Cuando observamos las obras de arte en un museo, generalmente cuidadas y expuestas en las mejores condiciones posibles, pocas veces nos paramos a pensar en la función original que tuvieron y en las vicisitudes, difíciles en ocasiones, por las que han pasado hasta llegar a nuestros días. Es relativamente frecuente que estos avatares hayan supuesto que se pierda gran parte de la información sobre su origen, autor y, en el caso de los retratos, incluso la identidad del personaje representado.

     En estas líneas vamos a tratar de reconstruir hasta donde nos es posible, la historia de algunos lienzos que decoraron las estancias del Cuarto de Verano de la Reina Mariana de Neoburgo, segunda esposa de Carlos II y propondremos la identificación de algunos de ellos entre los actualmente existentes en los fondos del Museo del Prado (para la identificación de algunos de los retratos que componían la galería de la primera esposa de Carlos II, María Luisa de Orleans, véase aquí mi artículo en Philostrato).

Jacques Courtilleau, Retrato de la reina Mariana de Neoburgo, ca. 1700. Depositado en la embajada de España en París procedente del Museo Nacional del Prado.

     Sabemos por la correspondencia que la Reina mantenía con sus hermanos, que pidió y recibió retratos de toda la familia. Así, en 1691 la emperatriz de Austria solicitaba que el pintor Douven[1] fuera a Viena a pintar los retratos que había pedido su hermana la Reina de España. Más adelante, en diciembre de 1694, Juan Guillermo de Neoburgo escribía a Mariana anunciándole el envío de los retratos de Douven que esta necesitaba para completar la galería. En otra carta posterior su hermano se comprometía a hacer los retratos de los abuelos y cuantos ella deseara[2].

     Dichos cuadros constituían series dinásticas que representaban a todos los miembros de la familia para ser expuestos juntos en una galería, costumbre muy frecuente a lo largo de la Edad Moderna que cumplían la doble función de recuerdo de los seres queridos ausentes y de exaltación dinástica y de prestigio. En el presente caso, además, no pueden obviarse las connotaciones políticas que conllevaban los retratos de la familia imperial austriaca en el contexto de la crisis sucesoria española, que dejaban claro el posicionamiento político de la soberana en este conflicto.

     Tras la muerte de Carlos II en noviembre de 1700, la Junta de Gobierno dio orden de elaborar un inventario que recogiese todos sus bienes muebles, dispersos por los diferentes reales sitios. En concreto, el inventario de pinturas existentes en el Alcázar de Madrid, recoge que en el Cuarto Bajo de la Reina, en la pieza donde su majestad asiste en verano, figuraban “Diez y ocho rettratos de la Casa de Austria y de la de Neoburg de Cuerpo entero de más de dos varas de alto y Vara y quartta de ancho [  ] Y ottros catorze rettrattos de las mismas Casas más pequeños con marcos dorados no se tasaron por ser de personas Reales[3].

     Los avatares sufridos por las colecciones reales españolas a lo largo de los siglos siguientes dieron lugar a que estas series de retratos se dispersaran olvidándose la identidad de sus efigiados, el fin para el que fueron creados y la función desarrollada. En concreto, la gran mayoría de estas pinturas se ha perdido para siempre. Algunas debieron perecer en el Alcázar del Madrid de 1734, otras por la falta de cuidado tras su traslado a almacenes o al palacio del Buen Retiro[4] y, finalmente, la Guerra de la Independencia supuso una importante merma de las colecciones[5].

     A pesar de ello, creemos haber encontrado entre los fondos del Museo del Prado algunos cuadros que pudieron pertenecer a estas series y que casi milagrosamente han llegado hasta nosotros. Ello nos permitirá hacernos una idea del aspecto que originalmente tuvieron estas galerías de retratos. En su gran mayoría han perdido las referencias a su origen, autoría e identidad de los personajes representados.

