El protagonista del artículo de hoy tiene uno de los rostros más conocidos de la historia del arte, ya que su retrato cuelga en uno de los museos más grandes del mundo, y fue realizado por uno de los genios de la pintura occidental: Diego Velázquez. Pero, ¿qué sabemos de Juan de Pareja? Pues conocemos que fue un esclavo mestizo que perteneció al propio pintor hispalense y que también él mismo aprendió y ejerció la pintura. Sin embargo, es uno de esos nombres que ha quedado oscurecido dentro de esa etiqueta que se ha venido en llamar “los velázqueños”, los pintores vinculados al sevillano, a su taller y a sus formas, y cuyas personalidades han sido fagocitadas por la enorme sombra del maestro.

     Para acercarnos a la figura de Pareja, la mejor fuente ha resultado ser Antonio Palomino, que en el tercer tomo de su Museo pictórico y escala óptica, denominado El parnaso español pintoresco y laureado, nos habla del pintor al dedicarle una de sus biografías, así como también cuenta la anécdota del retrato de Velázquez por el que ha conseguido a la postre su fama:

«Quando se determinó retratase al Sumo Pontífice quiso prevenirse antes con el exercicio de pintar una cabeza del natural: hizo la de Juan de Pareja, esclavo suyo, y agudo pintor, tan semejante, y con tanta viveza, que, habiéndolo enviado con el mismo Pareja, á la censura de algunos amigos; se quedaban mirando el retrato pintado, y á el original con admiración y asombro, sin saber con quién habían de hablar, o quien les había de responder. Este retrato, que era de medio cuerpo, del natural, contaba Andrés Esmit, pintor flamenco en esta Corte, que á la sazón estaba en Roma, que siendo estilo que el día de san Joseph se adorne el claustro de la Rotonda, donde está enterrado Rafael de Urbino, con pinturas insignes antiguas y modernas, se puso este retrato con tan universal aplauso en dicho sitio, que á voto de todos los pintores de diferentes Naciones, todo lo demás parecía pintura, pero este solo verdad; en cuya atención fue recibido Velázquez como Académico romano, año de 1650»((A. Palomino, El Parnaso español pintoresco Laureado. Ed. Aguilar, 1947, p. 913.)).

     Palomino debió escuchar la anécdota de boca del propio Andres Smidt (ca. 1625 – post. a 1684), pintor contemporáneo al  artista y teórico, quien presenció la escena en sus años de formación en Roma. Lo más significativo, a nuestro juicio, no es la presencia en el texto del de Bujalance de Juan de Pareja, sino la ausencia de éste en la otra gran fuente para el conocimiento de la pintura en la corte de Madrid, el libro de la Vida de pintores de Lázaro Díaz del Valle, miembro de la corte de Felipe IV y amigo de Velázquez. La omisión en el libro de Díaz del Valle parece lógica, si atendemos a la consideración social de Pareja en la sociedad del Antiguo Régimen y tenemos en cuenta que el objetivo principal del texto de Díaz era ensalzar el origen noble de la Pintura y la consideración como tal de los pintores.

Andres Smitdt, La Virgen de Atocha con san Francisco de Asís y santo Domingo de Guzmán, firmado «A. Smidt f. A 1663». Madrid, Museo Lázaro Galdiano. foto: wikipedia.

