A finales de 1634 se decidió realizar una ampliación dentro de los aposentos de la reina Isabel de Borbon. Ésta ya contaba con un pequeño Oratorio dentro de su Cuarto del Alcázar de Madrid, pero se consideró que sus dimensiones eran demsiado pequeñas. Por ello el 5 de diciembre de ese año los maestros Gaspar Ordóñez y Miguel del Valle fueron escogidos para levantar un nuevo oratorio de mayor tamaño. Las obras empezaron casi de inmediato y para crear la nueva estancia se elevó en altura el pasadizo de la Encarnación, que unía el Palacio con la Casa de Oficios y la del Tesoro. Con este nuevo oratorio se quería dotar al edificio de un lugar para las prácticas piadosas, como novenas o las celebraciones marianas, a las cuales pudieran asistir el numeroso grupo de damas de palacio; o la realización de ceremonias solemnes como la confirmación de Infantes o los desposorios de algunas damas de la reina. El espacio resultante fue una gran sala rectangular de unos 10 metros de largo por 5 de ancho, abierta al exterior por tres ventanas que daban hacia la plaza de entrada al Alcázar y dividida en tres partes gracias a sus dos bóvedas de cañón separadas por una cúpula central. Del aspecto exterior del Oratorio tenemos constancia gracias al plano de Texeira de 1656.

Anónimo madrileño: Isabel de Borbón. Madrid, Museo Nacional del Prado.

Detalle del Oratorio del cuarto de la reina en el plano de Texeira de 1656.

     Las trazas del nuevo espacio fueron firmadas por Juan Gómez de Mora y las condiciones por Alonso Carbonel. Los trabajos arquitectónicos debieron finalizar en agosto de 1635, ya que en esta fecha se encargó a Angelo Nardi, siguiendo lo proyecto por Gómez de Mora, la realización de la pintura al temple de la bóveda en la que debían representarse cuatro muchachos (seguramente cuatro ángeles mancebos) y otros dos en los espacios donde se cerraban las ventanas. El diseño seguido por Nardi es probablemente el que se encuentra en la Biblioteca Nacional y que ha sido atribuido a Julio Cesar Semini, quién en 25 de septiembre de 1635 recibió 350 reales por “dibujar y dar de colores a la planta y perfil del oratorio de la reina”. En paralelo a las pinturas del oratorio se encargó en septiembre de 1635 la realización del retablo para contener la Virgen de la Expectación al aparejador Martín Ferrer por 30.000 reales siguiendo las trazas de Gómez de Mora.

Julio Cesare Semini o Juan Gómez de Mora: Proyecto para el oratorio de la reina Isabel de Borbón en el Alcázar de Madrid. Madrid, Biblioteca Nacional.

     Las obras finalizaron entre 1635 y 1636 y llegó entonces el momento de las decoraciones muebles. Para este espacio se comisionaron una serie de obras relacionadas con el desarrollo de los embarazos y partos de las soberanas. La festividad de la Expectación era una de las más importantes que se celebraban anualmente en el Alcázar, y por ello es lógico que tuviera un lugar destacado ya que como dijo Mateo Frasso:

“la sucession de los Reyes para esta Monarquia es el negocio de la mayor importancia della, para conseguir de la Divina Piedad el buen suceso de los partos de las Reyna está introducida mucho años ha una devocion de celebrar en el Oratorio grande de la Reyna nra Señora nueve Salves a una devotissima imagen que hay en él”.

Virgen de la Expectación. Sevilla, Castilleja de la Cuesta.

     La imagen a la que hace referencia Frasso era una escultura de la Virgen de la Expectación que mostraba al Niño en una cavidad a la altura del vientre. La figuradebía ser prácticamente igual a la mandada realizar por la Condesa de Olivares, camarera mayor de la reina, para la parroquia de Santiago de Castilleja de la Cuesta, Sevilla. Alrededor de ella se situaron nueve lienzos que recreaban las Nueve Fiestas de Nuestra Señora: Concepción, Natividad, Visitación, Anunciación, Presentación, Expectación, Purificación, Asunción y Nuestra Señora de las Nieves. Éstos se describen en el inventario realizado tras la muerte de Isabel de Borbón como:

“Diez quadros que ynbió el Cadenal Borxa. Diez quadros, los nueve de las nueve fiestas de Nuestra Señora, que ynbio el Cardenal Borja de Roma, y el otro la Coronaçión de la Birjen con la Sereníssima Trinidad, que hiço Velázquez, todos al olio, con marcos dorados, de dos baras y terçia de alto y dos menos sesma de ancho. A cinquenta ducados cada uno de los nueve y el otro mill reales todo vellón… 202.300”.

 

Diego Rodríguez de Silva y Velázquez: Coronación de la Virgen. Madrid, Museo Nacional del Prado.

