En 1768 se creaba la Royal Academy of Arts londinense. Dentro del privilegiado grupo de treinta y cuatro autores que le dieron origen, entre los que se encontraban nombres como Thomas Gainsborough o Joshua Reynold, su primer presidente, también había dos mujeres: Angelica Kauffman (a quien ya dedicamos un post, pincha aquí) y Mary Mosser (1744-1819). Ambas gozaron de un gran éxito profesional en vida, la primera como retratista, y la segunda, como pintora de flores.

George Romney: Mary Moser, 1770-1771. Londres, National Portrait Gallery.

     Mary fue la única hija del también artista de origen suizo George Michael Moser, reputado pintor de esmalte, medallista y grabador quien había llegado a Inglaterra en 1726 para trabajar para el rey. Nacida en Londres en 1744, su padre inició a Mary en el arte y cuando está mostró que realmente tenía talento artístico la ayudó con sus conexiones en las instituciones londinenses. Así, con tan sólo catorce años ganó su primera medalla de la Sociedad de las Artes por sus dibujos de flores. A partir de ese momento exhibirá de manera regular en la Sociedad de las Artes sus floreros, que obtendrán un éxito inmediato. Aunque Mary también hizo incursiones en otros géneros pictóricos, como en el de la pintura de historia o el retrato, lo cierto es que sus obras más reconocibles y por las que logró repercusión fueron sus pinturas de flores consideradas por Joshua Reynolds como composiciones formidables y admirables.

Mary Moser: Retrato del escultor Joseph Nollekens, 1770-1771. New Haven, Yale Center of British Art. Foto: Wikimedia Commons.

     Las flores de Mary Moser siguen la tradición de los pintores botánicos, como Richard Earlom o Simon Verelst. Todas las especies son reconocibles perfectamente, delineadas con precisión y mostrando su belleza mórbida y luminosa, y al mismo tiempo no sólo refleja éstas sino también son perceptibles sentimientos. De la lozanía y alegría que transmiten las flores recién cortadas a la melancolía de las que llevan ya varios días languideciendo en un florero y van desparramando sus pétalos muertos sobre la mesa.

     Como ya hemos indicado anteriormente, su ambición personal y profesional la llevará, en 1768, a formar parte del grupo de artistas y arquitectos que dieron lugar a la Royal Academy. Mary se convertirá con 24 años en el miembro fundador más joven de todos, y la presencia de su padre dentro del grupo hará que se conviertan en el primer dúo de padre e hija en tener el título de Reales Académicos. El artista Johan Zoffany, quien reflejó a todos los artistas miembros fundadores de la Royal Academy en 1772, excluyó tanto a Angelica Kauffman como a Mary Moser del grupo principal, ya que los artistas fueron reflejados alrededor de un desnudo masculino que estaba sirviendo de modelo y esa práctica no estaba permitida a las mujeres para proteger su modestia, algo que las ponía en clara desventaja con respecto a sus colegas hombres. Sin embargo, añadió a ambas en los dos retratos que cuelgan de uno de los muros de la sala, remarcando de ese modo la importancia y pertenencia de éstas al grupo.

Johann Zoffany: Academicos de la Royal Academy, 1772. Royal Collection Trust.

     Su éxito y su maravillosa técnica a la hora de recrear flores le hará obtener el puesto de maestra de dibujo de la princesa Elisabeth, hija del rey Jorge III. Asimismo, recibirá a partir de entonces diversas comisiones regias, la más destacada de ellas será la decoración en los años 90, hacia 1792, de una sala en Frogmore House -nombre que recibirá por el gran número de ranas que habitaban en los alrededores-. Esta residencia campestre, en las proximidades del Castillo de Windsor, fue adquirida por la reina Charlotte para ella y sus hijas al duque de Northumberland. La reina deseaba que Moser creara en el pabellón sur de la casa, comisionado al arquitecto James Wyatt, la ilusión de un cenador abierto al cielo. La artista diseñó una compleja decoración, basada en lienzos de gran escala y paredes y techos pintados directamente sobre el yeso, todo con motivos de arreglos florales al gusto inglés en los que se hacia una exaltación simbólica y patriótica de la casa real. Por esta obra Moser recibió la gran suma de 900 libras por parte de la corona. Afortunadamente, gran parte de la decoración ha pervivido hasta nuestros días.

     En 1793, cuando contaba ya 49 años, Moser se casó con el capitán Hugh Lloyd. Aunque era una edad bastante avanzada para la época para contraer matrimonio su espíritu joven y sus ansias de vivir probablemente ayudaron a romper todas las barreras del momento. Durante años siguió pintando, formando parte de los círculos artísticos de Londres y cultivando su amistad con arquitectos y pintores que la profesaron gran admiración. Tras su matrimonio exhibirá sus obras en la Royal Academy bajo el nombre de Mary Lloyd y en 1795 aparecerá reflejada, esta vez sí junto al resto de compañeros, en el cuadro de Henry Singleton que reproducía la Asamblea General de la institución. Continuará trabajando hasta que en 1802 su vista le impida poder seguir pintando. No obstante, a partir de ese momento tomará un roll más activo dentro de la Academia, tanto es así que en 1805 fue propuesta por Henry Fuseli como candidata para reemplazar al presidente de la Academia, Benjamin West, candidatura que no ganó finalmente.

Henry Singleton: Academicos en la Asamblea General de 1795. Londres, Royal Academy.

     En 1819, con 74 años fallecía en su casa londinense de Upper Thornhaugh Street y era enterrada en el cementerio de Kensington. Tras su muerte ninguna otra mujer fue elegida miembro de la Royal Academy hasta que en 1936 lo consiguió Laura Knight.

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