EL RETRATO DE VELÁZQUEZ

     Cómo comentábamos arriba, la fama de Juan de Pareja seguramente viene determinada por la existencia del soberbio retrato de Velázquez, pintado durante su segundo viaje a Italia. Aunque el objeto del viaje era comprar obras para decorar las nuevas salas creadas en el Alcázar de Madrid, tras la reforma de su fachada (ver aquí) y conseguir un buen fresquista para pintar sus bóvedas, en realidad Don Diego, según Jonathan Brown, veía ese viaje como la plasmación de su triunfo artístico y personal. Acudía a la Ciudad Eterna como un maestro en el retrato, género del que no tenía rival en Roma. Esa circunstancia debía ser aprovechada por el pintor y por ello se encargará de hacer una serie de retratos a altos dignatarios de la corte de Inocencio X, así como al propio Sumo Pontífice (ver aquí). Si seguimos la narración de Palomino, el retrato de Juan de Pareja, sirvió a Velázquez para “hacer mano” para enfrentarse al encargo de retratar a Inocencio X, retrato que sabemos que realizó entre mayo de 1649 y enero de 1650 y en febrero de ese mismo año era admitido en la Congregazione dei virtuosi. Como se ha señalado en muchas ocasiones, las características físicas de Pareja y del papa no podían ser más opuestas, por lo que esa explicación dada por Palomino no se sostiene. En realidad el retrato de Pareja era el as en la manga que tenía preparado Velázquez para su presentación oficial como pintor retratista en Roma: la exposición en el atrio del Panteón de Agripa, el día de San José, de obras de los pintores de la academia. Está claro que el desafío de retratar a un modelo que físicamente se salía de lo habitual, tuvo que parecerle buena idea al Sevillano. Con una mirada penetrante y una apostura que denota seguridad y orgullo, el retrato de Pareja era un desafío, pensado para esa contemplación pública en competición con otros retratistas de Roma, en la que Velázquez sabía que iba a salir ganador.

Diego Velázquez, Retrato de Juan de Pareja, 1650. Metropolitan Museum. Nueva York

Del éxito transitorio de Velázquez en Roma quedarían la serie de retratos que Palomino nos cuenta que realizó:

«Retrató a el Cardenal Panfilio, a la ilustrísima señora Doña Olimpia, a monseñor Camilo Máximo, camarero de Su Santidad, insigne pintor, a monseñor Abad Hipólito, camarero también del papa, a Monseñor, mayordomo de su Santidad, y monseñor Miguel Angelo, barbero del Papa, a Ferdinando Brandano, Oficial mayor de la Secretaría del Papa, a Jerónimo Bibaldo, a Flaminia Triunfi, excelente pintora. Otros retratos hizo, de los cuales no hago mención, por haberse quedado en bosquejo, aunque no carecían de semejanza a sus originales: todos estos retratos pintó con astas largas, y con la manera valiente del gran Ticiano, y no inferior a su cabezas; lo cual no lo dudará, quien viere las que hay de su mano en Madrid»((A. Palomino, El Parnaso español pintoresco Laureado. Ed. Aguilar, 1947, p. 913.)).

JUAN DE PAREJA PINTOR

     La fuente tradicional para conocer datos biográficos del pintor es la biografía que le dedicó Palomino en su Parnaso y que nos sirve de primer acercamiento, pues como se ha venido demostrando, muchas de las anécdotas que salpican las diferentes biografías de los artífices que recoge el tratadista, son bastante acertadas.

Juan de Pareja, Detalle del autorretrato en la Vocación de San Mateo. Museo del Prado.

«Juan de Pareja, natural de Sevilla, de generación mestizo, y de color extraño fue esclavo de don Diego Velázquez y aunque el amor (por el honor del arte) nunca le permitió, que se ocupase en cosa que fuese pintar, ni dibujar; sino sólo moler colores, y aparejar algún lienzo y otras cosas ministeriales del arte, y de la casa: él se dio tan buena maña, que a vueltas de su amo, y quitándoselo del sueño, llegó a hacer de la pintura cosas muy dignas de estimación. Y previniendo en esto el disgusto forzoso de su amo, se valió de una industria peregrina; había, pues, observado Pareja, que siempre, que el señor Felipe Cuarto bajaba a las bóvedas, a ver pintar a Velázquez, en viendo un cuadro arrimado y vuelto a la pared, llegaba Su Majestad a volverlo, o lo mandaba volver, para ver, qué cosa era. Con este motivo, puso Pareja un cuadrito de su mano, como al descuido vuelto a la pared: apenas vio el rey, cuando llegó a volverlo; y al mismo tiempo Pareja, que estaba esperando la ocasión, se puso a sus pies, y le suplicó rendidamente le amparase para con su amo, sin cuyo consentimiento había aprendido el arte, y hecho de su mano aquella pintura. No se contentó a que el magnánimo espíritu real con hacer lo que Pareja le suplicaba, sino que volviendo a Velázquez, le dijo: no solo no tenéis, que hablar más en esto; pero advertid, que quien tiene esta habilidad, no puede ser esclavo. Aludiendo a lo que dijimos en el Tomo 1, que esta arte fue prohibida a los esclavos en el griego, y romano imperio; y no en el sentido que en España entendemos la palabra esclavo: sino en el que aquellas repúblicas lo entendían, que eran los pecheros, los que llamaban siervos, a quienes sólo se concedían las artes mecánicas, llamadas por estos serviles, por ser dedicadas a los siervos o esclavos; a distinción de las liberales, quedan reservadas para los libres, ingenuos, o nobles (que todo era uno).

