En agosto de 1989 Patrimonio Nacional hacía público el robo de tres obras de arte del Palacio Real de Madrid. Lo más increible de todo es que los sistemas de alarma no saltaron, no se pudo precisar el día concreto del hurto de las obras, hasta dos meses después no se anunció la desaparición de una cuarta pieza (aquí) y lo que todavía es más sorprendente… de esta historia, parece que ya nadie se acuerda de ello. Y no fueron cuadros cualquiera los que los ladrones se llevaron… tuvieron un ojo excelente y calcularon bien que podían llevarselos pasando desapercibidos, ya que se trataban de obras de pequeño formato. El botín lo conformaron dos Velázquez, una Cabeza de dama y una Mano del retrato del arzobispo Fernando Valdés (fragmento de una composición perdida), un Busto de dama de época de Carlos II de Juan Carreño de Miranda, y el cuarto en discordia, anunciada su falta dos meses después, fue un boceto para el San Carlos Borromeo de Francisco Bayeu.

Juan Carreño de Miranda, Busto de dama de época de Carlos II. Obra robada en agosto de 1989 del Palacio Real de Madrid.

Francisco Bayeu, Boceto para el cuadro de San Carlos Borromeo. Obra robada en agosto de 1989 del Palacio Real de Madrid.

     Todas las piezas se encontraban entonces en la denominada zona de Museos Nuevos, situada en el principal de Palacio, en la esquina que mira al Campo del Moro y los Jardines de Sabatini. El robo se produjo en pleno mes de agosto, con gran parte del personal de vacaciones, y para más complicación, en esas fechas el Palacio estaba siendo objeto de algunas obras de remodelación con lo que había un mayor movimiento de personas externas y subcontratas.

Planta del Palacio Real de Madrid donde se señala la zona en la que se situaba el Museo de Pintura. Foto: ABC.

     Un año después del robo la policía declaraba que aunque se había sospechado de ocho personas a las que se había investigado, finalmente no habían encontrado indicios sólidos y se seguía sin pistas de lo que podía haber pasado con las obras. Estamos hablando de piezas que no son posibles de vender en el mercado anticuario o en las subastas. Su selección y lo “limpio” del robo, sin forzar puertas en una zona que solía estar cerrada con llave, podría indicar que éste fue realizado por encargo y había sido planificado con detalle, ya que la idea de sustraer esas pinturas sin tener un comprador claro no parece que sea factible. Aparte del robo por encargo se manejaron diversas hipótesis. Una de ellas es que las piezas hubieran sufrido una especie de secuestro, habiendo quedado ocultas en alguna parte del edificio, y cuyo escondite no sería revelado sin el pago de una recompensa. Pero lógicamente, esa hipótesis se descartó rápidamente al no tener ninguna comunicación de los presuntos “captores” de las obras.  Una segunda vía de investigación fue propuesta por el subdirector general de Bienes Muebles Histórico Artísticos de aquél entonces, Román Ledesma, quien no descartaba que más que un robo se tratase de un “extravío intencionado”, algo parecido a lo que había sucedido en el Museo del Prado en noviembre de 1987, cuando la tabla del pintor holandés Adriaen van Ostade, Concierto rústico, desapareció y fue encontrada a posteriori en unos lavabos del museo (ver noticia aquí). Nuevamente con el paso del tiempo esta teoría también cayó por su propio peso.

     A día de hoy se sigue sin pistas del paradero de las obras o de quién pudo estar detrás de su desaparición. Recordarlo y difundirlo es la única forma de que algún día puedan reaparecer los cuadros sustraídos. La Brigada del Patrimonio Histórico de la Policia Nacional, creada en 1977, sigue manteniendo como prioritario la localización de las obras, que están catalogadas dentro de su base de datos “Dulcinea”. Asimismo, la Interpol tiene también recogidas las obras en sus bases de datos y ha creado una aplicación para el móvil ID-Art a través de la cual todos podemos ver las obras que se encuentran desaparecidas o informar si se tiene pista del paradero de las piezas.

     Aparte del enlace que os hemos dejado con la página de Interpol también os ponemos aquí los códigos QR para poder descargaros directamente la aplicación a vuestro dispositivo móvil.

     No sólo nosotros hemos sido víctimas de una importante sustracción. Hay que recordar la sufrida por el Isabella Steward Gardner Museum en Boston, en donde el 18 de marzo de 1990, se llevaron, en este caso con violencia, 13 obras de arte de sus salas. Entre ellas dos Rembrandt, un Vermeer y un Manet (ver post aquí). También en ese caso las obras siguen sin haber sido localizadas.

     Si algo han tenido de positivo estos robos es que sirvieron para reforzar las medidas de seguridad y los controles sobre los espacios expositivos de las obras artísticas. Ahora sólo queda que podamos recuperar nuestros tesoros perdidos*.

*Nuestra intención es ealizar una serie de artículos en los que recordemos sustracciones de obras artísticas para así promover nuevamente su visibilidad y lograr de ese modo que puedan volver al lugar de donde no debieron haber salido.

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