre de 1815, y albergaría además el Real Jardín Botánico, el Real laboratorio de química, Real Estudio de Mineralogía y el Real Observatorio Astronómico. En 1895, y tras ser desalojado por el Ministerio de Hacienda del edificio de la calle Alcalá, sus colecciones pasaron al Palacio de Biblioteca y Museos Nacionales, hasta que por fin en 1907 se puede hacer un traslado a la que hoy es su sede, el antiguo Palacio de la Industria y de la Artes.

     Este edificio fue construido para la Exposición Nacional de la Industria y de las Artes de 1881, y de su concepción primitiva, que lo mostraba rodeado de jardines, poco se conserva, ya que se han ido añadiendo edificaciones alrededor. No obstante, desde el Museo se ha impulsado la realización de un Jardín Mediterráneo con especies botánicas propias de la región. El edificio lo constituye una estructura de ladrillo y hierro, con columnas de fundición, pisos de viguetas metálicas y armaduras de cubierta de sistema Polonceau. Estaba ornamentado con motivos cerámicos, casi desaparecidos, al igual que las carpinterías de acero originales. En 1939 el museo pasó a formar parte del Centro Nacional de Investigaciones Científicas, CSIC, y desde entonces constituye además uno de los institutos de investigación científica más importantes del país en el ámbito de las ciencias naturales. En su sede se encuentran investigadores en áreas que van desde la paleobiología y la geología hasta la ecología y el cambio climático, pasando por la biología ambiental y la biodiversidad.

     El museo alberga colecciones y exposiciones de carácter científico, con el propósito de acercarnos a cómo es y cómo ha cambiado nuestro planeta, y la enorme diversidad desde el origen de la vida hasta la actualidad. Esta diversidad está presente no solo en sus colecciones, sino también en el jardín, que bien merece que le prestemos especial atención. El jardín que rodea el edificio pretende ser típicamente mediterráneo, y por ello en su diseño se establecen correspondencias en sus diferentes tramos con las diversas unidades botánicas presentes en la Comunidad de Madrid: desde los ambientes propios del sur-este, zona de Aranjuez, hasta los del norte de la Comunidad, zona de la Sierra de Guadarrama.

     Además, también se muestra un gran número de flora autóctona de otras comunidades peninsulares. El visitante puede adentrarse y apreciar las especies que conforman cada uno de estos núcleos a través de las rutas diseñadas para facilitar su acceso, y por ello el terreno se ha dividido en tres zonas principales: la montaña, ubicada en las pronunciadas laderas que rodean al Museo por el este, el monte estepario de los yesos de Madrid en la zona oeste y la zona de transición. Asimismo pueden observarse algunos árboles y arbustos exóticos, que fueron plantados con anterioridad, y que suponen una representación de la flora de distintos continentes. Así podemos encontrar el cedro del Atlas (Cedrus atlantica) de África, la acacia del Japón (Sophora japonica), la fotinia (Photinia), el gingo (Ginkgo biloba), la morera (Morus alba), el palmito chino (Trachycarpus), y el pitósporo (Pittosporum) como representantes asiáticos, de Australia el eucalipto (Eucalyptus), de Norteamérica el arce negundo (Acer negundo) y de otras zonas  mediterráneas el árbol del amor (Cercis siliquastrum). Sin duda, un lugar para el disfrute y el aprendizaje de niños y adultos, estudiantes y especialistas.

     Ya en el interior del museo, el pasado 23 de noviembre se presentaba al público la actualización de la exposición del Real Gabinete de Historia Natural. Su inauguración coincidía con una doble efeméride: por un lado se celebraba el III Centenario del nacimiento de Pedro Franco Dávila y por otro el 240º Aniversario de la Fundación del Real Gabinete de Historia Natural. En este nuevo montaje de contenidos no faltan las piezas emblemáticas del museo, pero a su vez salen a la luz nuevas obras que hasta ahora no se habían expuesto. Sobre todo lo que se ha querido es hacer un recorrido orientado a la difusión didáctica, multidisciplinar y lúdica de la variada biodiversidad de nuestro planeta. Entre las joyas del museo, pero sin embargo no muy conocida, se encuentra el elefante asiático Elephas maximus. Se trata de uno de los ejemplares naturalizados más antiguos que se conocen en el arte de la taxidermia. La piel, preparada en salazón por el disecador y dibujante del museo Juan Bautista Brú (1742- 1799), cubre una escultura de madera que se encargó al escultor Roberto Michel (1720-1786), director de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.