Velázquez, hallándose preocupada la libertad con precepto tan soberano, obedeció ciegamente a su majestad en todo; Dándole desde luego carta de libertad absoluta a Juan de Pareja, el cual procedió tan honradamente, que todo lo restante de su vida sirvió, y no solo a Velázquez lo que sobrevivió a este caso y, sino después a su hija que casó con don Juan Bautista del mazo.

Y así por esta noble acción, como por haber tenido tan honrados pensamientos, y llegado a ser eminente en la pintura  (no obstante la desgracia de su naturaleza) ha parecido digno de este lugar; Pues el ingenio habilidad, y honrados pensamientos, son patrimonio del alma; Y las almas todas son de un color, y labradas en una misma oficina; Y más cuando le debemos considerar artífice de su fortuna; Y que él por sus honrados procederes y aplicación cómo se labró un nuevo ser, y otra segunda naturaleza.

Tuvo especialmente nuestro Pareja singularísima habilidad para retratos, de los cuales yo he visto algunos muy excelentes como el de José Ratés (arquitecto de esta corte) en que se conoce totalmente la manera de Velázquez, de suerte, que muchos lo juzgan suyo. Murió el dicho Pareja en esta Villa por el año de 1670, y a poco más de los 60 de su edad»((A. Palomino, El Parnaso español pintoresco Laureado. Ed. Aguilar, 1947, pp. 960-1)).

     Documentalmente se ha podido ver cómo Pareja está en Madrid, al servicio de Velázquez, desde al menos 1634, año en el que actúa como testigo en la entrega de la dote de Francisca de Velázquez, con motivo de su boda con Juan Bautista Martínez del Mazo, lo que vendría a ratificar como verídico ese dato que da Palomino de la fidelidad a la familia del pintor. El documento emitido por Velázquez fue publicado en 1983 y se encuentra en el Archivo di Stato di Roma:

«Donatio Libertatis

Illm.us D. Didacus Silva Velasco Hispaliensis Filius quondam Joi Rodiches in Alma Urbe ad presentam rediens… asserens à multis anni retimisse penes se uti captivum vulgo dicto per schiavo Joannes de Parecha filium quondam altris Joannis de Parecha de Antechera Malagnes diocesis..»((María del Mar Doval Trueba: Los “velazqueños”: pintores que trabajaron en el taller de Velázquez (tesis doctoral), Madrid, Universidad Complutense, 2004, p.228.)).

De las obras conservadas de Pareja, es en el retrato de José de Ratés, arquitecto cabeza de la saga de los Churriguera, donde más cercano lo vemos al modo de trabajar de Velázquez.

Juan de Pareja, Retrato de José Ratés arquitecto. Museo Bellas Artes Valencia.

    En la pintura religiosa, sin embargo, se aleja de los modos del sevillano, seguramente por falta de ejemplos o referentes y se acerca al modo de los pintores madrileños de su generación, que están mirando a modelos venecianos.

En cualquier caso, Juan de Pareja es un pintor interesante, que nos ha dejado un puñado de obras de calidad, pero cuya fama viene por el soberbio retrato de Velázquez que ha acabado por ensombrecer a la persona que hay detrás del mismo.

Juan de Pareja, La vocación de San Mateo. Museo del Prado.

BIBLIOGRAFÍA

Jonathan Brown, Velázquez. Pintor y cortesano, Alianza editorial, Madrid, 1986.

María del Mar Doval Trueba: Los “velazqueños”: pintores que trabajaron en el taller de Velázquez (tesis doctoral), Madrid, Universidad Complutense, 2004.

Víctor I. Stoichita, “El retrato del esclavo Juan de Pareja: semejanza y conceptismo” en AA. VV., Velázquez, Museo del Prado – Galaxia Gutemberg, Madrid, 1999, pp. 367-382.

Velázquez (catálogo de la exposición), Museo del Prado, Madrid, 1990.

 

 

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