     Los primeros cuadros que vamos a tratar son retratos de busto. El primero es el nº P004814 del inventario del Museo del Prado, actualmente depositado en la embajada de España en Caracas, identificado con dudas como un duque de Lorena (Fig 1). Se trata en realidad de Felipe Guillermo de Neoburgo (1615-1690), padre de la segunda esposa de Carlos II. La identificación es posible comparándolo con otros retratos suyos (Fig 1.a)[6].

     El lienzo del Prado, procede de la Colección Real española. Aparece documentado en el palacio del Buen Retiro en el inventario de 1794 con el número 937 que aún figura en la pintura. Dicho número aparece acompañado de un punto rojo, indicativo de que su origen no es el de dicho palacio, sino el del Alcázar de Madrid.[7]

     El Museo del Prado conserva también un retrato identificado como Carlos Felipe de Neoburgo, nº P002411 (Fig. 2), que posee análoga procedencia y características que el anterior y que probablemente perteneció a la misma serie.

Fig. 2. Jan Frans van Douven: Retrato de Carlos III Felipe de Neoburgo, ca. 1690. Madrid, Museo Nacional del Prado.

     Un tercer retrato, es el nº P005149 y lleva por título “Retrato de príncipe desconocido con el Toisón” (Fig. 3). Se trata del príncipe polaco Jaime Luis Sobieski (1667-1737), que recibió el toisón en 1682 y fue esposo de Hedwig Elisabeth, una de las hermanas de Mariana de Neoburgo. La identificación del personaje es posible comparándolo con su representación en el retrato de familia de Jan III Sobieski pintado por el francés Henri Gascar en 1691 (Fig. 3.a)[8].

     Este lienzo también procede de la colección del Alcázar de Madrid, figurando entre los cuadros inventariados en 1747 en la Furriera del Rey depositados en las casas del marqués de Bedmar tras el incendio (nº 310)[9], y con el mismo número en el inventario de 1772, cuando ya había sido trasladado al palacio del Buen Retiro.

     Estos ejemplos, aunque escasos, permiten hacernos una idea del aspecto de la serie completa, conformada por retratos de busto enmarcados en óvalos con las representaciones de los padres, hermanos y cuñados de la soberana. Formalmente debía ser muy parecida a la que se conserva prácticamente completa en la Galería de los Uffizi de Florencia, que en su día perteneció a la electriz Ana María Luisa de Medici[10].

     La segunda serie de retratos a que hacíamos referencia al comienzo, se trataba de representaciones de cuerpo entero de las Casas de Neoburgo y de Austria, por estar casada la mayor de las hermanas de la Reina, Leonor Magdalena, con el emperador Leopoldo I de Austria. Varios de los cuadros de la serie, si no todos, se salvaron del incendio el Alcázar de Madrid en 1734[11], pues en la lista de cuadros rescatados y depositados en las casas del Marqués de Bedmar, figuran con los números 717 a 721, varios retratos de cuerpo entero, de parecidas dimensiones, indicándose en uno de ellos que se trata del emperador Carlos VI, y dos retratos de niñas “de la misma familia”, una con un papel de solfa y otra cogiendo frutas. También debían pertenecer a este grupo los números 834 y 835, que representaban a “una princesa de la familia del Emperador cogiendo unas flores algo maltratado” y un Rey de Hungría (en aquel momento el futuro emperador José I). El listado recoge otros retratos reales de parecidas dimensiones, pero no facilita más datos que permitan asociarlos con un mínimo de certeza a esta serie.

     Algunos de estos cuadros se pueden rastrear en los siguientes inventarios reales. Así, las niñas con un papel de solfa, cogiendo flores en un jardín, cogiendo frutas y con un perrito, figuran en el inventario de 1747, entre las pinturas existentes antiguas, es decir, las heredadas por Felipe V (con los nº 502, 503, 507 y 356, respectivamente). Con los mismos números vuelven a aparecer en el inventario de 1772, cuando ya habían sido trasladadas al palacio del Buen Retiro. En este último se especifica que la joven cogiendo frutas son unas uvas en la mano derecha y una naranja en la izquierda. En los inventarios de 1794 y 1808, figuran retratos de cuerpo entero de infantas cogiendo flores y con un perro en brazos con los nº 845 y 847. Otras entradas de este inventario indican que se trata de retratos de cuerpo entero de infantas sin facilitar más detalles, lo que dificulta la identificación.

