Desde finales del siglo XII, cuando Marco Polo transitó la ruta de la seda y estableció relaciones comerciales entre China y Europa, éstas se han mantenido constantes. Sedas, porcelanas, té y especias fueron desde el inicio sumamente apreciadas en los diversos países europeos como objetos de lujo. A partir de finales del siglo XVII y comienzos del XVIII la afluencia de objetos creció debido a la mayor demanda de una pujante burguesía y de la asimilación de algunos de los diseños propios chinos, como la asimetría, los lacados o el horror vacui, dentro de las decoraciones europeas. Esa pasión por los motivos chinos dio como origen el estilo conocido como de Chinerías o Chinoiserie, cuyo auge se producirá a mediados del siglo XVIII, cuando fue asimilado por el rococó. Todo palacio, casa noble o burguesa que se preciara tenía a medidos de ese siglo un gabinete decorado al estilo chinesco, ejemplo de ello es el Gabinete de Porcelana del Palacio Real de Aranjuez.

Gabinete de Porcelana del Palacio Real de Aranjuez. Foto: Wikimedia Commons.

     Sin embargo, pese a la apreciación y gusto por el arte y los motivos chinos no fue habitual la llegada de artífices de ese país a Europa. Es por ello que resulta aún más interesante la visita que entre 1769 y 1772 realizó el escultor chino Tan Chitqua a Inglaterra. Tan Chitqua nació en Guandong hacia el año 1728. Su fecha de nacimiento se ha calculado a través de los comentarios del anticuario inglés Richard Gough, que a la llegada del artista a Inglaterra le describió como uno hombre de unos 40 años. Formado como escultor se especializó en la realización de retratos de arcilla de pequeño tamaño, ya fueran de busto o de cuerpo entero, que se hicieron muy populares debido al gran parecido físico con sus clientes que el artista lograba imprimirles. Esto llamó poderosamente la atención de los comerciantes europeos que trabajaban en el puerto de Cantón, que lograron convencerle para que viajara a Londres, convirtiéndose en el primer artista de ese país que visitaba Inglaterra.

     Chitqua llegó a Londres en 1769 y prácticamente desde su llegada logró establecer un exitoso estudio en la ciudad en Norfolk Street, donde el mercado del arte era sumamente competitivo, poniendo de moda sus retratos escultóricos de arcilla entre la nobleza londinense que pagaba 10 guineas por los de busto y 15 por los de cuerpo entero. A diferencia de otros chinos que habían llegado anteriormente, la mayor parte estudiantes ansiosos por aprender la estética Occidental, Chitqua era una artista perfectamente formado y maduro que consiguió ganarse el respeto de sus colegas británicos. Su éxito fue tal, que tan sólo un año después de su desembarco, consiguió exhibir sus obras en la Royal Academy, siendo el primer artista chino documentado que lo logró, y fue recibido en audiencia como dignatario extranjero por el rey Jorge III. Su consideración en Inglaterra era tal que incluso el pintor Johann Zoffany le incluyó en el retrato de grupo que realizó de los miembros fundadores de la Royal Academy en 1772, figurando al fondo a la izquierda de la composición.

Johann Zoffany: Academicos de la Royal Academy, 1772. Royal Collection Trust.

     Chitqua fue también efigiado, pero esta vez en solitario, por el retratista John Mortimer Hamilton hacia 1771. En el lienzo realizo por Mortimer queda patente el aspecto exótico de Chitqua, con sus rasgos asiáticos y su piel ligeramente de un color más cetrino, así como su vestimenta China, luciendo un característico sombrero cónico de seda roja. El óleo no deja duda de la atracción que este personaje causó en la sociedad artística y nobiliaria de la Inglaterra del momento.

John Hamilton Mortimer: Tan Chitqua, 1770-1771. National Portrait Gallery.

     Las esculturas naturalistas de Chitqua combinaban el estilo chino con cierto aire occidental, lo que era una mezcla perfecta de exotismo y convencionalidad. Este tipo de retrato hundía sus raíces en la tradición China de rezar a los retratos de sus ancestros, retratos que eran realizados por los denominados “handsome-face makers”, de los que Chitqua fue uno de los más destacados. Los europeos consideraron estas esculturas como souvenirs fácilmente transportables de una tierra lejana y eliminaron todo tipo de superstición o tabú por el hecho de haber sido utilizados como objetos funerarios en la antigua China.

Chitqua: David Garrick?, 1770. Fotografía: Christies.

     El material principal que Chitqua empleaba para su elaboración era la arcilla, creyéndose que pudo haber traído desde China consigo parte del material que utilizó y también recibiendo a través del comercio otros elementos que necesitaba. Las esculturas de Chitqua contaban con una armazón de bambú que le permitía esculpir con mayor facilidad y dar estabilidad a la figura. La cabeza era moldeada de forma separada al cuerpo, permitiendo así la realización con mayor facilidad de retratos de un realismo casi fotográfico. La preferencia de la arcilla no horneada frente a la porcelana estaba en que, aunque de menor durabilidad, permitía una mayor expresividad y finura de rasgos en el modelado, mientras que en el proceso de la porcelana el horneado y vidriado del material habría “lavado” algunos de los rasgos del rostro robándole realismo a la figura.

     Junto con la arcilla el artista también utilizaba otros materiales como el cabello humano, el yeso y la policromía para dar un aspecto más realista a sus obras. Lo frágil de estos materiales es lo que ha hecho que se conserven realmente pocos ejemplos de estos retratos. Una de las estatuas que mejor se ha mantenido es la del empresario del té Thomas Todd que se conserva en el Museo de Londres. También está considera obra de Chitqua la del médico Dr. Anthony Askew, del Royal College of Physicians. Tanto ésta como la Todd muestran además la misma posición de la mano derecha del representado. Asimismo, en el Rijksmuseum de Ámsterdan se conserva otra de las escasas obras consideradas seguras de Chitqua, la de Andreas Everard van Braam Houckgeest, director de la Compañía Holandesa de la Indias Orientales, quien operó desde el puerto de Cantón.

     Pese al éxito de su taller y de sus obras, en 1772 Chitqua decidió volver a Cantón, posiblemente debido al insoportable para él clima británico y la escasez de materiales para la realización de sus obras. Tras su regreso a China poco se sabe de su trabajo y vida. Se considera como obra suya realizada hacia 1775 la de una Mujer cogiendo un niño en brazos que se conserva en el Rijksmuseum y que habría sido realizada por el artista dejando constancia de la presencia de una mujer occidental en Cantón, algo que estaba prohibido por las autoridades chinas, pero que algunas europeas lograron saltarse. Excepcionalmente la pieza está tallada sobre madera y posee unas mayores dimensiones (57 cm de alto), lo que indica el mayor empeño del artista por la realización de esta escultura y por su durabilidad en el tiempo. Tras esta obra tan sólo hay noticia del fallecimiento del artista en Madras en diciembre de 1796 tras haber ingerido veneno.

Chitqua: Mujer sujetando un niño, 1775. Madera policromada. Rijksmuseum de Ámsterdam.

     Si quieres aprender más de Tan Chitqua y sus esculturas pincha aquí y accede a un artículo sobre el artista.

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