El rey Felipe V gustaba especialmente de la caza al igual que la reina Isabel de Farnesio. Pese al incendio sufrido en el Palacio de Valsaín en 1682 (sobre el palacio, el incendio y sus consecuencias ver el post aquí), los soberanos frecuentaban la zona por lo que mucho que disfrutaban del paisaje y la abundacia cinegética que allí encontraban. Así hacia 1718 decidieron construir un nuevo palacio en el lugar en el que se encontraba la ermita de San Ildefonso, pertenciente a los monjes del Parral, adquiriendo a éstos la granja-ermita, la hospedería y los terrenos circundantes que los monjes poseían.

Fernando Brambilla: Vista del río de Valsaín, tomada desde Boca del Asno. Patrimonio Nacional.

     El maestro mayor del Real Palacio y de la Villa de Madrid, Teodoro Ardemans, fue el arquitecto encargado de realizar el proyecto del nuevo palacio mientras que el designado para diseñar los jardines de San Ildefonso fue el francés René Carlier, enviado a la Corte española por su maestro, Robert de Cotte. Pese a los problemas entre De Cotte y su discípulo y al fracaso que supusieron los proyectos para El Buen Retiro (ver post anterior aquí), Carlier permaneció en España como arquitecto de Felipe V. Éste había conseguido satisfacer al rey con el Parterre llevado a cabo en el Buen Retiro y por ello consideró que era el adecuado a la hora de plantear unos grandes jardines a la moda francesa en La Granja.

Vista del Parterre en los Jardines del Buen Retiro. Foto: Wikimedia Commons.

     El arquitecto se encontró nuevamente con el pie forzado de un palacio emplazado en bajo y unos jardines ascendentes en cuesta. Aún así, antes de su fallecimiento, en 1722, Carlier dejó planteado el trazado de la totalidad del jardín. Para ello contó con la ayuda del jardinero francés Esteban Boutelou, y de los escultores Fremin y Thierry, quienes asumieron conjuntamente la dirección de las obras del jardín una vez muerto Carlier. A la desaparición de éste ya estaban levantodos los cimientos de las murallas del jardín y construidas buena parte de éstas, así como los estanques, los depósitos de aguas y plantado el parterre de palacio y fenecido el esquema de las Ocho Calles.

Vista de la Granja de San Ildefonso desde los jardines.

     Con los jardines de San Ildefonso Felipe V no pretendía emular como se ha dicho los enormes jardines de Versalles, sino más bien crear un lugar para su retiro más a la imagen de Marly, como hiciese su abuelo Luis XIV. Con ese modelo en mente quiso que se crease un jardín a la francesa, rico en esculturas y fuentes, y sobre todo, que cuya magnificencia fuese digna de su persona. El lugar elegido para el palacio y los jardines no fue designado por los expertos, sino por el propio monarca que quería que el palacio estuviera frente a las montañas y en el lugar donde el monte se hacia más espeso. Un lugar considerado de “desagradable belleza” por el duque de Saint-Simón, que en 1721 viajó como embajar a España y visitó los trabajos que se llevaban a cabo en La Granja. Para éste el emplazamiento ideal de palacio y jardines hubiera sido la llanura hacia Segovia, pero pese a las críticas de éste los técnicos tuvieron que convertir las dificultades en ventajas y lidiar con el escarpado terreno. No obstante, la elección del lugar por el soberano tenía su lógica. La abundancia de agua procedente de la montaña permitía poder crear un gran depósito superior, “el mar”, y así poder alimentar el gran número de fuentes y cascadas que el monarca tenía en mente.

El Mar en los jardines del Palacio de La Granja de San Ildefonso. Foto: Wikimedia Commons.

     Sacando partido pues a las dificultades de la zona y convirtiendo éstas en belleza, René Carlier creó frente a la parte posterior del Palacio un gran jardín a la moda, dispuesto en varios ejes paralelos y animado por fuentes y esculturas. Separado del jardín, a través de una cerca y varios planteles se situaba, un parque divido en ocho calles que covergían en un rotonda central. Cumpliendo así la máxima de que

“La máxima sabiduría en la buena disposición de un jardín consiste en examinar y conocer a fondo las ventajas y los defectos naturales del terreno con el fin de aprovechar aquellas y corregir éstos, puesto que las circunstancias de cada jardín son diferentes… A esto debe atender por encima de todo un arquitecto o un tracista de jardines cuando quiera formar un hermoso proyecto, sirviéndose con arte y economía de las ventajas del sitio y corrigiendo por medio de su habilidad los defectos, las irregularidades y las desigualdades del terreno… según la situación natural del trazado… Aplicando a este principio las formas del lenguaje clásico, el jardín debe resultar armonioso, ni demasiado abierto ni demasiado recargado, y parecer siempre mayor de lo que en realidad es”.

