Hoy damos comienzo a una serie de post en los que queremos contar la historia de mujeres destacadas a través de los retratos con los que conocemos sus rasgos. La historia de muchos de estos personajes fuertes, decididas, o que por el contrario no pudieron manejar su destino, siempre se ha visto de una forma secundaria, en un contexto histórico en el que los hombres eran los que detentaban el poder y en los que las mujeres eran una simple pieza con la que jugar en el complicado tablero político europeo.

     Hemos decidido empezar este recorrido por la infanta Isabel Clara Eugenia. Nacida en Valsaín el 12 de agosto de 1566, fue la hija mayor del matrimonio de Felipe II y de su tercera esposa, Isabel de Valois. La pequeña fue bautizada por Giovanni Battista Castagna, nuncio apóstolico, que se convertirá en 1590 en el Papa Urbano VII. Su nombre fue elegido poniéndole en primer lugar el nombre de su madre, Isabel, el segundo por la onomástica del día, Santa Clara, y el tercero debido a la gran devoción que el rey tenía a San Eugenio, cuyo cuerpo había sido trasladado el año anterior desde París a Toledo.

     En los primeros retratos que poseemos de la infanta ésta aparece junto a su hermana pequeña, Catalina Micaela, nacida tan sólo un año después que ella en octubre de 1567. Sánchez Coello plasmará en numerosas ocasiones a las dos infantas hecho que constataba el especial afecto que les profesaba el rey, que encargó muchos de estos retratos en distintas etapas de la vida de sus hijas.

Sofonisba Anguissola, atribuido a: Retrato de Isabel Clara Eugenia con unos 10 años de edad. Turín, Galleria Sabauda.

Sofonisba Anguissola, atribuido a: Retrato de Isabel Clara Eugenia con unos 10 años de edad. Turín, Galleria Sabauda.

     A partir que Isabel Clara Eugenia cumpla los diez años de edad empezamos a tener retratos de la niña ya sola. Isabel se convertirá en la favorita de su padre por su inteligencia y caracter despierto. De hecho con el tiempo será la única a quien le esté permitido ayudarle en sus labores de estado. Ella será la encargada de revisar documentos y traducirlos del italiano al castellano.

Alonso Sánchez Coello: Retrato de Isabel Clara Eugenia, h. 1570. Madrid, Museo Nacional del Prado.

Alonso Sánchez Coello: Retrato de Isabel Clara Eugenia, h. 1579. Madrid, Museo Nacional del Prado.

     Hacia 1579 Alonso Sánchez Coello realizará el primer retrato de Estado que conservamos de la infanta. Con tan sólo trece años, está aparece representada de pie, apoyando el brazo derecho en el respaldo de un sillón y la mano izquierda sujetando un pañuelo. En la cabeza lleva un tocado de perlas rematado con una piocha de plumas. Luce un rico atuendo en blanco, bordado en oro, y con numerosas botonaduras y apliques de oro, perlas y piedras preciosas. Siguiendo la tendencia del retrato veneciano, el artista dió suma importancia a las texturas de los ropajes y los aderezos de joyería.

Alonso Sánchez Coello: La infanta Isabel Clara Eugenia y Magdalena Ruiz, h. 1585-1588. Madrid, Museo Nacional del Prado.

Alonso Sánchez Coello: La infanta Isabel Clara Eugenia y Magdalena Ruiz, h. 1585-1588. Madrid, Museo Nacional del Prado.

     Isabel era la hija mayor de Felipe II pero aún así no era la heredera al trono de España ya que desde el cuarto de matrimonio de su padre con Ana de Austria, en 1570, ésta dio a luz a una sucesión de varones de los que sólo sobreviviría el futuro Felipe III. En un retrato grupal de alrededor de 1584 vemos a las dos hijas mayores de Felipe II ante el monarca y acompañando a su hermano pequeño que se muestra como el sucesor de la corona hispánica.

Anónimo: Las hijas de Felipe II, sus hijas y el heredero al trono. Nueva York, Hispanic Society.

Anónimo: Las hijas de Felipe II, sus hijas y el heredero al trono. Nueva York, Hispanic Society.

     En agosto de 1589, cuando Isabel contaba 23 años de edad, su tio materno el rey Enrique III de Francia falleció asesinado sin tener descendientes directos. Fue entonces cuando Felipe II intentó reclamar la corona de Francia para su hija Isabel Clara Eugenia, pero también lo hizo el hugonote Enrique IV. Con motivo de su matrimonio con Felipe II, Isabel de Valois había renunciado a sus derecho sobre el trono de Francia, es por ello que “la jugada” de Felipe II no fue bien vista y unió a los católicos y hugonotes franceses en contra de Felipe II y facilitó la subida al trono de Enrique IV y el fin de las guerras de religión de Francia.

Juan Pantoja de la Cruz: Retrato de Isabel Clara Eugenia, h. 1598. Madrid, Museo Nacional del Prado.

Juan Pantoja de la Cruz: Retrato de Isabel Clara Eugenia, h. 1598. Madrid, Museo Nacional del Prado.