     Una de las piezas más atractivas que se han incorporado al nuevo recorrido es la obra La Osa Hormiguera de Su Majestad, 1776, cuya autoría por Francisco de Goya fue descubierta por nuestro colaborador Javier Jordán de Urries y publicada en la revista de arte Goya. De esta pintura ya nos hacíamos eco en el blog en uno de nuestros primeros artículos (aquí). Es desde noviembre cuando el enigmático óleo se expone por primera vez al público pudiendo así disfrutar de él de manera permanente.

Francisco de Goya: "La Osa Hormiguera de S.M.". Museo Nacional de Ciencias Naturales, Madrid.

Francisco de Goya: “La Osa Hormiguera de S.M.”. Museo Nacional de Ciencias Naturales, Madrid.

     Entre las principales novedades del nuevo recorrido expositivo es un vídeo en el que se proyectan imágenes de varias colecciones y publicaciones del Real Gabinete que se custodian actualmente en el Archivo y la Biblioteca del MNCN. Entre ellas, las colecciones Van Berkheij, Pedro Franco Dávila, Expedición Botánica a Nueva España, la de producciones de los mares de España y la Colección de láminas que representan animales y monstruos del Real Gabinete de Juan Bautista Brú de Ramón. Pero quizás quien va a convertirse en una de las estrellas del museo se encuentra en la sala central de biología. Allí está Vega, una impresionante ballena con larga historia hasta que ha llegado al interior del MNCN. Se trata de un enorme esqueleto de ballena cedido por el gobierno andaluz. El rorcual mide más de 20 metros y pesa más de 2.500 kilos. En febrero de 2008 el animal quedó varado en las aguas de la playa Cortijo Blanco, en Marbella. La gente quedó tan sorprendida por el impresionante tamaño de la ballena que no dudaron en ayudarla con cubos de agua, pero el mamífero tenía muchas heridas internas y pocas horas después murió en la orilla. Desde ese momento comenzó una intensa labor de preparación y taxidermia. Durante dos largos años se ha quitado toda la piel y la grasa del animal para dejar totalmente limpio el esqueleto y prepararlo para su exposición. El corazón de la ballena se quedó en el Parque de las Ciencias de Granada, los tejidos en el Parque Natural de Doñana y el esqueleto, lo más impresionante, se cedió al MNCN.

     Esto no es todo ya que la nueva exposición permanente cuenta con una sección de fósiles, meteoritos, minerales, rocas y evolución humana, un auténtico viaje a través de la historia de la tierra. Esqueletos de grandes mamíferos y de dinosaurios son los protagonistas de estas salas. Se conservan réplicas de los más importantes restos de paleontología humana del mundo, como el esqueleto de Lucy, el homínido Austrolopithecus afarensis más famoso del mundo, con 3,2 millones de años.

     Esto es solo una pequeña muestra de lo que vais a ver en este museo recientemente renovado. Un recorrido con algo de arte pero sobre todo con un mucho de historia. ¡Esperamos que os guste!

INFORMACIÓN BÁSICA:

Museo Nacional de Ciencias Naturales: José Gutiérrez Abascal, 2. Telf. 91 411 1328. Web: www.mncn.csic.es E-mail: info.edu@mncn.csic.es
Horario: martes a viernes, domingos y festivos de 10 a 17 horas / sábados, y domingos previos a festivos de 10 a 20 horas.

Precio: general, 7 €; reducida, 3 € (niños de 4 a 16 años, estudiantes con carné y desempleados); familias numerosas, descuentos especiales previa acreditación.

Cómo llegar: Autobuses: 7, 12, 14, 27, 40, 45, 147 y 150 / Metro: Gregorio Marañón, Nuevos Ministerios, Ríos Rosas y República Argentina / Renfe: Nuevos Ministerios.

* Gran parte de las fotos de este post están sacadas de la propia página del Museo.

 

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