Con el peculiar nombre de la Casa del Bosque de Segovia era conocido en tiempos de Felipe II, su gran promotor, el palacio de Valsaín situado en la vertiente norte de la sierra de Guadarrama. Valsaín fue uno de los edificios más queridos para el Rey Prudente y en el que ensayó las formulas constructivas que van a dar cuerpo a la arquitectura madrileña, o más propiamente dicho cortesana, de la Edad Moderna. Su actual estado de abandono no hace sino aumentar en nosotros la voluntad de difundir qué fue y qué representó este Palacio para la Historia del Arte y la Cultura hispánica.

Anónimo madrileño: Vista del Palacio de Valsaín. Patrimonio Nacional.

Anónimo madrileño: Vista del Palacio de Valsaín. Patrimonio Nacional.

     El bosque de Valsaín era un cazadero muy usado desde la edad media, por su proximidad a la ciudad de Segovia, donde habitualmente se establecía la Corte de los Trastámara durante los siglos XIV y XV. Estaba situado en el valle homónimo en un recinto cercado de unas cien hectáreas. El bosque que rodea este paraje está formado por robles y fresnos.

     En este bosque tenían una pequeña casa de caza los reyes, siendo muy usada tanto por Enrique III, al que se le atribuye la iniciativa de su construcción, como por Enrique IV. Este primitivo palacio medieval tendría una disposición entorno a un patio, el cual sería la base para las posteriores adiciones de época de Felipe II. Este patio central lo presidía una escalera de tipo claustral, con tres tramos ascendentes y dos descansillos en los ángulos del cuadrado de su planta, similar a la del Hospital de Santa Cruz en Toledo, obra de Alonso Covarrubias.

Planta de Valsaín. Archivo General de Simancas.

Planta de Valsaín. Archivo General de Simancas.

     A este núcleo se le añadió ya en época de Felipe II un corredor que iría perpendicular a la primitiva fachada del palacio, cerrando lateralmente la plaza de acceso y rematando este corredor en una torre. El rey aprobó las trazas estando en Monzón en 1552 quedando bajo la supervisión del entonces Maestro Mayor de Obras Reales: Luis de Vega.

     Las obras pasarán a estar dirigidas posteriormente por Gaspar de Vega, sobrino del anterior, que había viajado en el séquito de Felipe II tanto a Inglaterra como a Flandes, siendo conocedor de primera mano del modo de rematar las arquitecturas en los Países Bajos mediante las techumbres de madera recubiertas de pizarra, tradición que el todavía príncipe Felipe había podido ver y apreciar en su Felicissimo Viaje a aquellas tierras.

     Lo que en un principio iba a ser una lonja de acceso al palacio en la crujía sur, por mandato de Felipe II, se acabó transformando en un jardín privado del que se conserva la traza aprobada por el rey con su firma en el Archivo General de Simancas. El jardín privado estaría amenizado por dos fuentes, una gruta y una sala de burlas, siguiendo el tipo ya empleado en los jardines del Alcázar de Madrid, Aranjuez o la Casa de Campo. Al final de la Galería del jardín se levantaría la torre nueva, hecha a imitación de la torre dorada del Alcázar y que se terminó en 1572.

1.Anton Van der Wyngaerde: Detalle de la vista del Alcázar donde se aprecia la Torre Dorada.

Anton Van der Wyngaerde: Detalle de la vista del Alcázar donde se aprecia la Torre Dorada.

     La creación del jardín privado motivó la necesidad de dotar de una nueva entrada al palacio y por ello se contruyó un pórtico de siete arcos en la fachada oeste del mismo. De Vega trató de dar cierta articulación al edificio al dotar a la nueva fachada de acceso de simetría, construyendo una segunda torre para conseguirlo. Sin embargo esto creó a su vez cierta confusión de planta, dejando de ser ordenada y pasando a ser un conglomerado de cuerpos con cierta independencia.

