Las arquitecturas efímeras fueron elementos utilizados en cualquier festejo que tenía lugar en las ciudades hasta bien entrado el siglo XIX. Sus materiales económicos, maderas, lienzos, etc., y fácilmente trabajables hacían que pudieran montarse estructuras complejas en muy poco tiempo, causando efectos sumamente decorativos, y permitiendo cambiar por completo la imagen de las ciudades. Una de las ocasiones que mayores celebraciones acarreaban eran las entradas de las nuevas soberanas a la Corte. Para ello eran meses de preparación los que se utilizaban para crear complejas estructuras cargadas de significado alegórico, las cuales, una vez pasaban los festejos eran destruidas. Sin embargo, en el siglo XVII, con motivo de la entrada de dos soberanas en Madrid, Margarita de Austria y María Luisa de Orlenas, se decidió la realización de un Arco o Puerta de piedra que fuese recordatorio permanente de estas reinas y que al mismo tiempo cumpliera una función utilitaria: una de ellas debía de servir de entrada a la ciudad de Madrid, la Puerta de Alcalá, y la otra de acceso principal al Palacio del Buen Retiro. De ambas puertas y su concepción y evolución trata este texto.

La Puerta de Alcalá

     La primera Puerta de Alcalá que existió para dar la bienvenida a los viajeros que accedían a la Villa por el Camino de Alcalá fue encargada, tanto en su traza como en su ejecución, a Patricio Cajés con motivo de la entrada de la reina Margarita de Austria en la Corte en 1599. La estructura realizada en ladrillo y piedra y revocada de mármol, constaba de un arco central y dos puertas laterales y sobre ella una escultura «hecha de bulto con una corona en las manos que la ofrecia a la reina nombrándose Madrid por llamarse en latín Mantua Varpetana [sic]. Sobre la obra havia un hombre que significaba el Fundador de la Villa el qual le ofrecía la llave de ella […]»[1].  La imagen de esta estructura la tenemos gracias al cuadro de Jusepe Leonardo, realizado con anterioridad a la transformación de la puerta en 1636. Se trataba así del primer Arco realizado para la entrada de una soberana que no era una estructura efímera, sino que se realizó para que perdurase en el tiempo. Un arco triunfal de entrada a la ciudad cuya tradición enlazaba con la de los arcos romanos que servían de acceso a las ciudades como vimos recientemente (aquí).

Juan Pantoja de la Cruz, Margarita de Austria, 1605. Royal Collection, Hampton Court Palace, nº inv. RCIN 404970.

Jusepe Leonardonia, Vista del Palacio del Buen Retiro marcado en recuadro rojo la Puerta de Alcalá, ca. 1636. Madrid, Patrimonio Nacional.

     En 1636 la puerta sufrirá una modificación con motivo de su incorporación a la cerca que rodeaba los jardines del Palacio del Buen Retiro. Es entonces cuando pasó de tener un arco tripartito a tan sólo un vano, tal y como se refleja en el grabado anónimo que se conserva en la Biblioteca Nacional. Asimismo, su decoración alegórica en torno a la figura de Margarita de Austria se tornó en devocional, presidida por una imagen de Nuestra Señora de las Mercedes acompañada de San Pedro Nolasco y la Beata Mariana de Jesús[2]. Sin embargo, la extremada sencillez de la puerta es lo que pudo llevar a su modificación nuevamente a finales de siglo. En 1691 Teodoro Ardemans ideó un plan para dotar de monumentalidad a uno de los principales accesos de la población. El arquitecto regio planificó la ampliación de la calle Alcalá y retrasó la localización de la Puerta para que sirviera de referencia al final de la calle. De su ubicación anterior más próxima al Prado de San Jerónimo nos da cuenta el plano de la Villa realizado hacia 1623 por Antonio Mancelli. Con su traslado se conseguía, tanto desde el interior como desde el exterior de la Villa, un vestíbulo de entrada digno a Madrid[3].

Anónimo español: La Puerta de Alcalá de Madrid, ca. 1636. Aguafuerte y buril, 215 x 160 mm. Madrid, Biblioteca Nacional de España, sig. INVENT/70849.

Antonio Mancelli y Frederick de Wit: Detalle de La Villa de Madrid Corte de los Reyes Católicos de Espanna, ca. 1623. Madrid, Instituto Geográfico Nacional, sig. 32-A-1.

