La catedral de Santa Cecilia de Albi es una de los templos más grandes e imponentes de Francia y el mayor edificio construído en ladrillo hasta época reciente. A finales del siglo XVII, su canónigo, Jean-Baptiste Nualart, natural de la diócesis de Girona y que había huído a Francia después de sublevación de Cataluña en 1640, adquirió en París un Apostolado completo con Cristo nuestro señor al abad François de Camps. Este era un conocido coleccionista de arte y estaba estrechamente vinculado con Hyacinthe Serroni, quien a la postre se conviritó, en 1676, en arzobispo de Albi.

     Nualart tuvo en su posesión el apostolado hasta que tras su muerte, el 3 de julio de 1694, las obras fueron donadas a la catedral de Santa Cecilia. El 8 de marzo de 1698 con motivo de la visita pastoral del arzobispo de Narbona Charles le Goux de la Berchère se describe por primera vez el conjunto formando parte de la decoración de la capilla de los Santos Juanes:

«Hay un gran cuadro que representa a san Juan Bautista y san Juan Evangelista, en un marco de mármol compuesto y dorado; acompañado de dos pilastras, capiteles y frontón del mismo mármol… Hay un altar pintado y dorado con un crucifijo y cuatro candelabros dorados. Donados para el altar por el canónigo Sr. Nualart hay trece cuadros representando a Nuestro Señor y los doce apostoles, con los bordes dorados para permanecer fijos alrededor de la capilla donde están».

Les Apôtres de Georges de la Tour, Paris, Hermann, 2004, p. 48.

Interior de la Capilla de los Santos Juanes en la catedral de Santa Cecilia de Albi.

     Hasta ese momento parece que la autoría de las obras era desconocida. En 1795, tras la Revolución Francesa, el conjuto vuelve a mencionarse formando parte de la decoración de la capilla de los santos Juanes de la catedral y en esta ocasión si que se da un nombre como posible ejecutor del conjunto. Este no es otro que el de Caravaggio:

«Vemos un San Juan Evangelista según Poussin, y las 12 pinturas pequeñas, tamaño de retratos que representan a los 12 apóstoles con un toque fuerte y oscuro como el de Michel-Age Caravage [pintor conocido y estimado]».

Ibidem, p. 50.

     Ya a principios del siglo XIX los originales son declarados en mal estado. Las filtraciones de agua en la capilla de los santos Juanes parecen que habían hecho mella en el conjunto. En 1820 Louis Guidi emprende la restauración de varias capillas por encargo de la catedral y tan sólo un año después el encargado de supervisar las obras de la catedral, el tolosano Alexandre du Mège, habla en un informe sobre los cuadros y dice que los contornos de las figuras han sido retocados, los pliegues de las ropas restaurados y las cabezas repintadas. Dos años después, en 1823, entra a trabajar para la capilla de los santos Juanes el restaurador Jacques Bosia, interviniendo en diversas obras del templo. Se cree que es en ese momento cuando bien Louis Guidi o bien Jacques Bosia, o los dos repartiéndose el trabajo, acometen la realización de una serie de copias de los cuadros del Apostolado para sustituir los originales dañados.

Copia siguiendo a Georges de la Tour, Cristo bendiciendo. Albi, Museo Toulouse-Lautrec.

     Ya en el siglo XX, la serie abandona la catedral de Santa Cecilia para situarse en el cercano museo Toulouse-Lautrec, antiguo palacio arzobispal de Albi, y entre 1938 y 1939 es llevada a París para su restauración y reentelado. Es ahí, por primera vez, cuando el conjunto se relaciona con la escuela de Georges de la Tour. Hubo que esperar no obstante al año 1972, con motivo de la retrospectiva dedicada a George de la Tour en la Orangerie de París, para que las obras se estudiaran en profundidad y se determinara por consenso que el Apostolado había sido una de las obras tempranas de la carrera de La Tour, realizado entre 1615 y 1620.

