Las Carmelitas de la rama reformada de Teresa de Ávila llegaron a Toulouse, en Francia, en 1616 instalándose en un recien construído convento en 1625. Las monjas que llegaron para habitarlo procedían de Burdeos, el lugar donde primero se había establecido la Orden del Carmelo en su rama femenina en Francia. Al frente del nuevo convento en Toulouse se situó la Madre Isabel de los Ángeles, que había venido desde España por petición expresa de María de Médicis para establecer la Orden en Francia.

Extracto del plano catastral de Toulouse realizado en 1830. En él puede verse todavía el espacio que ocupaba el convento de las Carmelitas y como este estaba unido a la capilla.

     Mientras el convento de Toulouse estaba en construcción, el 12 de marzo de 1622, se produjo en Roma la canonización de santa Teresa de Jesús, junto a san Isidro Labrador, san Ignacio de Loyola, san Francisco Javier y san Felipe Neri (ver post aquí). Con motivo de dicha canonización, el 1 de julio de 1622 el rey Luis XIII y es su esposa Ana de Austria colocaron la primera piedra de una nueva capilla, adyacente al convento que se estaba construyendo, en honor a la Santa. El monarca se comprometió a donar 25.000 libras para la construcción. Sin embargo, rompió su promesa y finalmente el coste de la capilla lo asumió Guillaume de Rességuier, presidente del Parlamento de Toulouse, cuyas cinco hijas tomaron los votos en el convento.

Jean Chalette, Matrimonio de Luis XIII y Ana de Austria. Toulouse, Musée des Augustins.

     La construcción de la capilla se encomendó a Didier Sansonnet, arquitecto local que también fue el responsable de la Iglesia de Saint-Exupère o de la fuente de la Chartreuse. Este creó una estructura de planta sencilla, de una sola nave dividida en cuatro tramos y un ábside ligeramente tripartito, que se inscribía todavía dentro de la tradición del gótico meridional. La zona reservada a las monjas era la comprendida entre el ábside y el cuarto tramo de la nave. Allí había instalada una reja que aislaba a las religiosas del resto de la gente que acudía a las ceremonias religiosas.

Exterior de la Capilla de las Carmelitas en la actualidad. Foto: Wikimedia Commons.

     La originalidad de la capilla se encuentra en su bóveda. Esta está cubierta con paneles de roble colocados en forma de espiga, sostenidos por nervaduras, y en el enlace entre los arcos y las nervaduras se sitúan una bellas claves colgantes de madera esculpida que facilitan la acústica del lugar.

Vista de la bóveda del conjunto, con la estructura de arcos y nervaduras con decoración de claves de madera pintada y las pinturas de trampantojo. Toulouse, Capilla de las Carmelitas. Foto: InvestigArt.

     La espaciosa nave está iluminada por ocho ventanas situadas en el nivel superior de los muros. En el diseño original un gran rosetón se situaba sobre la sencilla portada principal, que culminaba en un frontón triangular. Al exterior el óculo sigue existiendo, pero al interior se cegó cuando se completó la decoración pictórica de los muros.

Vista en la que se observan los arcos que contienen las ventanas con figuras de Virtudes y la decoración de trampantojo del techo. Toulouse, Capilla de las Carmelitas. Foto: InvestigArt.

     La edificación se terminó en 1643, pero hasta finales del siglo XVII no se comenzó con la decoración interior del templo. Sí arquitectónicamente la capilla es de una gran sobriedad, la decoración pictórica es de una riqueza incomparable. Las monjas encargaron en 1676 al pintor Jean-Pierre Rivals (1625-1706) la realización de un ciclo de pinturas ideado por Sor Marie-Louise de la Miséricorde, priora del convento desde mediados del siglo XVII. El artista, inspirándose en la capilla Sixtina, comenzó a decorar la parte superior del templo, creando entre las ventanas una serie de figuras alegóricas que simbolizaban las Virtudes recomendadas por la Orden. En total dió vida a dieciseis personajes que daban vida a: la Vigilancia, el Trabajo, la Obediencia, la Pureza, la Penitencia, la Esperanza, la Fe, la Caridad, la Prudencia, el Celo, la Pobreza, la Sumisión, la Ciencia de los Santos, la Humildad, el Silencio y la Contemplación. Todas las figuras no sólo cuentan con atributos o tienen actitudes que indican la Virtud que representan, sino que también tienen inscripciones que las identifican. De toda esta serie Jean-Pierre Rivals tan sólo terminará cuatro de las figuras, las correspondienes a la Fe y la Caridad y las del Silencio y la Contemplación.