     El proyecto parece que no sólo contemplaba el cambio de ubicación de la Puerta sino también la sustitución de ésta por una nueva que retomara la idea tripartita de Cajés. Sin embargo, cuando vemos la puerta resultante de la intervención[4], parece que se reutilizó la puerta creada en 1636, se la ensanchó lateralmente para lograr la grandiosidad que se perseguía y se revistió el conjunto de piedra para darle una imagen de ostentosidad. Para poder ensanchar la Puerta se expropiaron algunas casas contiguas propiedad del Conde de Oñate y se modificó la tapia de los hornos del pósito[5]. El proyecto de Ardemans quedó concluido hacia 1692 como certificó Melchor de Bueras[6].

     La puerta resultante tras la intervención de Ardemans tenía mayor porte. Se trataba de una estructura tripartita con un gran arco central rematado con un frontón partido que albergaba un escudo real, decorado con bolas o florones de piedra en los ángulos, y sendos arcos de menor tamaño a los lados. Esta puerta creada por Ardemans es la que puede observarse en el lienzo anónimo madrileño de finales del siglo XVII perteneciente a la colección Abelló[7] o en el cuadro de Antonio Jolí de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Ésta persistirá hasta que en época de Carlos III se decida sustituirla por la proyectada por el arquitecto regio Francisco Sabatini, cuya construcción comenzó en 1770[8]. Una puerta que perdía ya su sentido como acceso a la ciudad, pero que se consolidaba como una estructura decorativa de primer orden que daba una imagen monumental y poderosa de la Villa y Corte.

Francisco Sabatini, La puerta de Alcalá en la actualidad. Foto: Investigart.

La Puerta de entrada al Retiro o Puerta de Mariana de Neoburgo

     La Puerta de entrada al Palacio del Buen Retiro se construyó en 1679 con motivo de la entrada de la reina María Luisa de Orleans en Madrid. Al igual que la primera Puerta de Alcalá, la diseñada por Patricio Cajés en 1599, creada para conmemorar la entrada de Margarita de Austria en la Villa, esta nueva Puerta quería también servir de elemento fijo, y no efímero, que permaneciese y embelleciese tanto el palacio como el entorno donde se situaba.

José García Hidalgo, María Luisa de Orleans, 1679. Madrid, Museo Nacional del Prado.

     La obra se le encargó al maestro de cantería Melchor de Bueras el 2 de agosto de 1679 y de la traza se ocupó el maestro de arquitectura Pedro de Landa. Ésta debía de abrirse enfrente de la carrera de San Jerónimo, accediéndose así al palacio por el denominado Patio de Oficios, a cuyo fin se derribaron las cocinas primitivas y un vano adintelado que se conocía anteriormente como la Puerta de los Caballeros[9]. La puerta, de único vano adintelado, presentaba un adorno de baquetones y una cartela en el centro, que estaba flanqueado asimismo por dos pilares sobre los que apoya una cornisa rematada por un arco de medio punto. El interior del arco estaba calado y en él figuraba el escudo real de Carlos II y motivos de hojas y flores. Remataba el conjunto la presencia de tres esculturas, una personificación de la Fama o Fortuna encima del arco, realizada por el escultor Pietro de Mentinoves[10], y a ambos lados de ésta, en la base del arco, una representación de Marte encadenado, a la izquierda, y, seguramente, una representación de la diosa Minerva o de Penélope hilando, a la derecha[11]. Estas dos últimas fueron acometidas por el escultor Pedro Alonso de los Ríos. Con las tres esculturas se simbolizaba la prosperidad, felicidad del matrimonio y fortalecimiento de la paz que se esperaba con la llegada al trono de la primera consorte de Carlos II.

     Todo el conjunto se realizó en granito y piedra de Tamajón, aunque la escultura de la Fama no pudo estar terminada para la entrada de la soberana, colocándose provisionalmente una realizada en yeso. Aunque la escultura de Mentinoves estuvo acabada en septiembre de 1680, tal y como consta de la tasación que de ella realizaron Francisco Rizi y José de Mora[12], ésta no se colocó en su lugar hasta 1690 con motivo de la entrada de una nueva reina en Madrid, Mariana de Neoburgo, segunda esposa de Carlos II (sobre la llegada de la segunda esposa de Carlos II y su entrada en la Villa, aquí). A la figura se le añadieron en este momento unas alas de hierro doradas y a la puerta una inscripción en latín que reza «EGRE DEHE / MARIA ANA TUISOI ACONCOR / CUIUTARCU ET COLOSOS / QUOTNUME GENIA / ERIGISELOGIA / AUE ET FAUE / 1690» cuya traducción sería “Oh, insigne María Ana, seas bienvenida con este arco triunfal (erigido) por voluntad de los ilustres (en los que) suscitas elogios. Salve y (seas) alabada, 1690”.