     Georges de la Tour había nacido en la villa episcopal de Vic-sur-Seille (Lorena) en 1593, un centro católico en medio del protestantismo de la región. No se sabe si se formó en su tierra natal conociendo la obra de los tenebristas italianos y holandeses por la circulación de artistas y de obras, o bien llegó a viajar a Roma y/o Utrecht y aprendió de primera mano el arte naturalista y el tratamiento de la luz. Lo que es cierto es que se colocó como el principal artista tenebrista francés del barroco y que en sus obras es visible un realismo rústico de las figuras, mezclado con la presencia de trajes contemporáneos y un aire plebeyo de los modelos que colocan al artista en la línea de Caravaggio. En el Apostolado de Albi, obras en las que el artista tendría unos 25 años, se observa la fuerza en la ejecución combinado con el estudio de diferentes composiciones. La diversa concepción de los cuadros nos hablan de un pintor que estaba todavía a la búsqueda de soluciones plásticas, un artista todavía en evolución y formación.

     Durante la investigación llevada a cabo en 1972 se descubrió que las dos únicas obras originales que permanecían del conjunto eran los cuadros de Santiago el Menor y San Judas Tadeo, mientras que el resto eran copias realizadas en el siglo XIX. En estos dos cuadros se observa como el artista conjuga la descripción detallada de la realidad, realizando con esmero las arrugas del rostro, los cabellos y la barba, o los ornamentos de la ropa, con la preocupación por la construcción geométrica de las figuras.

     Las copias, aunque bastante fidedignas, no llegan ni con mucho a la calidad de los originales. Ello lo podemos observar a la perfección ya que varios de esos originales que habían sido sustituídos por copias debido a su mal estado de conservación no se destruyeron, sino que han ido apareciendo en el mercado del arte. Así en 1941 salió en venta en el Hotel Drouot de París el correspondiente a San Felipe, que tras ser adquirido por una colección Suiza fue vendido en 1975 a Walter P. Chrysler Jr. y este lo donó al museo Chrysler de Norfolk en 1977.

Georges de la Tour, San Felipe. Norfolk, Chrysler Museum. Imagen perteneciente a dicho museo.

Copia siguiendo a Georges de la Tour, San Felipe. Albi, Museo Toulouse-Lautrec.

     Más reciente es la aparición de los cuadros correspondientes a Santo Tomás y San Andrés. En 1987 el santo Tomás fue descubierto en una colección privada en Albi y fue vendido por Christie’s en Mónaco el 22 de junio de 1991. La obra pasó por diversas colecciones japonesas hasta  que en 1993 salió nuevamente a la venta en Christie’s, esta vez en Londres. Finalmente en 2003 fue adquirido por el Museo de Arte Occidental de Tokyo. En lo que se refire al San Andrés, éste estuvo en la misma colección particular de Albi hasta que en 1991 fue vendido en Sotheby’s Mónaco y fue adquirido por un colecconista americano. Durante muchos años estuvo depositado en el Museo de Bellas Artes de Houston y el año pasado fue subastado nuevamente por Christie’s Londres alcanzando la cifra de casi 4,3 millones de libras.

     Por su parte el lienzo que representa a Santiago el Mayor reapareció en Sotheby’s Nueva York en enero de 2008 procedente de una colección particular parisina.

Georges de la Tour, Santiago el Mayor. Subastado en Sotheby’s Nueva York, 24 de enero de 2008.

Copia siguiendo a Georges de la Tour, Santiago el Mayor. Albi, Museo Toulouse-Lautrec.

     De los cuadros correspondientes a San Juan y San Bartolomé no se conocen ni originales ni copias y del resto de los lienzos, que tan sólo se conocen por las copias presentes en el Museo Toulouse-Lautrec de Albi, como son la figura de Cristo, san Matías, san Pablo, san Pedro y san Simón, esperamos que en algún momento también puedan surgir los originales.

     Es bastante claro que la reaparición de un buen número de los originales en el mercado implica que los restauradores que se ocuparon de los lienzos en el siglo XIX copiaron la serie y también conservaron los originales, “mejorando” su estado en lo posible para aumentar su valor de reventa, una práctica no del todo inusual en ese momento…

 

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