Hoy queremos acercaros la historia de una de las esculturas más bellas que se encuentran en nuestra ciudad y que resulta de dificil acceso al público. Se trata del Niño del Dolor de Alonso Cano, atribución discutida por algunos especialistas, que se encuentra en la Real Congregación de San Fermín de los Navarros de Madrid.

Vista de la Iglesia de San Fermín de los Navarros, Madrid.

Vista de la Iglesia de San Fermín de los Navarros, Madrid.

Se trata de una escultura de bulto, realizada en madera de castaño policromada que representa la figura de cuerpo entero de un Niño Jesús. Está vestido con una larga túnica creada en lienzo, de color violáceo, ricamente policromada, ceñida a la cintura y adaptada suavemente a su pequeña anatomía. El Niño descansa levemente los pies desnudos sobre cabezas de querubines llorosos, entre nubes y un orbe. Apoya el pie izquierdo sobre el globo terráqueo, con intención de avanzar el derecho, que se separa ligeramente de la cabeza de uno de los querubines. Sobre su hombro izquierdo se apoya una cruz de madera sin desbastar, que es sostenida por sus manos regordetas finamente modeladas. Su cabeza, algo caída, se encuentra enmarcada por una larga melena de bellos bucles castaños.

Alonso Cano: Niño de la Pasión. Iglesia de San Fermín de los Navarros, Madrid.

Alonso Cano: Niño de la Pasión. Iglesia de San Fermín de los Navarros, Madrid.

     Estamos ante un Niño Jesús de la Pasión. Jesús niño aparece con la cruz a cuestas y ofrece su sacrificio para redimir al mundo, el cual está representado por un orbe situado a sus pies. El tema de la infancia de Jesús en escenas de la pasión, preludia el sacrificio de éste y es frecuentemente representado durante el siglo XVII, incentivado sobre todo por la Contrareforma, que buscó provocar la piedad y emoción del fiel por medio del sentimiento de lo humano, tal como preconizaba el Concilio de Trento. El carácter premonitorio de la escultura se acentúa con el policromado de la túnica, en la que dieciséis primorosos medallones llevan, miniadas, a punta de pincel, escenas del Antiguo Testamento que prefiguran la Pasión o sacrificio de Cristo.

     Las imágenes del Niño Pasionario derivan del modelo, del siglo XVI, del Niño Rey de Reyes que en la Epifanía recibe a los Magos y que lleva, algunas veces, representados en su vestimenta los estigmas y atributos de la Pasión. Esta tipología de Niño Rey, también llamada Niño de la Bola, por el orbe que sostiene con su mano izquierda, se representa muy frecuentemente desnudo, para permitir vestirlo con ropajes acordes a los diferentes períodos litúrgicos. La piedad barroca gustará especialmente de esta representación del Niño Doloroso, con la carita llorosa y, frecuentemente, vestido con la túnica de Nazareno.

     Las primeras referencias documentales que tenemos de esta preciosa y delicada escultura la sitúan en la colección artística de la reina viuda doña Mariana de Neoburgo, segunda esposa del rey Carlos II. Al morir ésta en 1740 se procedió a la realización del inventario de todos sus bienes y posesiones. Entre éstos había un conjunto de pertenencias que la reina viuda había dejado en Toledo, (lugar de su primer exilio tras la muerte de su esposo), cuando fue llevada apresuradamente a Bayona (Francia). La reina viuda se había mostrado partidaria del Archiduque Carlos durante la Guerra de Sucesión y por este motivo decidieron alejarla de España una vez que los Borbones se perfilaron como ganadores de la contienda sucesoria. Los bienes que Mariana dejó en Toledo en 1706 fueron depositados en 1729 en el Convento de las Vallecas, para su custodia y conservación. Entre estas pertenencias se hallaba la imagen del Niño del Dolor que aparecía así citada en el inventario: “Un Niño Jesus de talla, de tres quartas de alto con la cruz a cuestas, y un pie sobre el glovo del mundo, y el otro sobre cavezas de angeles, con peana dorada, que la falta una de las seis bolas, y tiene potencias de plata, en tres dibisiones, y los dos tornillos para la cruz, y quebrados unos dedos”.

Convento de las Vallecas en la Calle Alcalá esquina a Peligros, Madrid.

Convento de las Vallecas en la Calle Alcalá esquina a Peligros, Madrid.

     La obra, como el resto de las pertenencias de Mariana de Neoburgo que no figuraban expresamente donadas por la reina en su testamento a una institución religiosa o persona en concreto, pasó a pertenecer a la reina Isabel de Farnesio, sobrina de Mariana y su heredera universal.

     En 1761 el llamado Niño del Dolor o de la Pasión, fue donado por Isabel de Farnesio a la Real Congregación de San Fermín de los Navarros, gracias a la mediación de su tesorero, D. Francisco Miguel de Goyeneche, Conde de Saceda, quien también había sido tesorero de la reina viudad Mariana de Neoburgo, y de su secretario, D. Francisco de Indaburu, ambos miembros de la Real Congregación. En el libro de Acuerdos de la Congregación se hacía constar la donación de: “…doce blandones dorados maltratados, un Niño Dios, con la cruz a cuestas, San Francisco de Paula, Santa Bárbara y un esqueleto de la muerte, que fueron de la testamentaría de la Srma. Señora Dª Mariana de Neuburg, como parecía de la copia de la libranza, en la que se expresa ser un sufragio de su alma…”.

     La escultura fue tasada ese mismo año en 1.200 reales y como agradecimiento a tan valioso donativo, se celebró un funeral en memoria del alma de doña Mariana de Neoburgo, el cual tuvo lugar el 24 de mayo de 1761. Desde ese momento, hasta la actualidad, la escultura ha permanecido en poder de la Real Congregación de San Fermín de los Navarros, primero ubicada en un solar propio entre la calle del Turco y el Prado de San Jerónimo, donde permanecerán hasta que venden los terrenos para la nueva sede del Banco de España; y posteriormente trasladada a un nuevo templo, bajo las trazas de Eugenio Jiménez Corera y Carlos Velasco, en la que será su ubicación definitiva en el Paseo de Eduardo Dato (sobre las Iglesias de San Fermín de los Navarros y su historia, pincha aquí). La escultura se situó inicialmente en el Altar Mayor de la iglesia, seguramente ocupando una hornacina, y en ciertas ocasiones fue sacada en procesión. Debido al deterioro de la obra, causado por el paso del tiempo, fue restaurada en 1889 por A. Gil Montejano.

Antonio Joli: Detalle del lienzo ‘La Calle Alcalá’, ca. 1750. Fuente: Real Academia de las Bellas Artes de San Fernando, Madrid.

Antonio Joli: Detalle del lienzo ‘La Calle Alcalá’, ca. 1750. Fuente: Real Academia de las Bellas Artes de San Fernando, Madrid.

     Ya en el siglo XX la talla fue llevada al Salón de Juntas de la Real Congregación para su mayor seguridad, lugar donde todavía es custodiada. Es por ello que ésta sobrevivió a la quema de obras que sufrió la iglesia durante la guerra civil española. Desde entonces la escultura ha abandonado la Real Congregación en muy raras ocasiones, una de las últimas fue la exposición “La iconografía Sacra en el arte de Alonso Cano” que tuvo lugar en Granada en el año 2001.

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