     Tras la Guerra de la Independencia se pierde el rastro de estos cuadros. El palacio del Buen Retiro fue uno de los sitios reales que más sufrió la invasión francesa pues fue utilizado como fortín. Muchos de sus cuadros fueron trasladados al palacio de Buenavista y a diversos conventos convertidos en almacenes de obras de arte, donde se mezclaron con otras pinturas de diversa procedencia como las de órdenes religiosas suprimidas[12].

     A través de los fondos del Museo de la Trinidad, entraron a formar parte del Museo del Prado tres retratos que creemos corresponden con los consignados en los inventarios reales. Se trata de retratos de niñas cuya descripción coincide con los inventarios anteriores. En concreto los retratos de una joven cogiendo flores de un florero (P003884, Fig. 4), niña con un papel de solfa (P006192, Fig. 5) y niña cogiendo frutas. El último de los citados, pese a ingresar en el museo, se encuentra sin localizar en la actualidad. Se trata sin duda de una pintura perteneciente a la misma serie pues aparece descrito como “Retrato de una niña con traje blanco con una naranja en la mano Izda y cogiendo ubas con la Dra en la parte baja se ve una granada partida. Figª poco mas de avara y cuerpo entº[13], que coincide plenamente con la contenida en el inventario del Retiro de 1772, mientras que el de 1734 (nº 720) indicaba que pertenece a la misma familia que la niña con el papel de solfa.

     Estos retratos son los mismos que pertenecieron a la colección real hasta, al menos, 1808. La explicación más factible para su salida es que tuvo lugar en los confusos años de la Guerra de la Independencia, durante los traslados de cuadros y su mezcla con otros de diversas procedencias[14].

     Los dos únicos retratos conservados permanecen como personajes sin identificar, pero se trata sin duda de dos de las hijas del emperador Leopoldo I, lo que vendría a confirmar la información recogida en los inventarios de 1700 y 1734 cuando aún se conocía a quien se representaba.

     En concreto, creemos que la joven cogiendo flores de un jarrón, se trata de la archiduquesa María Isabel de Austria (1680-1741), hija mayor de Leopoldo I y de Leonor de Neoburgo que llegó a ser gobernadora de los Países Bajos. Se puede identificar en base a los grabados de la época, donde presenta un aspecto y peinado parecido (Fig. 6, 6a y 6b)

     El segundo de los cuadros representa a una niña más joven, por lo que pensamos que se trata de la segunda de las hermanas, la archiduquesa María Ana de Austria (1683-1754), futura reina de Portugal y madre de Bárbara de Braganza. (Fig. 7, 7a y 7b)

     Por la edad que aparentan, debieron pintarse antes de 1695, lo que coincide con la fecha de conformación de la galería de retratos de Mariana de Neoburgo según la correspondencia conservada.

     Finalmente, queremos mencionar la existencia de un retrato de niña en un jardín con un perro en brazos, en la antigua colección del Duque del Infantado, conocida por una fotografía conservada en la fototeca del Ministerio de Cultura (fig. 8). La pintura pertenece sin duda a la misma serie, si bien ha sido recortada en altura. Los inventarios de 1747, 1772 y 1794 documentan la existencia de un cuadro de una infantita en un jardín con un perrito en las manos y este último lo atribuía al mismo autor que el cuadro de la joven cogiendo flores.

     La efigiada es sin duda una hermana menor de las anteriores, pudiendo tratarse de la archiduquesa María Teresa (1684-1696), u otra de las princesas más jóvenes, María Josefa (1687-1703) o María Magdalena (1689-1743).