Jacobus Harrewyn, Desposorios de Carlos II y Mariana de Neoburgo. Madrid, Biblioteca Nacional.

Inscripción dedicada a la reina Mariana de Neoburgo. Foto: Investigart.

     La puerta continuó en ese emplazamiento hasta que en 1847 se trasladó para servir de entrada al palacio de San Juan en el Buen Retiro y más tarde de acceso a la reja de la iglesia de San Jerónimo el Real, hasta que en 1922 se movió delante del Casón del Buen Retiro en la entrada al Parterre de los jardines del Sitio[13], lugar que aún hoy ocupa.

Melchor de Bueras, La puerta de Mariana de Neoburgo en la actualidad, dando acceso al Parterre de los Jardines del Buen Retiro. Foto: Investigart.

NOTAS DEL TEXTO

[1] Del Amo Horga, Luz María, Cercas, puertas y portillos de Madrid (Siglo XVI-XIX). Madrid, Universidad Complutense de Madrid, 2003, pp. 493-494.

[2] Lopezosa Aparicio, Concepción, «Precisiones y nuevas aportaciones sobre la primitiva Puerta de Alcalá. Del Arco de Cajés a la propuesta de Ardemans», Anales de Historia del Arte, 14 (2004), p. 188 y 2005, p. 430.

[3] Ibidem, p. 190 y Lopezosa Aparicio, Concepción, El paseo del Prado de Madrid. Arquitectura y desarrollo urbano en los siglos XVII y XVIII. Madrid, Fundación de Apoyo a la Historia del Are Hispánico, 2005, p. 430.

[4] Estos mismos perfiles de la puerta también son visibles en el dibujo preparatorio del cuadro de Antonio Joli que se conserva en la colección Abelló. Véase Colección Abelló. Catálogo de la exposición realizada en el Centro Centro, Madrid, 2014, pp. 29 y 167, cat. 12.

[5] Lopezosa Aparicio, «Precisiones y nuevas aportaciones sobre la primitiva Puerta de Alcalá…, p. 190.

[6] Ibidem, p. 190.

[7] Así también lo ha considerado la Dra. Lopezosa que en su artículo de 2004 situaba la imagen de la Puerta de Alcalá reflejada en el lienzo del Museo de Historia de Madrid, copia del de la colección Abelló, como la representación que mostraba el aspecto de ésta tras las transformaciones de Teodoro Ardemans. Véase Ibidem, p. 189, fig. 2.

[8] Chueca Goitia, Fernando, «Francisco Sabatini y la Puerta de Alcalá», Villa de Madrid, 60 (1978), pp. 25-31.

[9] Los documentos sobre el encargo y evolución de la obra pueden verse en Zapata, María Teresa, La entrada en la Corte de María Luisa de Orleans. Arte y Fiesta en el Madrid de Carlos II. Madrid, Fundación de Apoyo a la Historia del Arte Hispánico, 2000, pp. 75-79 y 249-251; véase también Del Amo Horga, Cercas, puertas y portillos de Madrid…, pp. 485-493.

[10] Zapata, La entrada en la Corte…, p. 76. Pietro de Mentinoves era el escultor de la catedral de Toledo y había sido nombrado para ese cargo por el Cardenal Portocarrero en junio de 1679. Sobre éste véase Gutiérrez Pastor, Ismael, «Una atribución a Pietro di Martino Veese: El Escudo de Armas de Carlos II entre ángeles tenantes de la Iglesia de las Calatravas de Madrid y la influencia de Bernini en la decoración española del barroco», Archivo Español de Arte, 312 (2005), pp. 419-427.

[11] Zapata, La entrada en la Corte…, p. 77 y Del Amo Horga, Cercas, puertas y portillos de Madrid…, p. 489.

[12] Zapata, La entrada en la Corte…, p. 76 y Del Amo Horga, Cercas, puertas y portillos de Madrid…, p. 488.

[13] Zapata, La entrada en la Corte…, p. 79.

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