“Lo más dramático de la vida de Artemisia no es su violación, son las conjeturas que tres siglos después siguen naciendo en torno a esa violación. Cuando se comprenda que Artemisia es mucho más que una mujer violada, que es una gran maestra, aun a pesar de haber sido violada empezaremos a entender a Artemisia y no trataremos de leer entre líneas porque, aunque la tentación de abandonarse a lo morboso sigue siendo un medio eficaz para matar el tiempo, es preciso evitarla, como siempre sucede con las tentaciones”

Estrella de Diego: La mujer y la pintura del XIX español. Cuatrocientas olvidadas y alguna más”. Ensayos Arte Cátedra. Madrid. 2009. p. 69.

 

Autorretrato tocando el laud. 1617-18. Curtis Galleries. Mineapolis.

   Éste que escribe lleva ya un tiempo pensando en hacer un artículo sobre la artista Artemisia Gentileschi (1593-1654), ya que es seguramente el mejor ejemplo de mujer artista de la Edad Moderna, la que obtuvo en vida más fama y prestigio, trabajando para las principales cortes, tanto nobiliarias como de las principales monarquías, de toda Europa. Dos cuestiones me han estado refrenando, la primera es que no quería caer en un artículo morboso, ya que es de todos conocido el incidente violento con Agostino Tassi en la biografía de la pintora. La segunda, quería que este artículo aportara algo novedoso o curioso, no una mera recopilación de datos biográficos y artísticos, que sirva como medio eficaz de contextualizar a la artista italiana y su obra. La lectura del texto que encabeza este artículo, de la profesora de Diego, me ha servido de acicate para lanzarme a buscar datos curiosos sobre Gentileschi, porque hay que saber contextualizar su obra y su biografía en su época y no tratar de hacer una trasposición de los sentimientos y sensaciones contemporáneos a un acto cuyas lecturas y connotaciones, no pueden ser extrapolados a nuestro tiempo. Porque Artemisia Lomi Gentileschi es mucho más que una mujer violada.

Orazio Gentileschi y Agostino Tassi. Concierto de Apolo y las Musas. Casino de las Musas. Palazzo Pallavicini. Roma.

     Es evidente que hay una preocupación, por parte de Artemisia, por la representación de heroínas y mujeres fuertes. La lectura simplificada de que esto se corresponde a su necesidad de mostrar su fortaleza como consecuencia del proceso judicial abierto por su violación, me parece simplista y creo que responde más bien a la exaltación de la figura femenina, sobre todo la Virgen y las mujeres fuertes del Antiguo Testamento, que se está realizando desde los postulados contrarreformísticos y que tiene un claro ejemplo en obras de artistas contemporáneos como pueden ser algunas pinturas de Carvaggio, sólo por citar algunas podríamos mencionar la Madonna dei palafreneri o la Virgen de los peregrinos, por no decir el casó más evidente: Judith y Holofernes

     Gentileschi forma parte de una gran saga de artistas de origen toscano, los Lomi. Su formación entra dentro de la tradición familiar. Su abuelo, Giovan Battista Lomi, era orfebre y su padre, Orazio, y su tío Aurelio, son pintores, que se forman en el taller de su tío Baccio Lomi, siguiendo el estilo manierista toscano de Bronzino y Cigoli.

     Artemisia, sin embargo, recibirá el influjo fuerte de la corriente naturalista, que partiendo de la obra de Caravaggio, se ha creado en los primeros años del siglo XVII. Al igual que su padre y maestro, la vertiente caravaggista de Artemisia acepta el fuerte contraste lumínico, que genera volúmenes, pero atemperado por fondos más claros y de paisajes. Su primera obra conocida es nada más y nada menos que la Susana y los viejos (Pommersfelden, Stiftung Schloss Weissentein) firmada y fechada de forma ostensible, en la piedra de la fuente junto a la pierna de la joven. Es simplemente una obra maestra y muestra ya el estilo de naturalismo claro que representa la vía de Orazio y la propia Artemisia. En esta etapa Romana, entre 1608 y 1612, dejará ya perfectamente definido su estilo, deudor de su padre, pero con un estilo y fuerza propios.

Susana y los viejos. Pommersfelden, Stiftung Schloss Weissenstein.

     Entre 1612 y 1620 pasará su primera estancia en Florencia, en la corte de los Grandes Duques de la Toscana. Aquí llevará el estilo imperante en la ciudad eterna, y dejará una profunda huella en otros artistas contemporáneos como Francesco Furini o Orazio Riminaldi. En Florencia pintará alguna de sus obras más célebres como su Judith decapitando a Holofernes (Museo Nazionale di Capodimonte y otra versión en Galería degli Ufizzi). En Florencia entró en contacto con los círculos eruditos, como con Galileo Galilei, con el que mantendrá una gran amistad e intercambiará correspondencia durante el resto de sus vidas.

     Entre 1620 y 1627 regresará a Roma, donde entrará en contacto con importantes personajes como el secretario del cardenal Francesco Borgherse, Cassiano del Pozzo, con el que tendrá también una importante correspondencia epistolar. Quizá por mediación de Cassiano, Artemisia será retratada por el pintor francés Simón Vouet.