     La especial unión y en cierta forma dependencia de Felipe II con Isabel Clara Eugenia se deja notar en dos aspectos. Por una parte en los dos últimos retratos que aquí os enseñamos de Isabel esta muestra en su mano un pequeño medallón con el rostro de su padre. Esto haría referencia al hombre validador de sus derechos dinásticos, Felipe II,  y también expresaría de alguna manera la gran proximidad sentimental a su progenitor. Finalmente, mientras que su hermana menor Catalina Micaela se casó en 1685, con dieciocho años, con Carlos Manuel I de Saboya, Isabel Clara Eugenia no contrajo matrimonio hasta el 18 de abril de 1599 con su primo hermano el Archiduque Alberto de Austria, quien renunció a los hábitos y al arzobispado de Toledo para poder casarse. Isabel contaba en aquel momento treinta y tres años, una edad muy avanzada en aquél entonces para contraer esponsales, y fue concertado en 1598 por un Felipe II que se sentía ya muy enfermo y falleció el 13 de septiembre de ese mismo año. Isabel había estado prometida no obstante anteriormente, desde los dos años de edad se había concertado su matrimonio con el emperador Rodolfo hasta que éste, cuando ella ya tenía más de veinte años, declaró que no tenía intención de casarse con nadie.

     Antes de su matrimonio con su primo, Felipe II había otorgado a su hija como dote los Países Bajos y el ducado de Borgoña, por lo que tras su unión ambos pasaron a ser los soberanos de este territorio. Sin embargo había una clausula por la cual a la muerte de uno de los cónyuges, si estos no habían tenido descendencia, el territorio pasaría de nuevo a la corona española. El gobierno del Archiduque Alberto y de Isabel Clara contribuyó a la consolidación del poder español en los Países Bajos españoles, tras ochenta años de rebelión contra la dominación habsbúrgica, y al desarrollo y riqueza de las tierras flamencas.

Pedro Pablo Rubens y Jan Brueghel el viejo: El Archiduque Alberto de Austria. Madrid, Museo Nacional del Prado.

Pedro Pablo Rubens y Jan Brueghel el viejo: El Archiduque Alberto de Austria. Madrid, Museo Nacional del Prado.


Pedro Pablo Rubens y Jan Brueghel el viejo: La Archiduquesa Isabel Clara Eugenia. Madrid, Museo Nacional del Prado.

Pedro Pablo Rubens y Jan Brueghel el viejo: La Archiduquesa Isabel Clara Eugenia. Madrid, Museo Nacional del Prado.

     Isabel Clara ejercerá en los Países Bajos una profunda labor de protección de las artes. Entre los artistas que los archiduques patrocinarán destacan Wenzel Coebergher, Jan Brueghel de Velours, y por encima de todos Pedro Pablo Rubens, quien desde 1609 comenzó a trabajar como pintor de corte para los archiduques. Rubens realizará desde ese momento tanto las imagenes oficiales de éstos como importantes encargos religiosos -la mayor parte tras la muerte del Archiduque- como es el caso Tríptico de San Ildefonso, La Sagrada Familia Rodeada de Santos o la serie de cartones para tapiz sobre la exaltación de la Eucarístia, con destino al Monasterio de las Descalzas Reales en Madrid.

     La prosperidad alcanzada por los territorios ­flamencos gracias a los archiduques será reflejada en multitud de obras en la que se ilustra la vida pública de los gobernadores. La gran colección artística que Isabel Clara consiguió se vislumbra gracias al conocimiento del gran número de pintores que trabajaron directamente para ella y a los inventarios posteriores de los palacios y residencias oficiales de los archiduques.

     En 1621 el Archiduque Alberto de Austria fallecía y, al no haber hijos del matrimonio, los Países Bajos volvieron a la corona española. Isabel ingresará entonces en la orden tercera de San Francisco y pedirá a su sobrino Felipe IV regresar a Madrid y retirarse en el Monasterio de las Descalzas Reales. Sin embargo, sabiendo de la importancia del papel de su tía, el soberano no aceptó y la mantuvo en el cargo de gobernadora. En flandes residirá Isabel Clara Eugenia hasta 1633, fecha de su muerte. Durante estos últimos años de gobierno se alternarán los grandes éxitos políticos y militares, como la toma de Breda en 1625, con la pérdida de algunos territorios como Bolduque en 1629 y Maastrich en 1632.

Peter Snayers: Isabel Clara Eugenia en el Sitio de Breda. Madrid, Museo Nacional del Prado.

Peter Snayers: Isabel Clara Eugenia en el Sitio de Breda. Madrid, Museo Nacional del Prado.

     Sus últimos retratos, realizados tras la muerte de su esposo, muestran a Isabel Clara Eugenia vestida con el hábito de la franciscana orden de Santa Clara, ya que tras enviudar dejó de vestir joyas y vestimentas profanas. Los primeros retratos con este nuevo atuendo serán realizados por Rubens a partir de 1625. El artista no sólo seguirá siendo su pintor de corte sino que también se convertirá en su consejero y emisario político. Sin embargo, el mejor retrato de la Archiduquesa, el cual será objeto de múltiples copias, fue el que Van Dyck realizó de ella en 1627 y se conserva en la Galleria Sabauda de Turín. Es en la mirada de este retrato donde seguimos viendo la fuerza y sabiduría de una mujer que consiguió ser apreciada y valorada por dar estabilidad política a unos territorios muy complicados y que llevó a Flandes a su edad de oro cultural.

Anton Van Dyck: La Archiduquesa Isabel Clara Eugenia, gobernadora de los Países Bajos. Turín, Galleria Sabauda.

Anton Van Dyck: La Archiduquesa Isabel Clara Eugenia, gobernadora de los Países Bajos. Turín, Galleria Sabauda.

     Posdata: Si queréis saber más sobre la personalidad, vida, gobierno e intereses artísticos de esta fascinante mujer os recomendamos el libro “Isabel Clara Eugenia. Soberanía femenina en las cortes de Madrid y Bruselas”.

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