J.L. Sancho: La Arquitectura de los Reales Sitio, p. 506.

     Las obras en el palacio, trazado del jardín, y fuentes y adornos se desarrollaron de forma paralela y de forma muy veloz. Así a finales de 1723 sabemos que ya estaban corriendo las fuentes de la cascada baja, la de la Selva y la de los Vientos, y que en 1724, Luis I, durante su breve reinado, disfrutó del palacio, los jardines y fuentes que estaban ya plenamente acabados.

Vista de la Fuente de la Cascada en el Palacio de la Granja de San Ildefonso en la actualidad. Foto: Wikimedia Commons.

     En la actualidad tanto el palacio como los jardines pueden ser admirados durante todo el año, sin embargo para ver las fuentes corriendo, lo que realmente es un espectáculo digno de ver, hay que tener en cuenta un calendario. En principio la temporada de fuentes, atendiendo a lo ocurrido en los últimos años, se inicia el primer día de la Semana Santa y se cierra el 12 de octubre, día de la Hispanidad. Durante estos meses, y dependiendo mucho del agua caída durante la estación, ya que las fuentes no tienen un sistema de retorno de aguas, éstas funcionan los miércoles, sábados y festivos (no domingos) en horario de 17:30h y los domingos a las 13:00h, en grupos alternos de cuatro fuentes. Siendo un grupo el conformado por “Canastillo”, “Ranas”, “Baños de Diana” y “La Fama”; y el otro grupo “Carrera de Caballos”, “Ocho Calles”, “Ranas” y “La Fama”. Tan sólo en tres ocasiones durante el año se puede disfrutar del espectáculo de ver correr siete de las fuentes. Se trata del día 30 de mayo, San Fernando; 25 de julio, día del Apóstol Santiago y el 25 de agosto, San Luis, Patrón de la Granja. Estos tres días las fuentes empiezan a correr a las 17:30h y el precio de entrada es de 4€, excepto el día de San Luis que es gratuita.

Plano del Jardín con un recorrido por las fuentes que se ponen en marcha

     Este año hemos podido ir a disfrutar del espectáculo de las fuentes el 25 de agosto día de San Luis. Ese día, siete fueron las que se pusieron en funcionamiento. Todas no se ponen en marcha a la vez, sino que siguen un orden concreto. Se empieza a las 17:30h en la fuente de la Selva, dejando correr cada una unos 10 minutos; se continúa con la maravillosa “Carrera de los Caballos”; de ahí se pasa a la “fuente del Canastillo” (ojo, si te pones cerca es seguro que te empapas de agua); la siguiente son las serenas ocho fuentes en las “Ocho Calles”; de ahí se pasa a nuestra preferida, la “fuente de las Ranas” (también es casi seguro que te mojarás si estas cerca de ella); la penúltima es la monumental de “los Baños de Diana”; y se termina hacia las 19.15h en la “fuente de la Fama” (en esta es importante observar la dirección del viento ya que si estás en el lado en el que cae el agua del alto chorro vertical terminarás hecho una sopa).

Fuente de la Selva

Fernando Brambilla: Vista de la Fuente y Cascada de la Selva, mirando al Mediodía, con parte del Real Palacio. Patrimonio Nacional.


Fuente de la Carrera de los Caballos

Fuente del Canastillo

Fuentes de las Ocho Calles

Fuente de las Ranas

Fuente de los Baños de Diana

Fuente de la Fama

     El hecho de que las fuentes no corran todas a la vez si no por turno, hace que todo el público se acumule en el mismo momento en la misma fuente y este año en particular la asistencia ha sido multitudinaria. Por ello no pudimos ver la fuente de la Selva en funcionamiento. Nuestro consejo, viendo que cada vez se hace más popular el ir a contemplar la fuentes, es que vayais si podéis el 30 de mayo, que hay menos gente de vacaciones, y cuando nunca hemos encontrado masificación, o si pasáis un fin de semana en La Granja ir el sábado y el domingo para poder ver todas en funcionamiento, menos la de la Selva. Sería una maravilla poder contemplar todas las fuentes a la vez, pero mientras que no se acometan obras para la modernización del sistema de funcionamiento y reciclaje de aguas eso es imposible. Esperemos que un futuro cercano Patrimonio Nacional aborde esta transformación, al igual que la restauración de algunas de las fuentes que están desde hace años sin movimiento, ya que el Real Sitio de San Ildefonso y su ubicación en pendiente no se entiende sin el espectaculo del agua a través de sus maravillosas fuentes.

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