     Según la ficha de la Fototeca el cuadro se encuentra firmado por “Dehoumans”, nombre que no es posible asociar a ningún pintor conocido. La localización de su paradero actual y la comprobación de la firma podría ayudar a identificar al autor de todo el conjunto.

Fig. 8. Anónimo: Retrato de la archiduquesa María Teresa, María Josefa o María Magdalena. Estuvo en la colección Duque del Infantado. Foto: IPHE.

 

NOTAS DEL TEXTO

[1] Jan Frans van Douven (1656-1727). Pintor flamenco al servicio de la corte de Düsseldorf.

[2] Príncipe Adalberto de Baviera y Gabriel Maura Gamazo, Documentos inéditos referentes a las postrimerías de la Casa de Austria en España (Madrid, Real Academia de la Historia y Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2004), volumen I, p. 229, 447, 499 y 528

[3] Gloria Fernández Bayton, Inventarios Reales. Testamentaria del Rey Carlos II, Volumen 3, (Madrid: Museo del Prado, 1985), p. 18.

[4]  El inventario de 1794 del Palacio del Buen Retiro califica como inútiles numerosas pinturas.

[5] Gloria Martínez Leiva y Ángel Rodríguez Rebollo El Inventario del Alcázar de Madrid de 1666. Felipe IV y su colección artística, (Madrid: Polifemo, 2015), p. 19

[6] Jan Frans van Douven. Felipe Guillermo de Neoburgo. Florencia, galería degli Uffizi. N. cat. 0900196048.

[7] Sobre los números de los cuadros del Museo del Prado, puede consultarse el artículo “Los números y marcas de colección en los cuadros del Museo del Prado”, de María López-Fanjul del Corral y José Juan Pérez Preciado. Indican estos autores que “este punto era una manera de identificar aquellos que procedían o pertenecían al Palacio Real Nuevo, pues algunos se pueden rastrear fácilmente en el inventario de la Furriera de Palacio de 1747”, p. 92.

[8] Pintura firmada y fechada en 1691, conservada en el castillo Wawel de Cracovia. Inv. Nr. 3222.

[9] Ángel Aterido, Juan Martínez Cuesta y José Juan Pérez Preciado, Inventarios Reales. Colecciones de Pintura de Felipe V e Isabel Farnesio (Madrid: Fundación de Apoyo a la Historia del Artes Hispánico, 2004), Tomo II, pp. 151 y 506.

[10] La serie ilustra a la familia del elector palatino Juan Guillermo de Neoburgo, esposo de Ana María Luisa de Medici. La serie consta de cincuenta y dos piezas, de tamaño similar y decoradas con marcos iguales, se cita en el inventario del apartamento Electriz Palatina en el palacio Pitti. Hacia finales del siglo XVIII se desmembró y una parte (21 piezas) pasó al Poggio Imperiale donde aún se encuentran.

[11] Según José Manuel Barbeito, la zona del Alcázar donde se ubicaba el Cuarto de la Reina fue de las menos afectadas por el incendio, lo que facilitaría que pudieran ser rescatados. José Manuel Barbeito, El Alcázar de Madrid, (Madrid: Colegio Oficial de Arquitectos, 1992), p. 219.

[12] Mercedes Simal López. El palacio del Buen Retiro y sus colecciones durante la Guerra de Independencia: Antecedentes y consecuencias. En “Arte en tiempos de Guerra” XIV Jornadas internacionales de Historia del Arte.CSIC, Madrid, 2009.

[13]  Inventario del Museo de la Trinidad. Nº 962

[14] Esta circunstancia no es excepcional. Otras pinturas del Museo de la Trinidad habían pertenecido previamente a la colección real. Así, un retrato anónimo de Ana de Austria (P003353) aún conserva el número del inventario del Buen Retiro que le fue asignado en 1794, o el retrato de Jacobo I de Inglaterra, atribuido a John de Critz, (P0001954), documentado en la colección real desde 1636.

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