     El toque final al palacio lo daban las techumbres empizarradas construídas entre 1564 y 1565. La imagen de policromía provocada por combinar el ladrillo con la piedra berroqueña y la pizarra, así como la agrupación bastante pintoresca de galerías, corredores, torres, patios y jardines daban al palacio un inconfundible aire manierista, propio de la época.

     En el aspecto exterior del edificio, así como en la articulación de los jardines, tuvo un papel fundamental el influjo que en el Rey Prudente tuvo el conocimiento de los palacios flamencos. Jardineros, carpinteros y constructores de este origen están documentados por la Junta de Obras y Bosques trabajando en las residencias españolas de Felipe. Tanto en Valsaín, como en Aranjuez o Madrid, había rastros del influjo de los palacios de Binche, Boussu y Mariemont.

     Del aspecto original exterior de este palacio contamos además de con imágenes como el dibujo de Antón van der Wyngaerde de 1562 y el óleo anónimo de principios del siglo XVII; con las descripciones literarias. Conocemos la que hizo de él en 1592 Jehan l’Hermitte donde insiste en la cantidad de torres y torrecillas que poseía resaltando tanto “su hermosa situación como su magnífica estructura hecha a la manera de las de nuestro país”. También la descripción de Julio Chifflet, canónigo francés que fue capellán de Felipe IV, que lo visitó en el siglo XVII:

“Valsaín no era antiguamente más que un torreón, que aún queda todavía, edificado por el Rey Enrique llamado el Doliente (Enrique III de Castilla, Rey entre 1390-1406) para poder venir a holgarse cazando en este bosque, próximo a Segovia, su residencia ordinaria; pero el Emperador Carlos V levantó allí un pabellón con sus galerías altas y bajas ni más ni menos como uno de los patios del palacio de Madrid, y puso los blasones de sus estados sobre cada una de las arcadas como está en Madrid. Más tarde el rey Felipe II añadió a esto un bello jardín en su superficie al pabellón precedente y varias galería alrededor descubiertas para la más fácil comunicación con las torres; la vivienda es muy confortable y todos los criados se alojan aquí comodamente”.

Anton Van der Wyngaerde: Vista del Palacio de Valsaín.

Anton Van der Wyngaerde: Vista del Palacio de Valsaín.

     En cuanto al interior sabemos que en torno a 1564 estaba Rodrígo de Holanda o Diriksen, pintor yerno de Antón Van der Wyngaerde, en el propio Valsaín realizando lienzos para su decoración. En 1562 existía ya una galería llamada de San Quintín, a la que irían destinadas entre otras una serie de pinturas alegóricas de dicha batalla. No sabemos si esta galería se asemejaría en algo a la Galería de Batallas del Monasterio de El Escorial, pero nos pone en la pista de la decoración interior del palacio. Además para la capilla de éste, Felipe II destinó el Calvario de Rogier van der Weyden que hoy pertenece a Patrimonio Nacional y que ha sido recientemente restaurado. Tras la construcción del Monasterio de El Escorial la gran tabla de Van der Weyden se trasladará allí mientras que en Valsaín se ubicará una copia realizada por Navarrete “el Mudo”. La información nos la relata Lázaro Díaz del Valle en un manuscrito compuesto a mediados del siglo XVII: “lo primero que hizo en San Lorenzo el Real (Navarrete) fueron unos profetas de blanco y negro en unas puertas de un tablero de la Quinta angustia que está ahora en la pared de la sacristía (se refiere al Descendimiento de van der Weyden) Copió luego un crucifijo grande excelentísimo que estaba en el altar de la Sacristía, muy del natural aunque nuestra Señora y San Juan no más de blanco y negro. Contentole mucho al Rey esta copia; mandole poner en una capilla que tienen el bosque de Segovia”.

Rogier Van der Weyden: La Crucifixión. Patrimonio Nacional.

