Durante los siglos XVI y XVII era común el envío de obras artísticas entre las diferentes cortes europeas como regalos diplomáticos. De esta forma, por ejemplo, los recien nombrados embajadores intentaban agasajar a los soberanos de los países a los que habían llegado o los monarcas intentaban limar tensiones entre ellos de cara a compromisos matrimoniales. El regalo de una importante obra de arte era pues utilizada como el bálsamo perfecto para conseguir favores o entrar con buen pié en las principales cortes europeas.

     En este sentido, por todas las cortes europeas fue conocido en el siglo XVII el gran gusto de Felipe IV por las obras de arte, en especial por los cuadros de Rubens, Correggio, Tiziano, Rafael… Es decir, principalmente por los artistas flamencos e italianos. Así pues, fue una constante dentro de su reinado el que se le realizaran importantes regalos de piezas artísticas por parte de los nobles de la corte, por sus virreyes o por los embajadores de los diferentes países que tenían representación en Madrid. Con todas estas obras y aquellas que él fue encargando o Velázquez adquirió en Italia, el Rey Planeta, fue redecorando sus diferentes residencias regias, en especial el Alcázar de Madrid.

Alessandro Algardi: El papa León X deteniendo a Atila. Roma, Basílica de San Pedro del Vaticano.

Alessandro Algardi: El papa León X deteniendo a Atila. Roma, Basílica de San Pedro del Vaticano.

     Dentro de estas piezas singulares que pasaron a formar parte de la colección de Felipe IV está la obra de la que vamos a hablar hoy. Se trata de un singular relieve realizado en plata, bronce y mármol que representa a San León deteniendo a Atila. La obra es una réplica reducida del relieve en mármol realizado por Algardi para la Basílica de San Pedro entre los años 1646 y 1653. La pieza, encargada por el papa Inocencio X, supuso la gran oportunidad de Algardi, que con la llegada de la familia Pamphili a la cátedra papal pasó a ser el elegido como retratista oficial en detrimiento de Bernini. Con el relieve para San Pedro del Vaticano Algardi fijará el prototipo de un nuevo género escultórico, el del gran retablo, que mediante la progresiva disminución del relieve consigue dar la sensación de profundidad, mientras que las figuras del primer plano son tratadas como verdaderas esculturas exentas que salen del relieve. De esta forma Algardi conseguía afirmar el arte de la escultura frente a la pintura, como alternativa a la hora de realizar grandes palas de altar.

Alessandro Algardi: Retrato de Inocencio X. Roma, Museos Capitolinos.

Alessandro Algardi: Retrato de Inocencio X. Roma, Museos Capitolinos.

     En cuanto al tema elegido, éste ya había sido utilizado por Rafael para decorar una de sus stanzas vaticanas. En él se representaba la leyenda histórica referente al papa León X, quien con ayuda sobrenatural, derrotó a los hunos encabezados por Atila y les impidió saquear Roma. El mensaje era claro, se recordaba a los espectadores la capacidad del papa para invocar a la divinidad en contra de sus enemigos.

Rafael Sanzio: Atila y León X. Roma, Estancia de Heliodoro, Museo Vaticanos.

Rafael Sanzio: Atila y León X. Roma, Estancia de Heliodoro, Museo Vaticanos.

     La obra de Algardi consiguió un éxito inmediato. Desgraciadamente el artista boloñés fallecía al año siguiente en Roma y a penas pudo gozar de la admiración que ésta despertó en sus contemporaneos. Sus discípulos más destacados intentaron seguir la estela clasicista abierta por él. Entre los que más éxito alcanzaron estaban Domenico Guidi y Ercole Ferrata. Este último será quien realice, a instacias del Cardenal Francesco Barberini, una copia reducida del enorme relieve de altar de Algardi en plata y bronce. Francesco Barberini era sobrino del Papa Urbano VIII (1623-1644) y uno de los grandes mecenas artísticos de la Roma del momento. El cardenal había visitado la corte española en 1626 y desde entonces sus relaciones con Felipe IV se habían deteriorado muchísimo por cuestiones políticas. El envío en 1659 de una copia del famoso relieve de Algardi fue su manera de intentar obtener de nuevo el favor regio.

Alessandro Algardi (diseño) y Ercole Ferrata: Altar de plaza de León X detiendo a Atila. Madrid, Patrimonio Nacional.

Alessandro Algardi (diseño) y Ercole Ferrata: Altar de León X detiendo a Atila. Madrid, Patrimonio Nacional.

     La obra gustó tanto al soberano que la colocó de inmediato en el Alcázar de Madrid en su denominado Oratorio del Cuarto Bajo de verano. En este lugar es donde se inventarió en la testamentaría de Carlos II en 1701 describiendose de esta manera:

“Yten. En el Orattorio del dicho quartto Uajo Un rettablo que se Compone de Un marco de bronze dorado de moldura de cosa de Uara y tres quarttas de alto en medio punto Con dos Pilasttras quadradas a los lados Con Chapitteles y los planos de piedra lapizlazuli y deuajo plinto de moldura Con Vn plano de lapizlazuli Con lettras doradas de bronze que dize la paz christtiana Subiezit con dos leones de mas de Vna terçia de latictud deuajo de las pilastras y arriua fronttispicio de molduras Con cornisa y Carttones Con Vna Caueza de Serafín en medio todo de bronze dorado y Una chapa en medio de platta grande forma de medio punto Zizelada Con Una figura de San leon Ponttifize, Un Obispo, y Un Criado y Un tirano al Ottro lado Y Ottras figuras las tres prinçipales quasi de todo Relieue Y a la partte de Arriua Una Gloria con nubes y Anjeles y San Pedro y San Pablo, Se tasso Y reguló todo lo dicho por los dichos platteros en seis mill doblones… 6.000”.

     En el Oratorio del Cuarto Bajo permaneció hasta que tras el incendio del Alcázar de 1734 fue llevada al Palacio del Buen Retiro y allí quedó depositado hasta que el nuevo Palacio Real estuvo terminado. Es ya en el guardajoyas de este edificio donde la describe Antonio Ponz en su Viaje de España:

“Es muy de apreciar, entre las obras de escultura que allí se guardan, el bajo relieve de plata, alto más de vara y media, que representa a Atila y a San Lorenzo, Papa, que lo detiene impidiendo que fuese a destruir a Roma, como hizo de otras ciudades; se vació por el modelo original que Alejandro Algardi inventó para la gran obra de mármol que está en uno de los altares del Vaticano. Este de que hablamos se halla colocado dentro de un adorno de arquitectura de bronce dorado y lapislázuli que asienta sobre leones”.

     Posteriormente la obra fue colocada en el altar del Relicario de la Real Capilla en cuyo lugar todavía aún hoy permenece. Un lugar privilegiado pero de acceso restringido que impide que la gente pueda disfrutar de este singular relieve ya que el relicario, debido en parte a su reducido tamaño, no se incluye dentro de la visita al Palacio Real de Madrid.

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