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     En la antigüedad se creía que la luna solo poseía el lado que era visible desde la tierra. Sin embargo, ya en el siglo XVII Galileo Galilei fue capaz, con sus observaciones telescópicas, de adivinar algunos de los misterios que se escondían tras la cara oculta de la luna. Esa fascinación por conocer lo desconocido y por descubrir nuevas cosas es lo que empujó al hombre siglos más tarde a pisar ese satélite. Con ese mismo espíritu de conocimiento los historiadores del arte intentamos desentrañar los misterios de lo oculto y vamos mucho más allá de lo visible a simple vista.

     Cuando nos paramos a admirar un lienzo, ya sea en una galería de arte o en un museo, analizamos la luz, el colorido e intentamos vislumbrar la historia, el sueño, el personaje o la quimera que el artista dejó plasmada en el cuadro para nuestra contemplación. No se nos ocurre pensar que como toda moneda o como la luna, todo lienzo también tiene una cara oculta, una cara que lejos de ser anodina o carente de interés puede ofrecernos variadísimas informaciones, una perspectiva diferente de ver y entender la obra en si misma. En algunos casos encierran obras de arte inacabadas o fallidas, como es el caso de la tabla del MET de Lucas Cranach que aquí os enseñamos. Ésta tiene dos posibles lectura, una que se trate de un soporte reaprovechado. El precio de las tablas era alto y por tanto, era normal reutilizar éstos. Una segunda hipótesis, que creemos más acertada, es que se trate de algún santo protector que hiciera referencia al nombre del retratado. En el siglo XV y XVI era normal que los comitentes de las obras se retrataran con el representate de su santoral, por lo que esta teoría tiene todo el sentido. Asi pues, estudiando con detenimiento la imagen del reverso ésta nos podría aportar nueva información sobre la imagen principal.

     En otras ocasiones, el reverso de la obra nos puede ayudar a desentrañar el autor, año de creación o incluso nos puede aportar información sobre el título de la obra o el personaje representado. Ese es el caso dos de las obras que aquí os enseñamos La Virgen con el Niño y Santos de Ludovico Carracci del MET que en su parte posterior aparece firmada y fechada; y el Retrato de Mariano Goya del Meadows de Dallas, en cuyo reverso aparece una inscripción autógrafa de Francisco de Goya en la que se precisa incluso la edad a la que el artista realizó la obra.

     Esa cara, que normalmente no vemos, nos habla de las posibles heridas y curas recibidas por las obras, siendo el reflejo muchas veces de las dificiles peripecias por las que en sus años de vida una pintura ha pasado. Injertos, zurcidos, reentelados, cambios de bastidor, de soporte… muchas son las informaciones sobre las intervenciones o condiciones de conservación que ha tenido un cuadro con un simple vistazo a su reverso.

     Traseras que nos hablan, a través de números pintados, etiquetas o inscripciones, de antiguos propietarios y lugares donde estuvieron colocadas, de historias de incautaciones, robos o expolios… ¿Qué haríamos para identificar muchos de los lienzos de la colección real que se encuentran en el Prado si no tuvieran los números de inventario antiguos pintados en los bastidores? Era habitual en el siglo XIX e incluso en el XX deshacerse de los números de inventario que estaban en la superficie del lienzo, como estaban pintados sobre el barniz, un simple cambio de éste acababa con ellos. Sin embargo, gracias a la pervivencia de los números pintados en bastidores y traseras de lienzos aún es posible su rastreo en las colecciones reales.

     En fin, es a través de ese lado desconocido de las pinturas donde podemos explorar nuevas y diversas interpretaciones de éstas y de su periplo vital. Por ello no se sorprendan, si como en el video, ven un día a un historiador o restaurador pidiendo que se de la vuelta a un lienzo, ya que para nosotros es casi tan importante la información que nos ofrece un lado como el otro. Por que en el arte, al igual que ocurría con la luna, siempre hay algo más de lo que se ve a simple vista…

P.D: Ahora mismo hay una exposición en Madrid del artista Andrzej Wróblewski, realizada por el Museo Reina Sofía en el Palacio de Velázquez, llamada “Verso/reverso”. En ella se muestran una serie de obras en las que el artista polaco utilizó las dos partes del lienzo o el papel como un símbolo de su obra: las dos caras suelen ser discordantes entre sí, una geométrica y la otra figurativa, cuestionando y complicando la una a la otra, haciendo que el espectador tome partido por una. Hasta el 28 de febrero.

Vista de sala de la exposición Andrzej Wróblewski. Verso / reverso, 2015. Foto MNCARS.

Vista de sala de la exposición Andrzej Wróblewski. Verso / reverso, 2015. Foto MNCARS.


 

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