Rogier Van der Weyden: La Crucifixión. Patrimonio Nacional.

Juan Fernández de Navarrete: La Crucifixión. Toledo, Museo de Santa Cruz.

Juan Fernández de Navarrete: La Crucifixión. Toledo, Museo de Santa Cruz.

     El principio del fin de la Casa del Bosque se produjo tras el aparatoso incendio que sufrió en 1682, en un momento en el que las arcas de la Junta de Obras y Bosques estaban resentidas por todo el proceso de reparación del también incendiado Monasterio de El Escorial. Va a ser Felipe V, el primer rey de la dinastía Borbón, quien se interese en recuperar esta Real Casa. En 1701 la Junta solicitó al corregidor de Segovia un informe detallado sobre la situación del inmueble y la inversión precisa para rehabilitarlo. En este informe se constató que la estructura original se mantenía en buen estado y que sólo habían sufrido las paredes interiores y las techumbres. El fuego había empezado en las partes altas y había afectado principalmente a las partes donde madera y yeso eran más abundantes. El mayor daño no lo había causado el fuego sino el estado de abandono de casi 20 años. El estallido de la Guerra de Sucesión retrasará el inicio de las obras hasta el final definitivo de ésta. En febrero de 1717 volvía a presentarse ante el monarca el proyecto de reconstrucción y éste tomó la determinación de mandar a su Maestro Mayor de Obras Reales a valorar tal propuesta, en ese momento el cargo era detentado por Teodoro Ardemans que propuso al Rey reordenar el palacio a “lo moderno”, siguiendo el gusto francés de salas ordenadas con largas perspectivas, y elevar los techos para dar mayor amplitud y majestuosidad a los interiores. Básicamente lo que el mismo Ardemans estaba tratando de hacer en el Alcázar madrileño.

     Así se iniciaron las obras entorno a 1718 y en dos años se había logrado procurar alojamiento digno a los monarcas para poder desplazarse al Real Sitio. La fortuna quiso que en uno de esos desplazamientos el Rey decidiera montar a caballo por el bosque y se encontrara casualmente con una granja que pertenecía a los monjes jerónimos del Parral de Segovia. Este emplazamiento era perfecto para la idea que tenía de implantar en la Corte un palacio con amplios y grandes jardines a imitación de los franceses de Versalles o de Marly. La construcción del palacio de la Granja de San Ildefonso supuso el abandono definitivo de Valsaín.

Vista de la Granja de San Ildefonso desde los jardines.

Vista de la Granja de San Ildefonso desde los jardines.

     Ese abandono llevó al lento deterioro del Palacio que fue utilizado como cantera por los vecinos para construir sus casas o emplazar sus negocios. En el año 2008 se puso en marcha un programa de rehabilitación y reutilización de los vestigios todavía en pie del antiguo palacio, promovido por el Ayuntamiento del Sitio de la Granja de San Ildefonso, al que pertenece el pueblo de Valsaín. En este proyecto se planteaba un uso privado del antiguo palacio, en forma de hotel spa, cuando hasta ese momento había sido usado por los vecinos de Valsaín como suelo público. Ante tal hecho los habitantes, contrarios al cambio de uso del suelo y a la especulación inmobiliaria que parecía deducirse del proyecto urbanístico, iniciaron acciones legales que han llevado a la anulación de dicho plan. Así que por el momento los vestigios imponentes de lo que fuera un palacio a la flamenca en plena sierra castellana siguen siendo utilizados de leñera, picadero, zona de peñas en fiestas, gallineros… degradándose más y más cada día sin que a nadie parezca importarle su protección. Hemos decidido en esta ocasión más que contaros nosotros la vergüenza que produce la situación del edificio que sean las imagenes las que hablen por si solas. ¿A nadie le interesa un palacio que fue parte importante de nuestra historia y que se acerca a pasos agigantados a convertirse en parte de nuestro patrimonio “perdido”?.

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