Imaginemos por un momento que se diera la siguiente situación. Tras años de estudio, trabajo, especialización y una dura oposición un especialista en arqueología terminase trabajando en un museo de pintura moderna, o que a un medievalista le pusieran a catalogar piezas de arte contemporáneo, o que un especialista en pintura barroca estuviera trabajando en una cueva paleolítica… Parece un chiste, ¿verdad? Pues no, esa es la realidad de muchos de nuestros museos en España. La culpa no es de ellos, ni mucho menos, sino de un sistema de selección de personal que a nuestro entender no se adapta a las necesidades específicas de contratación de personal de los museos españoles: las oposiciones al cuerpo de ayudantes o de conservadores del Estado.

Pedro Pablo Rubens y Jan Brueghel el viejo: La vista. Museo Nacional del Prado, Madrid.

Pedro Pablo Rubens y Jan Brueghel el viejo: La vista. Museo Nacional del Prado, Madrid.

     Muchos de vosotros pensaréis que el sistema de selección a través de las oposiciones públicas es el mejor y más justo que se puede tener. Si es así, no tenéis por qué seguir leyendo este artículo. Nosotros pensamos que es un despropósito que aquellas personas que han pasado años especializándose en un área no puedan ejercer nunca sobre ella y que por lo tanto toda esa inversión y conocimiento se pierda. Asimismo para el museo es una frustración tremenda que en vez de recibir a un especialista en el campo que necesita, tenga que estar formando a una persona de cero en el conocimiento de sus colecciones. Ya sé que algunos pensaréis que para eso está la movilidad de los funcionarios, pero aquellos que conozcan el caso sabrán que la posibilidad de poder terminar con las colecciones y el museo en el que uno está especializado es básicamente imposible.

     España no es una excepción en aplicar la oposición pública como forma de seleccionar a sus conservadores. Desgraciadamente hay otros países que también utilizan este medio, sin embargo esto comienza a ir en detrimento y muchos son los museos de todo el mundo que buscan y sacan plazas concretas para cubrir los puestos que necesitan. El motivo, muy claro, los museos necesitan a gente especializada en sus colecciones y áreas de conocimiento. No todos sabemos de todo. Ni la bibliografía, ni los materiales, ni las técnicas son las mismas dependiendo del área de conocimiento. Las colecciones de armas, cerámica, tapices, monedas, dibujos, etc. tienen lenguajes propios y formas diferentes de abordarse a los de la pintura o escultura, por poner un ejemplo. Una persona que no hubiera estudiado estas colecciones en profundidad tardaría mucho tiempo en reciclarse y poseer los conocimientos para realizar su trabajo con solvencia.

     Los museos americanos son un ejemplo perfecto de cómo seleccionar a aquellas personas que necesitan. Todos tienen en sus web sus ofertas de empleo y publican con todo lujo de detalles las características de la persona que necesitan (véase por ejemplo aquí). Como en cualquier empresa (y es que los museos americanos funcionan como tales) si la persona seleccionada no cumple lo esperado de ella o no tiene finalmente el nivel deseado se la puede despedir y buscar a otra de nuevo. Aquí un conservador que ha conseguido su plaza es intocable, pase lo que pase. Esto lleva a colecciones que no están bien estudiadas o fichas de inventario y catalogación en las que faltan datos y un larguísimo etcétera de problemas que seguro que muchos habréis sufrido.

     El inconveniente que muchos estaréis pensando es que si en España se dejara contratar libremente en los museos públicos esto sólo aumentaría la contratación a dedo y el amiguismo y que no se iría hacia la excelencia. Pudiera ser, pero eso con oposición o sin ella ya ocurre. Sin tener una bola de cristal somos muchos los que adivinamos los nombres y apellidos de las personas que van a sacar algunas de las plazas que salen en instituciones. ¿No sería preferible entonces que los museos pudieran contratar libremente a quienes ellos consideren más adecuados para el puesto (muchas de estas personas ya ejercen esos puestos y se han formado durante años en esas instituciones) a que hagan un paripé de oposición que cuesta el dinero de todos y juega con las ilusiones y esfuerzo de un montón de personas?. Un conservador no es un administrativo, con todo el respeto hacia esa profesión, y por lo tanto no puede seleccionarse del mismo modo.

     Esperamos que algún día también nos modernicemos y racionalicemos en nuestro país, como ya ha sucedido en otros, y que nuestras colecciones terminen siendo investigadas y cuidadas por aquellas personas que durante años se han especializado y formado para ello. Ese sería nuestro deseo para el 2015, que como muchos de los propósitos de año nuevo suena a quimera e ideal irrealizable.

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