     Tras una estancia en Venecia, finalmente en 1630, Gentileschi se establece en Nápoles. En la corte virreinal, donde ya habían pasado el propio Caravaggio o Anibale Carracci, y que en esos momentos ya estaban trabajando Jusepe Ribera, Massimo Stazione, Giovanni Lanfranco o Guercino, va a ser el lugar donde Artemisia encuentre que su lenguaje encaja con el gusto, tanto de las instituciones religiosas, como de los virreyes españoles. De tal forma, en Nápoles se establecerá el resto de su vida, salvo el breve viaje entre 1638 y 1642, a Londres, para atender a su padre que fallecerá allí en 1639.

     Seguramente de esta estancia napolitana, surgirán los encargos de obras para España. Sobre todo, los encargos del Duque de Alcalá. La presencia así de obra en la Península de Artemisia es muy temprana. Vamos a tratar de repasar esta presencia.

     Lo primero que siempre hago cuando me acerco a una figura tan importante, dentro de la Historia del Arte, es buscar la repercusión de su obra en la España de su tiempo. Y en el caso de Artemisia no puede ser más significativo, ya que aparece citada su biografía en el manuscrito de Lázaro Díaz del Valle, una de las primeras biografías de artistas, vinculada a la corte madrileña y a la figura de Diego Velázquez:

“Artemisia Gentilesca.

Pintora de Roma; desta mujer trajo el Duque de Alcalá a España algunas famosas pinturas. En el Buen Retiro desta Corte hay una pintura del Nacimiento de San Juan, que es cosa excelente”.

Lázaro Díaz del Valle: Origen y Ylustración del Nobilísimo Arte de la Pintura. 1656-1659 [en David García López: Lázaro Díaz del Valle y las Vidas de pintores de España. Fundación Universitaria Española. Madrid. 2008. p. 250]

     El texto de Díaz del Valle está escrito un par de años después de la muerte de Gentileschi, pero está claro que la fama de la pintora era lo suficientemente conocida y había obra de la misma desde muy pronto. El erudito ya nos pone sobre aviso de la presencia de obras en los grades focos artísticos del momento como son la corte de Madrid y Sevilla. Las obras que pertenecieron al III duque de Alcalá de los Gazules serían un Retrato, un San Juan Bautista, un David de medio cuerpo y un Cristo Bendiciendo a los que además habría que sumar la Magdalena sentada en una silla que hoy pertenece a la Catedral de Sevilla. Estas obras habrían sido adquiridas por el duque durante sus cargos como embajador en la Santa Sede (1625-1626) y virrey de Nápoles (1629-1631).

     Pero tenemos noticias anteriores todavía a ésta, en 1626, Cassiano del Pozzo, visitando el palacio en Madrid de Juan Hurtado de Mendoza, marqués de la Hinojosa y San Germán, puede observar en el oratorio:

“Vimos también un cuadro de las nupcias del Señor con santa Catalina, obra de Artemisa”

Cassiano del Pozzo: Diario del viaje a España. 6 de agosto. [en Alesandra Anselmi: El diario del viaje a España del cardenal Francesco Barberini escrito por Cassiano del Pozzo. Fundación Carolina y Edición Doce Calles. Madrid. 2004. p. 301].

     Pero además en el propio Alcázar de Madrid colgaba un cuadro de Gentileschi, al menos desde 1636, en que se recoge en el Inventario de ese año:

“Pieça nueva sobre el Çaguan y puerta Prinçipal de el Palaçio.

Hércules. Otro del mismo tamaño y moldura de la historia de Hércules. Es de mano de la Gentilesca, pintora romana”.

Gloria Martínez Leiva y Ángel Rodríguez Rebollo: Qvadros y otras cosas que tiene su Magestad Felipe IV en este Alcázar de Madrid. Año de 1636. Fundación Universitaria Española. Madrid. 2007. p. 85.

     Esta obra de Artemisia, que representa la historia de Hércules y Onfalia, colgaría en la misma pared del Salón Nuevo, que luego conoceremos como Salón de los Espejos del Alcázar, junto con la obra Moisés rescatado de las aguas mandada desde Inglaterra por su padre Orazio Gentileschi.

Orazio Lomi Gentileschi. Moisés salvado de las aguas. Museo del Prado. Madrid.

     Pero sin lugar a dudas, la obra más conocida de Gentileschi en España, es su Nacimiento de San Juan Bautista (Museo del Prado). Obra encargada desde Nápoles para decorar junto con otras relacionadas con la historia de San Juan Bautista, el recién inaugurado palacio del Buen Retiro. El encargo se viene fechando en 1635, por una carta que Gentileschi manda a Ferdinando II, duque de la Toscana, donde habla del encargo del Virrey para su Majestad Católica. Las obras con las que formaría conjunto serían: Anuncio del nacimiento de San Juan a ZacariasPredicación del Bautista en el desierto, San Juan Bautista se despide de sus padres y La degollación del Bautista de Massimo Stanzione, junto con una perdia pintada por Paolo Finoglio.

Nacimiento de San Juan Bautista. Museo del Prado. Madrid.


     Como hemos podido comprobar, se puede entender perfectamente la obra de Gentileschi sin recurrir a relecturas freudianas, a descontextualizaciones o a lecturas basadas únicamente en teoría de género. Bien es cierto, que todas estas lecturas ayudaron a la difusión de una figura, que tiene que ser incluida en la narración de la Historia del Arte por méritos propios, perfectamente entendida en el contexto de la Italia del primer barroco. Sus mujeres fuertes y decididas no son sino un reflejo de la preocupación por crear imágenes persuasivas, propio del barroco, dónde toman importancia la representación de los afectos y su inserción en una historia verosímil y si hay algo que tienen las obras de Artemisia Lomi es verosimilitud.

 

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