     Estos nueve óleos fueron enviados, hacia 1635-1636, por el Cardenal Borja a la reina Isabel y fueron obra del pintor italiano Alessandro Turchi. De éstos solo conservamos cinco, todos ellos en el Museo del Prado: el Nacimiento de la Virgen, la Anunciación, la Visitación, la Presentación del Niño en el Templo y la Asunción de la Virgen. Junto a ellos se hace también referencia a la Coronación de la Virgen de Velázquez, obra que se ha considerado que vino a ser el colofón del conjunto, representándose una apoteosis de María como Reina del Cielo. La obra posiblemente también fuese encargada por el Cardenal Borja a Velázquez para obsequiar con ella a la soberana, ya que el prelado fue quién ofició el bautismo de la Infanta María Teresa en octubre de 1638 en el propio Alcázar.

Teodoro Ardemans: Planta del Alcázar de Madrid (detalle), 1705. Paris, Bibliothéque Nationale de France. Fuente: Paisajes Urbanos Matritenses. Con el número 36 (parte inferior derecha) está numerado el Oratorio de la Reina.

     Sobre la colocación de todos estos lienzos solo podemos conjeturar, pero hemos querido hacer un planteamiento de reconstrucción que os mostramos aquí. Basándonos en el Texeira y en el plano del Alcázar de Teodoro Ardemans de 1705 hemos sacado la planta de la capilla y a través del dibujo de Julio Cesare Semini hemos reconstruído la imagen que presentarían cada uno de los cuatro muros que configuraban el espacio.

Planta del Oratorio de la Reina del Alcázar de Madrid. Reconstrucción por Investigart.

     Empezaremos nuestro recorrido por la cabecera de la Capilla. Ésta estaría ocupada en su centro por un retablo presidido por la escultura de la Virgen de la Expectación y a ambos lados de éste se situaron las puertas de acceso para continuar hacia las Casas de Oficios y la Casa del Tesoro. A cada lado de las puertas se colocaría una obra, la Inmaculada Concepción (derecha) y la Coronación de la Virgen de Velázquez (izquierda), siendo ambas pinturas el principio y el fin del recorrido ceremonial de las novenas.

Testero del Oratorio de la Reina del Alcázar de Madrid. Reconstrucción

     Se continuaría el recorrido en el muro sur o de ventanas. En éste debido a los tres vanos que había se situarían tan sólo dos obras que serían el Nacimiento de la Virgen y la Presentación de la Virgen en el Templo.

Muro sur del Oratorio de la Reina del Alcázar de Madrid. Reconstrucción por Investigart.

     A los pies de la capilla, en el lado opuesto al altar, otras dos pinturas flanquearían la puerta de entrada. Éstas serían la Anunciación y la Visitación.

Pies del Oratorio de la Reina del Alcázar de Madrid. Reconstrucción por Investigart.

     Finalmente, en el muro norte de la capilla, colgarían cuatro lienzos, siguiendo la ordenación de huecos que figuran en el proyecto de Julio Cesare Semini de la Biblioteca Nacional sobre el que hemos planteado la reconstrucción. Estos lienzos representarían la Natividad, la Presentación del Niño en el Templo, la Venida del Espíritu Santo y la Asunción de la Virgen. Y como ya hemos dicho anteriormente, en ese recorrido circular que se haría entorno a la capilla rezando la novena por el buen parto de la soberana, se terminaría nuevamente en la cabecera de la capilla, delante del Coronación de la Virgen de Velázquez.

Muro norte del Oratorio de la Reina del Alcázar de Madrid. Reconstrucción por Investigart.

     De todas estas obras se conservan cinco de los lienzos de Turchi y el lienzo de Velázquez, en el Museo del Prado y resaltadas en color en la reconstrucción. Las cuatro que faltan son la Inmaculada, la presentación de la Virgen en el Templo, la Natividad y la Venida del Espíritu Santo. Dos de ellas hemos podido rastrearlas hasta la Guerra de la Independencia, con lo que es posible que algún día vuelvan a aparecer tanto, la Presentación de la Virgen en el Templo como la Venida del Espíritu Santo. Para nuestra reconstrucción hemos tomado la Inmaculada que Turchi pintó para la Iglesia de Santa Úrsula en Mantua y el dibujo de la Natividad, también realizado por él, que se conserva en la Walker Art Gallery. Asimismo, como no teníamos referencias para las obras de la Presentación y de la Venida del Espíritu Santo hemos cogido dos obras barrocas que podrían haber estado en línea con lo realizado por Turchi. Estas cuatro pinturas al no ser las originales que colgaron en el espacio están en blanco y negro en la reconstrucción propuesta.

     Con esta reconstrucción hemos querido acercarnos a un espacio cuya decoración no sólo cumplia un propósito ornamental sino que formaba parte del recorrido procesional de la reina y de sus damas en el Alcázar y que tenía como fin principal el más alto que le deparaba a cualquier soberana, el de velar por la continuidad dinástica.
IMPORTANTE: Estas reconstrucciones son inéditas y han sido creadas en exclusiva para el blog Investigart. Por favor, no coger las imágenes sin autorización de Investigart.

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