“Siempre que encontramos reunidas en un solo gesto varias intenciones contradictorias, el resultado estilístico pertenece a la categoría del Barroco. El espíritu barroco, para decirlo vulgarmente y de una vez, no sabe lo que quiere. Quiere, a un mismo tiempo, el pro y el contra. Quiere -he aquí estas columnas, cuya estructura es una paradoja patética- gravitar y volar. Quiere -me acuerdo de cierto angelote, en cierta reja de cierta capilla de cierta iglesia de Salamanca- levantar el brazo y bajar la mano. Se aleja y se acerca en la espiral… Se ríe de las exigencias del principio de contradicción”.

Eugenio D’Ors: Lo Barroco. Madrid, Tecnos/Alianza, 2013, p. 37.

     Así hablaba Eugenio D’Ors en el libro Lo Barroco, sobre este arte amado por unos y denostado por otros casi a partes iguales. El Barroco no es un arte fácil, a diferencia del Renacimiento o del Impresionismo, movimientos artísticos que son unánimemente admirados. Nuestro querido barroco no sólo necesita de comprensión artística y de una mirada cuidadosa en los detalles sino de algo aún más importante: PASIÓN. Todo ello lo aprendí ya hace muchos años cuando llegué a la facultad para estudiar Historia del Arte, carrera que no era mi primera opción en aquél momento, y de la que pensaba salir en cuanto encontrara plaza en Periodismo. Sin embargo, pasó algo insospechado para mí. Encontré a una profesora que era capaz de levitar en clase. Transmitía sus enseñanzas no sólo con la voz y las imágenes que nos proyectaba, con las ya desaparecidas diapositivas, sino que utilizaba una herramienta mucho más poderosa, la PASIÓN. Su forma de explicar me atrapó y comencé a encontrar la belleza oculta en la asimetría, en la curva y la contracurva, en los juegos perspectívicos, en las columnas salomónicas que antes me recordaban a serpientes, en los frontones partidos arquitectónicos que anteriormente no entendía, y en esa pintura que con su oscuridad conseguía iluminar el espíritu.

     El nombre de esa profesora era la Dra. Virginia Tovar y consiguió insuflar en mí un amor profundo por el arte y sobre todo por el Barroco. Asimismo, con su perspicaz ojo vio en mí cosas que yo no sabía que llevaba en mi interior y un día me llamó a su despacho y me dijo que si pensaba cursar doctorado. Yo no tenía ni idea de qué hacer y nunca me había planteado hacer una tesis. Ella me animó y me dijo que creía que tenía madera de historiadora. Sus palabras quedaron fijadas en mí y comencé a pensar en un oficio, el del historiador del arte, que nunca antes me había planteado. De esto han pasado muchoooos años, más de los que me parecen posibles. El tiempo pasa muy rápido cuando uno se dedica a lo que le gusta y realmente le apasiona. Como se supone que dijo Confucio: “Trabaja en lo que te gusta y no habrás trabajado un solo día de tu vida”.

     Hace algún tiempo una amiga me animó a abrir un blog de arte como una especie de terapia. Esta profesión resulta en muchas ocasiones dura y no siempre se encuentran las salidas laborales deseadas. En ese proyecto conseguí embarcar a unas cuantas personas que con el tiempo quedamos reducidas básicamente a dos. Escribir de forma semanal es un ejercicio duro y más si se hace desde el rigor y la honestidad, máxima que nos planteamos desde nuestros inicios. Poco a poco el blog y nuestras redes fueron ganando seguidores y lo que empezó como una cura del alma se terminó convirtiendo en una forma de transmitir. De lograr que al igual que un día yo fui insuflada con esa pasión por el conocimiento y la historia del arte y sobre todo por el barroco, otros muchos también pudieran serlo. De aunar mi primigenia vocación de periodista con la de historiadora del arte. El creciente número de seguidores que cada semana se asoman a nuestro blog indica que estamos en el buen camino y que estamos logrando que muchos otros se interesen por el Barroco.

     El año pasado en un intento por dar en las redes sociales una mayor visibilidad a la cultura surgió la idea, de la mente maravillosamente maquiavélica de mi compañero Cipri, de crear el día del #OrgulloBarroco. Se eligió la fecha del cumpleaños de Gian Lorenzo Bernini, el 7 de diciembre, como día de su celebración y entre unos cuantos amantes del barroco elaboramos un Manifiesto. En este texto expusimos entonces lo que el barroco era y significaba para nosotros:

“La luz y la sombra, la curva y la contracurva, lo material y lo intangible… Parece que estamos citando términos opuestos que no podrían convivir en unión. Pero no, como en la vida misma todos ellos se unen y mezclan a la perfección en un movimiento artístico: el barroco. Así pues, esta manifestación del arte que para muchos es exagerada y estridente, es el símil perfecto con lo que es la naturaleza, la vida, cada uno de nosotros. Es por ello que de Bernini a Velázquez, de Rubens a Churriguera, de Calderón a Shakespeare, de Bach a Vivaldi todos tienen cabida dentro de él. Esa capacidad de juntar a personalidades y estilos tan diversos bajo un mismo movimiento es algo único del barroco. Un periodo dentro de nuestra cultura hispánica que es conocido como el Siglo de Oro y un bien que tenemos que reclamar con mucho, muchísimo #ORGULLOBARROCO”.

     La respuesta de la gente no pudo ser más positiva y en diferentes momentos del día conseguimos ser trending topic. Se demostraba que la cultura interesa y que existe un lugar para ella también dentro de la algarabía y el insulto que muchas veces es lo que puebla las redes sociales. Este año, el #OrgulloBarroco será más y mejor, por que hemos conseguido insuflar en muchos esa pasión por el barroco. En ello no sólo hemos contribuído nosotros sino también buen número de cuentas muy activas que a través de vídeos, hilos, post, o simplemente sus tuits diarios han hecho que el arte barroco se convierta en algo más cercano para muchos. Durante las próximas semanas hasta el día 7 de diciembre iremos compartiendo en el blog con vosotros nuestra PASIÓN: personajes, historias, música, fotografías, arquitectura, escultura… todo ello girando alrededor del barroco en posts creados por diversos especialistas. Y el día 7, como todo gran evento efímero de arte, esperamos que se produzca una gran explosión en la que todos compartamos utilizando los hashtag #OrgulloBarroco y #BaroquePride nuestra obra, detalle, artista, poema, pieza teatral o musical favorita.

    Porque nada es tan bello como unir dos cosas que parecen contradictorias: cultura y redes sociales… Y es que ya lo decía Eugenio D’Ors: “Siempre que encontramos reunidas en un solo gesto varias intenciones contradictorias, el resultado estilístico pertenece a la categoría del Barroco”.

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