Hace 25 años que se celebró la exposición  “Las propuestas para un Madrid soñado: de Texeira a Castro” con motivo de la Capital Europea de la Cultura que Madrid ostentó en 1992. En ella se analizaban toda una serie de proyectos arquitectónicos y urbanisticos que se realizaron para la Villa y Corte desde el siglo XVII al XIX. Los bellos planos de Juvarra, Saccheti o Ventura Rodríguez para el Palacio Real de Madrid (hablamos de ellos aquí) o los de Robert de Cotte para el Palacio del Buen Retiro (ver post dedicado a ello aquí) formaban parte de esa exposición que permitía comprobar la belleza de algunos de los edificios planeados o desaparecidos del Madrid antiguo y el intento por unos cuantos de crear una ciudad más ordenada y racional.

 

     Ese planteamiento de racionalizar la ciudad nunca pasó más allá del papel en muchos casos y los únicos intentos de ordenación, dentro de una ciudad construída alrededor del Alcázar de Madrid y del amparo de la Corte, han sido a costa de derribar gran parte de las iglesias, monasterios, conventos y palacetes que hubo en ella. La Gran Vía o el ensanche del Barrio de Salamanca fueron creados valiéndose de la piqueta y de arrasar a su paso con todos los edificios emblemáticos y antiguos. El paisaje de la ciudad que estaba poblado de torres y campanarios de conventos y palacios fue desapareciendo hasta quedar irreconocible.

 


 

     La arquitectura ha sido desde siempre, como vemos, algo que no se ha respetado en nuestra ciudad. A nadie se le ocurriría destruir por ejemplo “Las Meninas” de Velázquez, pero no pasó nada cuando con nocturnidad y alevosía se destruyó la Casa de Iván de Vargas, construída en el siglo XVI, y se hizo un pastiche de lo más curioso… (de ellos hablamos aquí). Uno pensaría que con los años, la cultura y la sensibilización de la gente, tendríamos que estar en otro punto y que ahora la arquitectura se entendería como parte esencial de nuestra identidad cultural y paisaje urbano. Sin embargo, la experiencia que vivimos diariamente en Madrid es muy diferente. El todo vale por el dinero y el ladrillazo hacen que poco a poco nos vayamos quedando sin edificios emblemáticos de Madrid, que son aquellos que realmente crean ciudad y dotan a nuestros espacios de identidad y le aportan valor.

 

     El antiguo Hotel Florida de Antonio Palacios, destruído en 1964 para crear un terrible edificio para Galerías Preciado (ahora El Corte Inglés); el edificio neomudejar del Sagrado Corazón de Claudio Coello echado abajo en 1972; la pagoda de Miguel Fisac, derribada en 1999 para poner un edificio sin gracia pero con más metro cuadrados; o el atentado de Canalejas, que actualmente se está perpetrando, son algunos de los ejemplos de los cientos de edificios emblemáticos que hemos perdido.

 


 

 

 

José Grases Riera (arquitectura). Banco Español de Crédito antes de la ampliación del edificio en una planta. Foto: Archivo Moreno IPCE.

    Pero el ladrillo es insaciable y sigue buscando “víctimas” dentro de nuestra ciudad. Lo hemos podido comprobar la semana pasada con el derribo de un tercio del Convento de Damas Apostólicas situado en el Paseo de la Habana 198. Las monjas vendieron el convento, de estilo neomudejar y construído en 1929, a una sociedad inmobiliaria en el mes de mayo y la semana pasada se comenzó un derribo ilegal, ya que la ley de Patrimonio de la Comunidad de Madrid de 2013 impide el derribo de conventos anteriores a 1936. Gracias al aviso de los vecinos y de la asociación Madrid, Ciudadanía y Patrimonio, se puso en conocimiento a la Dirección General del Patrimonio de la Comunidad de Madrid de lo que estaba ocurriendo y se paralizaron los trabajos. El pasado 28 de junio, el pleno del ayuntamiento aprobó por unanimidad que se tenía que restituir el edificio a su apariencia original. Eso esperemos… por que estamos muy cansados de la política de hechos consumados con los que muchos actuan. Saben que una vez que han derribado el edificio tienen que hacer frente, en el peor de los casos, a una multa económica y que posteriormente se les permitirá construir lo que ellos querían, con lo que tienen incentivos a seguir repitiendo indefinidamente un patrón de pillaje que les es muy conveniente.

     El siguiente objetivo ya está marcado en la diana. El derribo de las cocheras del Metro de Madrid creadas por Antonio Palacios para la construcción de viviendas ha sido aprobado tanto por la Comunidad de Madrid como por el Ayuntamiento de la ciudad. Se van a presentar alegaciones y batalla al respecto, pero el que desde ambas instancias se esté de acuerdo en destruir una parte de nuestra historia y de nuestro patrimonio cultural es muy grave. Nos habla de la indefensión en la que en este sentido nos hayamos los madrileños. Las plataformas vecinales y asociaciones como Corazón Verde Chamberí o la ya citada Madrid, Ciudadanía y Patrimonio, parecen que son las únicas preocupadas por la situación. ¿Dónde está la Dirección General del Patrimonio o el Colegio Oficial de Arquitectos? ¿Hay realmente alguna institución preocupada por el expolio de su identidad que está sufriendo Madrid? ¿Por qué nos parece normal que se derribe un edificio protegido o de un arquitecto reconocido y no que se destruya una pintura de Picasso, por poner un ejemplo?

Vista de la Cocheras del Metro de Madrid creadas por Antonio Palacios en la actualidad. Foto: Corazón Verde Chamberí.

     Hace unas semanas un extranjero me preguntaba si me gustaba Madrid. Me quedé callada por que realmente no sabía que responder. Finalmente le dije que claro que me gustaba, es mi ciudad, es donde he nacido y crecido, pero sin embargo cada vez la noto más hostil, fría, ajena, y ello se debe a su perdida de identidad por la especulación inmobiliaria salvaje que ha sufrido.  Necesitamos que alguien piense la ciudad por una vez. Que no se hagan intervenciones urbanísticas sin sentido que sólo generan más colapsos de tráfico y que se respete la ley del Patrimonio. Tan sólo que SE RESPETE. Hemos pasado del catálogo de un Madrid soñado al de un Madrid destruído que crece día a día. Va siendo hora que los madrileños salgamos a la calle para parar tanto atropello si no queremos levantarnos un día y no reconocer nunca más el lugar en el que hemos nacido…

Agradecemos la imagen a @demadrideduardo

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