Jean-Pierre Rivals, La Contemplación y el Silencio, finales siglo XVII. Toulouse, Capilla de las Carmelitas. Foto: InvestigArt.

     A los pies del templo, en la contra-fachada el tema elegido por Rivals fue el de la Apoteosis de Santa Teresa. Sin embargo, pese a que se conservan varios bocetos del artista para el tema este fue ejecutado posteriormente tras la muerte del pintor. Se cree que su hijo Antoine (1667-1735) se hizo cargo del conjunto una vez que falleció su progenitor, pero realmente el sucesor de ambos, Jean-Baptiste Despax, fue quien entre 1747 y 1751 configurará y dará vida a la imagen actual de la capilla. Despax pintará la Apotesosis de Santa Teresa eliminando el óculo a los pies del templo. En la representación la Santa aparece elevada por la Trinidad. La acompaña la música de Santa Cecilia y la del rey David. A la izquierda de la santa aparecen los doctores de la Iglesia y los fundadores de las órdenes contemplativas, mientras que a la derecha, mártires, obispos y papas, entre ellos Gregorio XV, responsable de la canonización de la Santa, asisten a su ascensión. La pintura se hace pues eco del Concilio de Trento, defendiendo tanto el culto a los santos como al papado.

Jean-Baptiste Despax, Apoteosis de Santa Teresa, 1747-1751. Toulouse, Capilla de las Carmelitas. Foto: InvestigArt.

     Despax también es el autor de la decoración del ábside, una media cúpula en la que alrededor del triangulo que emana rayos de luz que representa a Dios, figuran los profetas y los Justos del Antiguo Testamento, que anunciaron la venida de Cristo y su Pasión. Asimismo, es el responsable de la decoración de la bóveda, que representa un cielo pintado con adornos en trampantojo: nubes, jarrones, ángeles volando, guirnaldas, etc…

Jean-Baptiste Despax, Ábside de la capilla de las Carmelitas de Toulouse. Foto: InvestigArt.

     En el nivel inferior, encastradas dentro de una estructura de madera que recorre todo el templo, realizada por el escutor Pierre Affre, se sitúa una completa serie pictórica. En el ábside tres pinturas que representan la Encarnación: la Anunciación, en el centro, escoltada por la Adoración de los pastores y la de los Magos. Mientras que en la nave principal se relatan los milagros del profeta Elías y su discípulo Eliseo.

Jean-Baptiste Despax, La Anunciación, 1747-1751. Toulouse, Capilla de las Carmelitas. Foto: InvestigArt.

Jean-Baptiste Despax, Eliseo divisando las aguas del Jordán, 1747-1751. Toulouse, Capilla de las Carmelitas. Foto: Wikimedia Commons.

     Las pinturas de Despax recuerdan a las de los grandes maestros del último barroco decorativo francés, como Antoine Coypel y François Lemoyne. Sus composiciones de profusión de figuras en movimiento y colores claros y apastelados suponen sin lugar a dudas la obra maestra de la pintura decorativa tolosana del siglo XVIII.

     Durante la Revolución Francesa las Carmelitas serán expulsadas de su convento y el edificio donde vivían fue destruído. El solar que ocupaba es en la actualidad la Biblioteca Municipal de Toulouse. La capilla sobrevivió, pero sus pinturas inferiores fueron desencastradas de la pared y la estructura que las contenía fue destruída. Los lienzos fueron depositados en el Musèe du Midi de la République, creado en 1793 en el antiguo convento de los Agustinos. Entre 1807 y 1905 la capilla se convirtió en la del cercano seminario mayor, creándose entonces una nueva carpintería en el interior del templo y devolviéndose en 1837 las pinturas a su emplazamiento original. Tras varios usos y pasar a depender el edificio del Ministerio de Cultura se realizó una importante restauración del conjunto que permite que en la actualidad pueda disfrutarse como la joya del barroco que es.

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