En ocasiones es lo fortuito lo que nos permite avanzar en el conocimiento. Que de manera fortuita nos encontráramos hace unos años con el nombre de una pintora en un lienzo, ha dado pie a que desde ese momento hayan avanzado los estudios sobre la misma y se haya podido ampliar el conocimiento sobre su vida y su obra. Hoy queremos ayudar a dar visibilidad a Mariana de la Cueva, así como los últimos estudios que en el ámbito académico se han hecho sobre ella.

         Cuando emprendimos el camino de este blog los nombres de pintoras de la Edad Moderna que conocíamos eran limitados. Los avances de la Historia del Arte en ese campo, han dado un vuelco a la tradicional idea de que no había mujeres dedicadas a las actividades artísticas, aunque como hemos visto en muchos de los casos que hemos podido sacar a la luz, su actividad no fuera su profesión, si no que era un complemento a una formación erudita.

          En 2017 el Museo Nacional del Prado adquiría en una subasta madrileña, en la casa Abalarte, un lienzo con un San Francisco en meditación, siguiendo modelos del Greco, que aparecía fechado y firmado:  “D. Maria(a) de la cueba/ y barradas fac/año de 16(6)?4”[1]. Entonces se nos revelaba por primera vez el nombre de esta desconocida pintora, que, según la ficha del catálogo de la casa de subastas, era citada por Palomino:

CAPITULO X. De los grandes príncipes, y monarcas del mundo, y otras dignidades, señoras, y mugeres insignes, que han exercitado la pintura, y de los escritores de ella.

[…]

«En señoras de primera clase ha habido también ilustres exemplares. La serenísima reyna doña María Luisa de Borbón, primera esposa del señor Cárlos Segundo, pintó de miniatura, lo qual supe yo de su magestad misma, en presencia del señor Carlos Segundo. Sofonisba Cremonense, dama que fue de la serenísima reyna católica de España doña Isabel, muger del señor Filipo Segundo, fue excelente pintora; y asimismo sus tres hermanas Ana, Europa, y Lucia, que siendo dama de la reyna su hermana Sofonisba, está demás el decir, que eran de la gran casa de la Angusiola en Faenza. Y otra señora siciliana hubo en esta corte, en tiempo del señor Filipo Quarto, que hacía excelentes retratos en pequeño. La excelentísima señora doña Teresa Sarmiento, duquesa de Béjar, ha pintado muy bien; y no ha muchos años, que le merecí me mostrase una cabeza de nuestra señora, que en Valencia llaman del Auxilio, recién hecha de su mano, en cristal, por el reverso, con harto primor. La excelentísima señora doña María de Guadalupe, duquesa de Abeyro, no ha permitido falte en su universal comprehension la de la pintura; cuya inteligencia acompaña con la de todas buenas letras, y pericia universal de lenguas. También la excelentísima señora condesa de Villaumbrosa pintó con primor. Doña Mariana de la Cueva, Benavides, y Barradas, muger de don Francisco de Zayas, caballero del hábito de Calatrava, y hermana de otros tres caballeros del hábito, fué excelente pintora en Granada. Pero sobre todas, corona dignamente estos ilustres exemplares el de la serenísima reyna nuestra señora doña Isabel Farnesio, esposa dignísima de nuestro católico monarca, cuya excelente habilidad en la pintura, acompaña otras muchas prendas que ilustran su real persona, y que la constituyen acreedora, no solo del real tálamo, sino de los corazones de todos sus vasallos».

Antonio Acisclo Palomino y Velasco, El museo pictorico, y escala óptica. Teórica de la pintura, en que se describe su origen, esencia, especies y qualidades , con todos los demas accidentes que la enriquecen é ilustran. Y se prueban con demonstraciones, matematicas y filosoficas, sus más radicales fundamentos. Libro II. Madrid. Imprenta de Sancha,1795, p. 187.

Mariana de la Cueva, Detalle de la firma en el San Francisco en Meditación del Museo Nacional del Prado.

          De esta sucinta descripción del tratadista y pintor, podemos deducir que Mariana de la Cueva sigue ese modelo de mujer noble que ejercita la pintura como complemento de su formación y como actividad de manos honestas que evite las tentaciones mundanas, como vimos en otras damas pintoras como Doña Teresa Sarmiento, IX duquesa de Béjar (ver aquí) o en Sor Estefanía de la Encarnación (ver aquí).

          Pero, ¿qué sabemos realmente de Doña Mariana de la Cueva y Barradas? Por las actas y documentos encontrados en su localidad natal, Guadix, conocemos que nació en esa localidad y fue bautizada el 24 de febrero de 1623. Era hija de don Pedro de la Cueva y doña Juana María de Barradas. Contrajo matrimonio con 16 años en Granada con don Pedro Ostos de Zayas, caballero de la orden de Calatrava, en la parroquia de San Pedro y San Pablo. Falleció en Granada el 16 de septiembre de 1688 y fue enterrada en el convento de las Monjas del Carmen Calzado[2].

Presbiterio de la iglesia del Convento del Carmen Calzado de Granada. Foto: @cipripedia.

          Una vez que se localiza un nuevo nombre dentro de la Historia del Arte, se abre la posibilidad de indagar con nuevas perspectivas en la documentación y en los fondos de las colecciones artísticas. Es lo que ha ocurrido con Mariana de la Cueva, una vez que se ha redescubierto su nombre, se ha podido indagar más y se han obtenido datos biográficos importantes, su nacimiento en Guadix, su vinculación a Granada, su papel en esa ciudad dentro de las instituciones religiosas.

          En el último número de la revista Philostrato (nº12, ver aquí) ha aparecido un fantástico artículo de Manuel García Luque que nos permite conocer más obras de Mariana de la Cueva[3]. Entre 1669 y 1672 la iglesia del hospital de la Caridad y Refugio de Granada fue decorada con un conjunto de pinturas realizadas por Juan de Sevilla, Pedro Anastasio Bocanegra y Mariana de la Cueva. Del total de diecisiete lienzos, Mariana realizó nada menos que seis, todo un conjunto que, aunque no se conservan en su lugar de origen, por la destrucción del templo granadino, sí que se conservan vinculados a la entidad para la que los realizó.

Francisco Dalmau, detalle del Plano topográfico de Granada, 1796. Localizado con número 1: Iglesia Hospital de la Caridad y Refugio, 2: Iglesia del Hospital del Corpus Christi, 3: Iglesia parroquial San Gil. Foto: Instituto Geográfico Nacional y Manuel García Luque.

          El hospital de la Caridad y Refugio dependía de una hermandad, creada para el ejercicio de obras de misericordia dentro del más puro estilo de religiosidad moderna. La hermandad de la Caridad se fundó en 1513 y en 1639 cambió su nombre por el de Caridad y Refugio, siendo una de las hermandades preferidas por la nobleza granadina. Como hemos visto, la condición social de Mariana de la Cueva era de mujer noble, tanto su padre, como sus hermanos y su marido portaron hábitos militares, por lo que su papel en el ciclo pictórico se debe de entender como parte de su labor de caridad y no como ejercicio del oficio pictórico como forma de vida. García Luque nos indica que la relación de la pintora con la hermandad se remonta a 1644, fecha en que es admitido su marido como hermano.

          En 1672 la corporación decide aceptar el regalo de tres lienzos de su mano:

«que son los que están encima de la puerta principal, el uno del Santo Sepulcro, otro de San Francisco de Assis, y el otro de San Francisco de Paula, todos tres echos de mano de mi señora doña Mariana de la Cueba, viuda de don Pedro de Zayas, Caballero del Orden de Calatraba, nuestro hermano, y los dio de limosna […]»[4].

          Estas tres obras estaban colocadas a modo de tríptico, aunque hoy están desmembradas. Por ellas recibió la cantidad de 400 reales, pero como no podía ejercer el oficio de la pintura, la hermandad lo justifica en hacerse cargo del gasto en colores.

Mariana de la Cueva (Según Ribera), Liberación de San Pedro, 1672, Granada, Hospital de la Caridad y Refugio. Foto: Manuel García Luque.

          Además del tríptico, entregó a la hermandad otros tres lienzos: La liberación de San Pedro, San juan Bautista en el desierto y San Jerónimo en el desierto.

          Los tres lienzos del tríptico van firmados con su apellido “Cueva”, lo que unido a la documentación de archivo de la hermandad han podido ser adjudicados a la pintora. Lo más llamativo es que todas las composiciones son copias, fundamentalmente de Jusepe Ribera, del que derivan El entierro de Cristo, San Francisco de Paula, San Juan Bautista y la Liberación de San Pedro, mientras que el San Jerónimo bebe de un modelo perdido de Alonso Cano. Seguramente la fórmula de aprendizaje de Mariana de la Cueva fue el de la copia de obras de otros maestros. Con ello adquiriría cierta soltura, ya que el lienzo del Museo del Prado, como vimos antes, también es una copia, en ese caso del Greco.

          Gracias al afán de Mariana de dejar constancia de sus obras con su firma y a la labor de los historiadores que han podido rastrear su labor en la documentación de la época se ha podido sacar del olvido a esta interesante pintora accitana. Será cuestión de tiempo que otros muchos de los lienzos que todavía permanecen anónimos en instituciones granadinas, puedan ver la luz como obras de Mariana de la Cueva, una excelente pintora de Granada.

Notas:

[1] Abalarte Subastas, octubre 2017, lote 44. Ver aquí.

[2] Sara Rubayo, Pintoras, La Gata Verde, Madrid, 2021, nº 108, p. 120.

[3] He de agradecer a Manuel García Luque la generosidad de compartir con nosotros las fotografías que ilustran este artículo y el suyo de Philostrato. Para un acercamiento más profundo al programa pictórico de la iglesia del hospital de la Caridad y Refugio de Granada ver aquí.

[4] García Luque, Manuel, “Juan de Sevilla, Pedro Anastasio Bocanegra, Mariana de la Cueva y el programa pictórico de la iglesia del hospital de la Caridad y Refugio de Granada” en Philostrato, nº12, año 2022, p. 52. Ver nota 3.

 

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